viernes, 1 de junio de 2018

El individuo anómico (cuento) - Martín Rabezzana

   
   El tipo, embargado por incertidumbres existenciales, le dijo al otro:
   -Yo no estoy hecho para esto, y me refiero a la sociedad, pero no a la de este país ni a la de este tiempo, ya que siento que no podría adaptarme a ninguna otra tampoco porque… no estoy hecho para vivir en sociedad.
   Su interlocutor muy calmadamente le dijo:
   -Se llama anomia lo tuyo.
   -Aahhh… ¿Y qué significa?
   -La anomia es la desviación de las normas sociales; el individuo anómico es despreciado por la sociedad que a través de sus autoridades despliega acciones represivas en su contra en un intento de "sociabilizarlo", entendido esto por volverlo respetuoso de las normas legales y también de las morales, ya que el sistema no sólo persigue y encierra en penitenciarías a quienes infringen la normativa legal, sino también a quienes infringen la normativa moral. A estos últimos la sociedad les tiene destinada instituciones que no son oficialmente llamadas penitenciarías, ya que son presentadas como otra cosa (hospitales), pero por ser punitorias ofician como tales; en dichas instituciones represivas quienes ejecutan la punición son siempre personas "normales" y les es dado castigar a los "anormales" porque en las sociedades humanas, como más o menos dijo Foucault: "el normal tiene derecho sobre el anormal", y el individuo "normal" será siempre aquel que respete las normativas familiares, laborales y legales, sean cuales sean, del tiempo y lugar en que sea que se encuentre sin cuestionarlas más que esporádica y superficialmente, cosa que de dichos cuestionamientos ningún cambio derive, y, de dichas normas cambiar, el individuo "normal" acepta las nuevas y pasa a despreciar las del pasado… …El individuo anómico es visto por los societaristas como un enfermo generalmente incurable que debe ser apartado de la generalidad o hasta destruido ya que por ser incapaz o falto de voluntad de adaptarse a la sociedad, a la misma sólo puede hacerle daño, de ahí que el reprimirlo sea visto por el "normal" como un acto justo y hasta altruista por ser, según su visión, cualquier acción lesiva en su contra una defensa de la sociedad, pero existe una perspectiva distinta del individuo anómico ya que hay sociólogos que creen que ninguna sociedad humana brinda la cantidad suficiente de ofertas a nivel familiar, educacional, laboral, etcétera, como para abarcar las diferentes capacidades y necesidades de todos sus individuos, lo cual resulta en que en toda sociedad exista siempre un grupo de personas excluidas de ella; según esta visión, la culpa de toda conducta antisocial (anómica) no es del individuo así denominado sino de la misma sociedad por ser limitada en sus ofertas, pero no estoy con esto disculpando a la delincuencia no sólo porque lo que digo a este respecto es una explicación y no una reivindicación de lo anómico, sino además porque, a diferencia de lo que muchos creen, lo antisocial no pasa sólo por la comisión de delitos ya que hay toda una serie de motivos que resultan en que una persona quede marginada de los muchos ámbitos que componen la sociedad, que nada tienen que ver con la infracción de leyes, de hecho, la mayoría de los anómicos existentes en toda sociedad no son delincuentes.
   El individuo anómico lo observaba atentamente y tras unos segundos, dijo:
   -Aaahhh…. ¡Entonces el problema no era yo, sino la sociedad!; los demás, básicamente (siempre lo sospeché, ¿eh?);… Al final es como cantaba Luca (bueh, Sumo; parece que Luca no cantaba esa parte): "Yo ‘stoy al derecho, dado vuelta estás vos".
   Su interlocutor asintió en silencio (aunque muy convencido no parecía) y tras cortar con gran habilidad en ocho partes una pizza recién cocinada, le dijo:
   -Acordate de que dijiste que la fugazza es para la tres.
   -¿Qué?
   Y entendiendo que por estar absorto en los conceptos recién expuestos era lógico que su compañero presentara dificultades en el reconocimiento del espacio en que se encontraba, enérgica pero amablemente, le dijo:
   -¡Y sí, flaco! Estás en la cocina de una pizzería; yo soy pizzero y vos sos mozo, asi que, ¡ponete a laburar!
   El individuo anómico reaccionó y dijo:
   -Ah, cierto;… Asi que… la fugazza es para la mesa tres, ¿no? Ahí va.

