viernes, 15 de febrero de 2013

Dolor por dolor (cuento) - Martín Rabezzana


   Un joven se dirigió a una chica a la que había buscado por mucho tiempo; al encontrarse ella sentada en un banco de una plaza, se sentó a su lado y le dijo:
   -Hola. Quiero decirte que aunque recién te conozca, te quiero mucho.
   La chica se levantó y se alejó, entonces él dijo:
   -¡Esperá!... Tenemos la misma mamá.
   La chica se detuvo, se dio vuelta y le preguntó:
   -¿Cómo se llama?
   -Se llama " "...
   Ella se le acercó y él procedió a contarle una historia cuyo sufrimiento era evidentemente auténtico. La chica lo escuchó atentamente en silencio varios minutos y después le dijo:
   -Tengo que irme.
   Él le dijo con los ojos vidriosos:
   -Tomá. Una carta mía... Están mi dirección y mi teléfono.
   La chica la agarró y se fue corriendo.
   Él nunca había querido conocer a esa mujer que lo había abandonado siendo un bebé, ya que era obvio que no lo quería, pero al enterarse de que tenía una hermana, sí quiso conocerla a ella.
   Pasaron semanas, meses, y la chica no lo llamaba, entonces la llamó él.
   -Hola, soy...
   -¡Ya sé quién sos! Te pido por favor que no me molestes más.
   -¡Pero yo no te quiero molestar, yo solamente!...
   -Quiero que sepas que vos no me importás un carajo a mí; ¡sos una porquería, por eso te abandonó mi mamá! -y cortó.
   Él tardó en reaccionar; el desprecio era algo que conocía de toda su vida pero este último fue el que lo llevó a asimilar racionalmente lo que siempre había sentido: no se puede esperar bondad ni cortesía de nadie ya que casi nadie respeta espontáneamente, la mayoría lo hace sólo si hay una consecuencia violenta involucrada por no hacerlo.
   Se reprimió un poco pero después se llenó de furia y se dio cuenta de que la misma lo iba a destruir si no la expulsaba, por lo que días después se dirigió a la casa de su hermana en la que vivía con su madre; esperó un rato frente a la misma y cuando vio a su madre entrar, entró tras ella.
   -¡Llevate lo que quieras! -dijo la aún joven mujer.
   Él la miró con la furia propia y lógica de alguien que está frente a quien le causó el mayor de los daños; le dijo:
   -No soy un ladrón.
   Ella con miedo le preguntó:
   -¿Quién sos?
   Él sonrió maliciosamente.
   -¿No sabés quién soy?
   Ella negó con la cabeza.