sábado, 12 de mayo de 2018

La intoxicada y el tomador de agua (cuento) - Martín Rabezzana

Lo que se dice… ONDA

   Tomando agua en una reunión de alcohólicos no se puede pasar desapercibido, y él no pasó desapercibido para la mina que mostró un interés en él que nunca habría existido de no haber sido por ese detalle tan llamativo, desconcertante y, sin exagerar, hasta transgresor.
   En la reunión muchos hablaban mal del país y su gente, y por haberlo visto automarginarse de la conversación por evidentemente no estar de acuerdo con lo dicho, ella lo invitó a sentarse en un sillón de un lugar apartado en esa misma sala. Él aceptó y ella le dijo:
  -Las personas de otros países que reivindican el prejuicio sobre la soberbia del argentino se sorprenderían de asistir a una reunión de argentinos, ya sea familiar, laboral o de amigos, sean de la clase social que sean, porque lejos de demostrar soberbia, lo que suelen exponer los argentinos en sus expresiones más comunes es odio por sí mismos ya que se la pasan hablando mal del país y su gente… Los prejuicios más reivindicados por los argentinos son contra los mismos argentinos.
   Él sonrió y asintió porque en las palabras de la mujer estaba racionalizado lo por él sentido; le dijo:
   -Para mí es por la aceptación general en la actualidad de la ética izquierdista, y como los fachos conservaduristas discriminan a los extranjeros, los zurdos suelen sentir que se diferencian de ellos al hablar mal de los locales, y no se dan cuenta de que lo único que logran es igualárseles.
   Ella dijo:
   -Sí;… como dicen por ahí: "los extremos se tocan".
   -Exacto, pero no caigamos en la creencia de que esto pasa sólo acá; si asistís a una reunión de gente de izquierda de cualquier otro país, encontrás que pasa lo mismo: los locales hablan mal de los locales y creen que sus características negativas son exclusivas de ellos. 
   Ella, tras unos segundos dijo:
   -Eso me hace acordar a una tira de Mafalda en que ella está dibujando y se le rompe la punta al lápiz, entonces gritando dice: "¡¡Estas cosas ocurren solamente en este país!!"
   Los dos rieron; ella prosiguió:
   -Pero mirá que no hay sólo zurdos acá, ¿eh? Hay algunos fachos y ellos también denostan a los locales.
   -Y… tal vez sea porque la popularidad de los valores izquierdistas resultó en que hasta ellos mismos incorporaran tendencias propias de la izquierda, y no es para sorprenderse ya que en realidad en las personas no hay izquierda, derecha ni nada: hay humanidad, lo cual resulta en que todos los seres humanos tengamos lo mismo en nuestro interior variando sólo de una persona a otra la intensidad de lo sentido, aunque esto lo queramos negar cuando estamos ante alguien que no nos gusta.

   Los dos sintieron que había lo que se dice… ONDA, pero lo que seguiría sería más ambivalente en lo referente al efecto causado en el pensamiento y sentir de ambos.

Versión no oficial e inicio de la duda (y de la esperanza)

   La conversación continuó más que bien, y por evidentemente ella estar acostumbrada a hablar con un hombre un rato y, de haber un mínimo de atracción mutua, acostarse ese mismo día con él, como si nada, le dijo:
   -Tengo sida; desde que lo sé sólo puedo relacionarme íntimamente con quienes también lo tengan;… Te entiendo si no querés seguir hablando conmigo.
   Él se mantuvo en silencio unos segundos, después dijo:
   -¿Conocés la versión negacionista del virus del sida?
   Ella no respondió; ante su silencio él expuso las cuestiones técnicas al respecto; le dijo que la prueba establecida por la fundación Pasteur aceptada mundialmente para detectar a los virus no reconoce a dicho supuesto agente patógeno; le explicó que tal prueba consiste en evidencias fotográficas ya que los virus se ven en fotografías tomadas a través de microscopios y el supuesto virus en cuestión no fue JAMÁS fotografiado. Le explicó que sida significa Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida, lo cual significa que existe un problema de salud constituido por un sistema inmunológico débil, pero no está probado que haya un virus causante de eso; le explicó que tal estado de debilidad se da por varios motivos siendo el principal, la malnutrición, de ahí que haya más sida en los lugares donde menos recursos económicos hay por haber mucha inanición, pero también se da la malnutrición entre gente de muchos recursos por la ingesta de comida de mala calidad, es decir, por falta de cultura alimentaria (lo cual es corriente en el mundo actual) y por el consumo de drogas ilegales y/o prescritas médicamente incluyendo a aquellas para tratar al supuesto virus del sida; todo esto lleva a la disminución de glóbulos blancos que componen el sistema inmunológico y es entonces que se da el diagnóstico de sida. Le explicó que tal debilidad del sistema inmunológico no es transmisible sexualmente, lo que sí lo es, es la toxicidad de los fármacos para tratar el sida, de ahí el mito de enfermedad de transmisión sexual cuando lo que se contagia sexualmente es la intoxicación medicamentosa. Le explicó que estamos en la era de la sociedad de consumo en que la publicidad nos incita continuamente a comprar lo que no necesitamos y en cantidades progresivamente mayores, y a esto no es ajena la industria farmacéutica, y al no haber una necesidad de que compremos sus medicamentos, la inventa, y debido al poderío económico que posee, la misma no sólo financia los estudios que acreditan la supuesta eficacia y seguridad de sus medicamentos y compra espacios en multimedios de alcance mundial para publicitarse, sino que hasta decide qué es lo que se enseña en el ámbito universitario. Le explicó que creer en lo que dicen entidades médicas oficiales como la Organización Mundial de la Salud es como creerle al FMI. Le explicó que la difusión del supuesto virus del sida tiene por objetivo no sólo vender medicamentos ya que también hay un claro trasfondo de experimentación psicológica y control social en el tema dado que al infundir miedo con la creencia de un supuesto virus, el sistema que difunde su supuesta existencia se mete en nuestra psiquis y la maneja casi a voluntad, y ese poder sutil es el más peligroso de todos ya que a diferencia del caso en que a alguien que a uno lo agrede físicamente uno lo reconoce inmediatamente como un enemigo del cual tiene que defenderse, cuando a través de la propaganda procedente de la escuela, los medios de comunicación y las llamadas ciencias el enemigo se adentra en nuestro subconsciente, suele no ser reconocido y no hay entonces acto defensivo alguno de nuestra parte, y ese control que quienes detentan el poder tienen sobre la población es tan grande, que hasta le pueden ordenar autodestruirse; le explicó que eso es lo que habían hecho con ella; le ordenaron autodestruirse y ella ni siquiera lo advertía ya que ignoraba que su intento de salir adelante al aceptar el tratamiento médico oficial no era más que una autodestrucción progresiva dispuesta por un sistema de poder hegemónico que la controlaba a distancia.
   Tras ella esperar pacientemente a que él hiciera una pausa en su elaborado discurso, sonriendo dijo:
   -Vos sos de esos que se creen cualquier versión alternativa de todas las cosas, ¿no?
   Un poco molesto, él le respondió:
   -Y vos sos de esas que se creen la versión oficial de todas las cosas, ¿no?
   Tras unos momentos, ella dijo:
   -Pero no sos médico como para cuestionar la existencia del virus del sida, ¿o sí?
   -Yo te puedo decir lo mismo a vos: no sos médica como para saber si la versión oficial a ese respecto es válida o no, y si hubiera que ser médico para rechazarla, también habría que serlo para aceptarla.
   -Es verdad, y no soy médica, pero la versión oficial en la que creo la sostienen médicos, no se me ocurrió a mí.
   -Y la versión negacionista del virus del sida también la sostienen médicos además de virólogos y bioquímicos, y es destacable el hecho de que varios de ellos recibieron el premio nóbel, es decir, es gente que la misma oficialidad médica reconoce como prestigiosa, pero claro… eso hasta que se apartaron de la visión oficial de las cosas, al eso ocurrir los mismos oficiales de las ciencias los empezaron a ningunear como si fuera gente que no sabe nada.
   La mujer se mantuvo seria por varios segundos y después, con mirada sonriente y desafiante, le dijo:
   -Entonces, ya que no creés en el virus del sida… cojamos; ¿querés?
   Él, con decepción en su expresión, dijo:
   -Veo que sos una romántica.
   -Y yo veo que no estás tan seguro de lo que afirmás.
   Entonces él, tomándola de una mano, dijo:
   -Quiero… ¿Vamos ahora a un lugar privado, o después?
   Entonces ella dejó de sonreír por notar que él hablaba en serio; estaba dispuesto a unirse a ese cuerpo oficialmente infectado por atracción sexual, por probar una convicción y hasta por algo que ella ni sospechaba: la posibilidad de que fuera ese el inicio de una relación de amor, aunque él supiera que tal cosa es altamente improbable en una relación en que se llega a la intimidad sexual el mismo día en que empieza.
   Ella dijo:
   -No puedo… No es que no me gustes, me gustás, pero estoy tomando regularmente un cóctel de antirretrovirales, y como decís que su toxicidad se transmite sexualmente, no te puedo exponer a eso.
   -Dejá de tomarlos, pero no de golpe porque puede ser peligroso, hay que dejarlos gradualmente, después de dejarlos y de varios meses de dieta mayormente vegetal y cruda, ejercicio y exposición moderada al frío (ya que esto último aumenta las defensas), te habrás desintoxicado de los fármacos y tu sistema inmunológico se habrá reforzado al punto en que no vas a tener más sida, lo cual vas a constatar en la siguiente prueba que te hagas en la que vas a ser VIH negativa… Yo te espero.
   Ella con compasión dijo:
   -Lo que pasa es que vi a muchos amigos de mi terapia psicológica grupal de portadores de VIH, morir, y aunque pueda ser cierto lo que me dijiste al respecto, no puedo estar del todo segura de que tengas razón.
   -Pero todos ellos tomaban fármacos para el sida como vos, ¿o no? ¿No creés que por eso murieron?... Pensá en cómo te sentís tras tomar ese cóctel de medicamentos y date cuenta de que eso es lo que más amenaza tu vida.
   Ella rememoró el malestar incomparablemente negativo tras la toma de dichos medicamentos pero no se lo expresó, tan solo le dijo:
   -No puedo. Perdoname.
   Él le soltó la mano y ella se dio cuenta de que estaba decepcionado y triste, y no por la relación sexual propuesta y después negada, ya que lo que a él menos le importaba era cojer con ella, lo principal era aliviarla y ayudarla a salir adelante.
   La atractiva mujer lo besó en la mejilla con auténtico afecto, tras lo cual se despidieron.