   -Pensá. Sentí.
   Tras algunos segundos de silenciosa tensión, él dijo:
   -Te quiero preguntar algo: ¿por qué no me abortaste si no me querías?
   Ella cerró los ojos y su miedo cambió de una forma a otra; él prosiguió.
   -¿Por qué odiabas tanto a un bebé como para hacerle el mayor de los daños al sacarle lo que más necesitaba?
   Ella lo pensó un poco y nerviosa dijo:
   -¡Yo no quería dejarte, pero no era buena para vos, era una porquería, por eso te dejé!... Estaba segura de que ibas a estar mejor sin mí... Fue por tu bien que lo hice.
   -¡Mentira! ¡Y aun si eras una porquería, yo te necesitaba, necesitaba a mi mamá!... Pero igual es mentira que me querías.
   -¡No! ¡Es verdad!... Si no te hubiera querido te habría abortado.
   Él se entristeció, se calmó, tras unos segundos se acercó a una silla y se sentó, ella acercó otra y se sentó a su lado; lo acarició en el rostro y le dijo:
   -Decime por qué pensás que no te aborté si no te quería.
   Él empezó a llorar y ella enjugó sus lágrimas; él dijo:
   -Yo no quería venir al mundo, y encima que me trajiste, me sacaste lo que más necesitaba.
   Ella le dijo:
   -Yo te quería.
   Él la miró con expresión dolorida.
   -Si así era, ¿por qué no dejaste tus datos para que te encontrara si quería buscarte?
   Ella no respondió.
   -Mentís... tenías miedo de morir en el aborto o no tenías la plata para hacerteló...
   Ella volvió a mostrar miedo en su expresión pero se mantuvo frente a él.
   -Hay una sola cosa que podés decirme para que yo no te odie, si lo hacés, no tengo nada que perdonarte.
   -¿Qué?
   -Decime que te violaron.
   Ella mantuvo la mirada dirigida directamente a él unos segundos y después la apartó; era obvio que no le había pasado eso; él se levantó de nuevo furioso y dijo:
   -¡Sos una hija de puta!
   Entonces su hermana entró a la habitación.
   -¿Qué hacés vos acá, tarado?
   Él, lleno de desprecio acumulado por años se dirigió a ella:
   -Yo entiendo a la agresión cuando es justificada... Si yo me acerco a vos con mala onda, tenés derecho a agredirme, pero no si voy con la mejor... ...Yo te expresé mi amor nada más, ¡y vos me despreciaste, me faltaste el respeto!
   Ella, calmadamente dijo:
   -Pero yo no te quiero.
   -No me tenés que querer pero me tenés que respetar si yo te trato con respeto... (esto sobre el respeto sentía que era lo más importante de todo lo aprendido en su vida; en parte le había sido enseñado por ellas)... La gente en general es cruel, sobretodo las mujeres... Me pasó muchas veces el acercarme a ellas y ser agredido emocionalmente tras hablarles respetuosamente, ahí sentís que ser respetuoso es un error y que es mejor no serlo con nadie; yo me arrepiento del mal que hice en mi vida pero me arrepiento más del bien, y no porque esperara que me lo devolvieran, sino porque esperaba que al menos no me lo despreciaran... Yo me acerqué a vos respetuosamente y si bien no tenía por qué interesarte relacionarte conmigo, sí tenías que decírmelo y no dármelo a entender con silencio, porque EL SILENCIO NUNCA ES RESPETUOSO NI PACÍFICO ANTE UNA EXPRESIÓN BIENINTENCIONADA, SIEMPRE ES IRRESPETUOSO Y AGRESIVO ya que te hace sentir que no existís, y al vos existir, te lastima... ...Para mí, hacer daño porque sí está mal, pero no en respuesta a uno injustamente causado ya que devolver sufrimiento es hacer justicia.
   Él, tras apartar la vista de su hermana, la volvió a dirigir a ella.
   -Si yo no te importo un carajo, emocionalmente no te puedo hacer daño, por lo que te lo tengo que hacer físicamente.
   La chica estaba visiblemente asustada al igual que su madre que se mantenía en silencio; él se acercó a su hermana que retrocedió ante su avance y le dio una tremenda paliza mientras su madre le suplicaba que se detuviera, lo cual hizo tras dejarla inconsciente con el rostro desangrante, entonces se volvió hacia su madre, que dijo:
   -¡Tenés razón! ¡Te hice daño! ¡Perdoname!
   -Él estaba muy emocionado pero seguro de haberse conducido correctamente. Le dijo tranquilamente:
   -¿Estás arrepentida?
   -¡Sí!
   -El arrepentimiento vale sólo cuando tiene lugar espontáneamente, no cuando lo tiene por miedo a una consecuencia.
   -¡No, de verdad! ¡Estoy arrepentida! ¡Perdoname, por favor!
   Él la miró con dolor y le dijo:
   -Si de verdad estás arrepentida, no me pidás perdón, ¡pedime castigo!
   Ella guardó un cobarde silencio, entonces él la golpeó fuertemente dejándola en la misma condición que su hermana, tras lo cual les dijo:
   -Dolor por dolor.

jueves, 14 de febrero de 2013

Amor por amor (cuento) - Martín Rabezzana


  