Ella quería y no quería…

   Pasaron algunas semanas y ella contactó a uno de los asistentes a la reunión de alcohólicos en que había conocido al tomador de agua para que le diera su teléfono, lo cual ocurrió; ese mismo día, ella, muy nerviosa lo llamó y él atendió:
   -Hola.
   La mujer no respondió, solo hizo silencio unos segundos y después cortó.
   Días atrás, tras mucho dudarlo, ella había vuelto a tomar el cóctel de antirretrovirales que la había dejado por el piso deseando morir, y ese malestar enorme la había llevado a buscar a alguien de quien agarrarse aun sabiendo que ese alguien no le serviría de enfermero ya que lo que él quería era ayudarla a levantarse y que caminara sola, y ese ayudarla no implicaría alentarla a hacerle caso a la oficialidad médica, sino todo lo contrario. Implicaría guiarla en un camino naturista contrario a la toma de fármacos, pero había una ambivalencia muy grande en su sentir ya que quería y no quería dejar el tratamiento médico alopático… quería y no quería aferrarse a él cual un náufrago a una tabla por saber que podría terminar hundiéndolo con ella… quería y no quería sentirse bien… quería y no quería morir… quería y no quería… VIVIR.

   Tras unos días, sintiéndose ya un poco mejor, finalmente se decidió a llamarlo y hablarle:
   -Hola. Soy " ".
   -¡Aaahhh! ¿Cómo estás?
   -No muy bien, pero mejor que en los últimos días -y tras hablar un rato sobre lo vivido recientemente, le dijo:
   -¿Venís a mi casa por favor? Te pago el remís.
   Él pensó: "¡Una mina que paga algo! Hay que aprovecharlo", pero no se lo dijo, lo que muy animadamente le dijo fue:
   -Voy.

miércoles, 25 de abril de 2018

Cálida niebla (cuento) - Martín Rabezzana

   Era el año 1979 y el tipo de acento extranjero había entrado en conversación con una pareja; estaban sentados a una mesa de un bar apartada de las demás; tras ellos contarles sus penas, el viajero les dijo:
   -Es totalmente normal entre la gente de todo el mundo la creencia de que en su época (¡expresión nefasta si las hay!) las cosas eran mejores y que en algún momento (no casualmente cuando se inició su vida adulta) empezó un período de decadencia del cual no se pudo salir, pero si uno se informa sobre lo que decían las personas mayores de los tiempos en cuestión idealizados, se da cuenta de que era lo mismo: idealizaban a su época y despreciaban a su actualidad, y lo mismo le va a ocurrir en algunas décadas a quienes son chicos ahora, ya que van a añorar a estos tiempos (profundamente despreciados por quienes ahora somos adultos) porque en su criterio serán mejores que su actualidad. Ante esto sólo queda por concluir que los tiempos no empeoran, lo que empeora con el paso del tiempo es la percepción que tenemos de todo en la vida.
   La mujer dijo:
   -Es verdad; yo de chica me sentía bien con casi nada, no necesitaba un motivo para ser feliz, y ahora ni con un motivo puedo serlo… ¿Por qué será?
   El viajero dijo:
   -Porque el mecanismo endógeno que nos permite producir felicidad se va atrofiando al crecer y dicho proceso se acelera con el consumo de alcohol, de drogas (legales o no, prescritas o no) y de mala comida, y a estas cosas recurren comúnmente las personas en un intento de recuperar el bienestar perdido sin darse cuenta inmediatamente de que tratan de salir del "pozo" agarrándose de aquello que las hunde cada vez más.
   La pareja, que era drogadicta, se sintió totalmente identificada con lo que el viajero decía; tras unos segundos de silencio, prosiguió:
   -También se puede hacer un paralelismo con las arenas movedizas a cuyo respecto se dice que de uno caer en ellas, no tiene que oponer resistencia intentando salir ya que así sólo se logra hundirse más rápido. Hay que ceder y dejarse llevar, una vez hecho esto se puede lograr comunión con el medio ambiente y fluir con el mismo, y es entonces que se puede salir, y en la vida pasa igual: es nuestra resistencia a lo malo lo que nos impide salir adelante; tenemos que ceder a lo negativo y fluir con eso para después superarlo y alcanzar lo positivo… Algo así dijo un escritor (o dirá, más bien) llamado Salvador Benesdra que propondrá no resistirse al dolor sino aprender a fluir con el mismo cual un fakir… claro que… se terminará suicidando, pero eso no demuestra que sus conceptos no sean correctos, sino solamente que no los supo aplicar.
   El novio de la mujer le preguntó:
   -¿Por qué decís que se va a suicidar? Hablás como si supieras lo que va a ocurrir.
   Y muy calmadamente, el viajero dijo:
   -Ah, sí, ¿no les dije? Vengo del futuro, por eso sé cosas que todavía no pasaron, incluyendo lo que va a ser de ustedes;... sé que van a terminar mal y vengo a ofrecerles una salida ya que conozco la forma de lograr que los seres sufrientes fluyan con lo negativo y alcancen la felicidad en cuestión de minutos.
   La mujer, extrañada le dijo sonriendo:
   -Sabés cosas de nosotros porque decís que venís del futuro. Nos conociste en el futuro entonces.
   -No.
   -¿Y entonces?
   -Sé de ustedes por la biografía de uno de tus hermanos.
   Ella dejó de sonreír y no preguntó nada; por algún motivo sintió que el viajero hablaba en serio; tras unos segundos, la mujer dijo:
   -¡Yo haría cualquier cosa por ser feliz!
   -Yo también -dijo su novio.
   Entonces el viajero sacó de un bolsillo una especie de reloj antiguo que al abrirse proyectó una luz celeste que iluminó el rostro de la mujer; ella sintió la positividad de la misma y por eso cambió su expresión seria por una de bienestar.
    Como en un viaje místico, la mujer vio a su alma unida al resto de todo lo existente y sintió felicidad profunda como cuando era chica y aun más que entonces, y aunque percibiera lo negativo, ya no le hacía daño ya que fluía hasta con el sufrimiento y por eso el mismo no la dominaba; esta experiencia duró un minuto durante el cual su novio la contempló con sorpresa; tras concluir esta experiencia, el novio de la mujer le dijo al viajero:
   -¡Ahora yo!
   El viajero proyectó la luz celeste en su rostro y el joven experimentó lo mismo que su novia, tras lo cual la mujer con mucha ansiedad, dijo:
   -¿Podés hacer que nos sintamos así para siempre?
   -Sí; si proyecto la luz sobre ustedes durante varios minutos seguidos, el sentir que experimentaron va a volverse permanente.
   -¡Entonces hacelo! -dijo el novio de la mujer, a lo que el viajero dijo:
   -Antes de hacerlo tienen que saber algo:... ...A ustedes los une el dolor más que el amor, por lo que cuando haya concluido de proyectar sostenidamente la luz celeste sobre ustedes que los va a liberar de todo sufrir, el lazo que los une se va a romper y no se van a necesitar más, por lo que cada uno va a seguir su camino separado del otro.
   La mujer dijo:
   -¿Quién va a impedir que sigamos juntos?
   -Nadie, pero siendo felices no van a necesitarse más, por eso van a desearse mutuamente el bien, a agradecerse por la compañía y voluntariamente van a despedirse.
   Su novio asintió demostrando con ese gesto que había entendido lo dicho por el viajero; ella dijo:
   -¿Nos das unos minutos para pensarlo?
   El viajero dijo:
   -Todos los que quieran… -y casi susurrando, agregó: -Fra mille anni saró ancora qui.
   La pareja salió del bar y volvió tras más o menos una hora; la mujer le dijo al viajero:
   -Muchas gracias por tu oferta, pero decidimos no aceptarla para seguir juntos.
   Y su novio dijo:
   -Preferimos ser infelices estando juntos a ser felices pero estando separados.
   El viajero no insistió; se levantó de su silla, les sonrió, le dio la mano a él, un beso a ella y se retiró del bar.
   Varios días después la pareja fue encontrada muerta en su auto tras haber consumado un pacto suicida consistente en inhalar monóxido de carbono; había restos de heroína en sus cuerpos consumida minutos antes del hecho; se dice que los cadáveres estaban abrazados.


sábado, 24 de marzo de 2018

Mosquitos asesinos, desidia política y disonancia cognitiva (cuento) - Martín Rabezzana


   Una tarde salí a pasear por mi barrio y en un momento determinado me dispuse a cruzar de vereda; miré en ambas direcciones y tras constatar que ningún vehículo venía, crucé, pero una vez en medio de la avenida vi a lo lejos una nube de miles y miles de mosquitos que, zumbando como si fueran abejas, se aproximaba; me quedé inmóvil por el miedo y cuando los mencionados insectos estaban a menos de media cuadra de distancia, noté que a unos cuantos metros de donde estaba había un bache de importante dimensión; la intendencia no se había molestado en hacer la reparación correspondiente, lo único que había hecho para prevenir que alguien cayera accidentalmente en la abertura del pavimento fue poner un cartel que decía: "¡Atención!", y a su alrededor, una red; me acerqué al bache y justo cuando los mosquitos estaban a punto de embestirme, salté por sobre la red y caí dentro; mientras estuve acostado en la abertura ni me atreví a mirar hacia arriba, sólo atiné a cubrirme el rostro con las manos y apretar los dientes, por lo que supe que los mosquitos habían seguido de largo por el zumbido que escuché alejarse; tras unos quince segundos no lo escuché más, entonces sentí que ya era seguro salir de mi refugio, lo cual hice.
   Una vez fuera caminé unas cuadras en las que vi a varias personas muertas en el piso con múltiples picaduras de mosquito; aparentaban estar desecadas de sangre, entonces pensé: "¡Maldito intendente! ¡Ni se molestó en arreglar una calle rota porque evidentemente no le importa el peligro que la misma conlleva!", pero después también pensé: "Sin embargo… esa cosa tan vil y despreciable como lo es la desidia política, ¡me salvó la vida!"