   Un joven se encontró con otro cuyo entrenamiento en cuestiones místicas le había permitido viajar en el tiempo. Le dijo:
   -Quiero creer que es verdad lo que supuestamente lograste, y como me debés algunos favores te doy la oportunidad de agradecerme enseñándome a viajar en el tiempo, ya que hay algo muy importante que tengo que hacer en el pasado.... ¿Podés?
   El joven sonrió.
   -Sí, pero toma varios años de entrenamiento mental y no creo que quieras esperar tanto.
   El primer joven, un poco desanimado, mantuvo seria su expresión unos segundos, tras lo cual enérgicamente dijo:
   -¡Tiene que haber otra manera!
   El viajero del tiempo se esperaba esa declaración y dijo sonriendo:
   -Sí, hay otra manera... hay plantas procedentes de la isla de Pascua usadas por sus habitantes antiguos que te permiten entrar en un estado de conciencia que te lleva al pasado.
   El joven que quería viajar dijo:
   -¡La antigua sabiduría indígena americana!
   -Sí, es antigua, pero los habitantes más antiguos de la isla de Pascua no son indígenas de América sino de Oceanía.
   -¡Me voy ya mismo para la isla!
   -No hace falta. Tengo una de esas plantas en mi casa.
   Permanecieron en silencio durante un rato antes de ir a la casa del viajero. Una vez ahí él buscó la planta, le dio varias hojas y le dijo:
   -Hacé una infusión con esto y repetí varias veces en voz alta la fecha exacta a la que querés ir después de tomarla. Eso es todo. Una vez allá tenés diez horas solamente, después de eso volvés a esta época, y usá bien el tiempo porque no podés ir al mismo lugar dos veces. ¿Está todo claro?
    Su interlocutor asintió y se fue a su casa, preparó la bebida, la tomó y repitió varias veces en voz alta la fecha a la que quería viajar; después de varios minutos su percepción de todo el ambiente cambió; ya no estaba en el año 2010 sino en el hall vacío de un edificio en el año 1967; la planta había funcionado, lo había llevado adónde él quería.
   Se precipitó a la calle y tomó un taxi; le dijo al taxista que quería ir a cierto canal de televisión y al llegar, antes de salir le preguntó:
   -¿Sabe cómo tengo que hacer para entrar al canal y ver un espectáculo?
   -¿Venís a ver a esa cantante?
   -Sí.
   -¿Sos argentino?
   -Efectivamente.
   -Entonces decí que lo sos y te van a dejar entrar porque como va a estar esa extranjera, el lugar va a estar lleno de sus compatriotas y va a escasear el público local, por eso si chapeás de argento te dejan pasar de una.
   -¡Muchas gracias!
   Le pagó y bajó del taxi mientras el taxista miraba extrañado los billetes del siglo veintiuno que le habían dado; el joven siguió la indicación del taxista y entró al canal inmediatamente. 

   Una vez dentro se dirigió a un pasillo y buscó los camarines. Un guardia apareció y le dijo:
   -Disculpe, no le está permitido al público estar acá.
   -Estoy buscando el baño.
   -¡Ah! Está del otro lado, en el otro pasillo.
   -Gracias.
   El joven hizo como que iba para ese lado y cuando el guardia se fue volvió de nuevo corriendo hacia los camarines y entró en uno. Había una mujer dentro y ella dijo:
   -¿Estás buscando a alguien?
   El joven pensó rápido.
   -Estoy buscando a "..." para decirle que su presentación se va a retrasar unos minutos. ¿Está acá?
   -No, su camarín es el siguiente a éste.
   -Perdón.
   -No es nada.
   Fue al siguiente camarín y al ver que la puerta estaba entornada miró a su interior; había una chica sentada frente a un espejo que era la persona a la que buscaba. La saludó.
   -Hola.
   -Hola.
   Pasaron varios segundos en silencio y después ella dijo en su idioma:
   -¿Sos empleado de acá?
   -No.
   Entonces ella, un poco asustada, se levantó y fue rápidamente hacia la puerta, él se le interpuso y en el idioma de la chica le dijo:
   -¡Esperá, solamente quiero hablar con vos! Dame unos minutos y después me voy.
   Ella no vio maldad en su expresión, por eso ya tranquila dijo:
   -Está bien.
   Él la miró profundamente a los ojos y después de algunos segundos apartó la vista; hizo lo mismo varias veces. Después, habiendo tomado coraje le dijo:
   -¿No sabés quién soy?
   Ella negó con la cabeza.
   -Pensá. Sentí.
   La chica no tenía la mirada maliciosa que tendría algunos años más tarde. Esa mirada no era habitual en aquel entonces en las mujeres tan jóvenes; ella lo miraba inocentemente sin intención alguna de lastimarlo.
   -Vos me vas a tener dentro tuyo en algunos años y me vas a abandonar... ...Vine del futuro para verte.
    Entonces la mirada de la chica fue de sorpresa; él prosiguió:
   -¡Todavía sos una nena, mamá! -le dijo y se alejó.
   Después de unos segundos se volvió hacia ella y le dijo:
   -Sé que no me creés, por eso voy a decirte algo que te pasó de chica que vas a revelar en público dentro de muchos años; algo que no le contaste a nadie.
   Él le dijo lo que ella nunca le había contado a nadie y ella dijo sorprendida:
   -¿Cómo sabés eso?
   -Ya te lo dije; vine del futuro.
   Permanecieron en silencio durante varios segundos, tras lo cual le dijo:
   -¿Sabés qué?... ¡Yo quiero odiarte! ¡Te quiero cagar a golpes, pero no me hiciste nada todavía, e incluso a la persona que vas a ser que me abandonó nunca la pude odiar, y no sé por qué, ya que yo odio profundamente y tengo la mejor razón para odiarte a vos, pero!... no puedo.
   La chica lo miró con compasión sin saber qué decir; el no tener palabras no sólo se debía a la situación excepcional en que se encontraba, sino también a su manejo limitado de las mismas (y me refiero a las de su primer idioma), en parte debido a su joven edad y al hecho de ser una persona poseedora de una gran belleza, lo cual le permitía tener la atención y el afecto de mucha gente sin ningún esfuerzo, razón por la cual no le había sido necesario desarrollar su intelecto para obtener lo más importante de la vida; él se le acercó.
   -Quiero mostrarte algo.
   Se levantó una manga y le mostró el tatuaje que tenía en el hombro derecho. Ella sonrió y dijo:
   -¿Quién es?
   -Tu nieta.
   Su sonrisa disminuyó.
   -¿Cuántos años tiene?
   -25.
   -Pero vos tenés...
   -Fue a verme desde el futuro -y sonriéndole, agregó:

   -Ella heredó tu belleza. ¡Mirá qué linda que es!
   Él se alejó un poco y al ver una silla en la que había una guitarra dijo:
   -¡Una guitarra! ¿Puedo tocar?
   -¿Sabés?
   -No parece difícil.
   Él agarró la guitarra, empezó a arpegiar y ella dijo:
   -¡Buenísimo!
   Él sonrió.
   -¿Querés escuchar una gran canción o una mía?
   -¡Una tuya! -dijo riéndose.
   -Estaba jodiendo. Todas mis canciones son grandes; como reza el dicho medieval: "Hace bien en hablar bien de sí mismo quien no encuentra a nadie más que lo haga."
   Él cantó una canción y tras terminar ella aplaudió.
   -¿Te gustó?
   -¡Sí! ¡Tocá otra!
   Él tocó una canción en castellano que hablaba de desamor. Tras terminar dijo:
   -No te digo que es sobre vos, pero podría ser...
   Ella se mostró triste como él; él le preguntó:
   -¿Vos no escribís?
   -No.
   -¿Por qué?
   -Porque no tengo ninguna habilidad para eso.
   -Se puede aprender; aunque haya gente más talentosa que otra, cualquiera puede llegar a escribir algo técnicamente bueno, si no lo hace es porque no se esforzó lo suficiente... Todo el mundo tiene algo que expresar... ...Ponele melodía a algo que sientas profundamente, escribilo y cantalo.
   Permanecieron en silencio durante unos segundos y después él dijo:
   -Vine a conocerte y te conocí. Ahora me voy.
   Ella dijo:
   -¡Quedate un rato más!
   Él sonrió más felizmente que nunca y se sentó a hablar con ella de cosas alegres; después de casi una hora (que fue la mejor de la vida del joven) alguien la llamó y él dijo:
   -Tenés que irte, y yo también.
   Se puso de pie y ella hizo lo mismo.

   El joven la miró con resignada tristeza y dijo:
   -Es raro tenerte acá sabiendo quién sos... ...¡Sos más chica que yo, mamá!
   Ella lo abrazó y después de unos segundos él la alejó y dijo:
   -Años de gran esfuerzo estudiando tu idioma de m... valieron la pena -y se rió en voz baja. Después dijo:
   -Nos vamos a ver de nuevo.
   Ella apuradamente lo besó y él le devolvió el beso; se contemplaron unos segundos en silencio y mientras experimentaba una conmovedora mezcla de alegría y tristeza, él se fue lagrimeando.

Xanaliú (cuento) - Martín Rabezzana


   Camino por el desierto sufriendo el tormento del clima y la sed. Empujado por las imágenes divinas que abundan en mi mente. Arrastrado por las ganas de alcanzar un oasis y salir de la constante frustración del llegar a la cima de una duna, sólo para encontrar que al bajar cual un círculo interminable se encuentra ante mí otra similar.
   El día se vuelve noche y el calor extenuante, frío que congela hasta los pensamientos. Camino lentamente sin olvidar que es mejor la crueldad del desierto que la del suburbio; cierro los ojos unos segundos y el calor vuelve a presentarse. Es de día otra vez; ya perdí toda noción del tiempo. Ya no sé si un segundo dure lo que un día o viceversa.
   Venís a mi mente, visión milagrosa. Puedo verte pero no alcanzarte; tu imagen amable y sacrosanta se presenta ante mí como una triste metáfora de un oasis siempre lejano; tal vez el oasis no exista más que en mi imaginación, o tal vez sea yo producto de la de ella. Es probable que yo sólo viva en lo desconocido de su mente, pero intento salir de ahí antes de morir.
   Una tormenta de arena me lleva a cerrar los ojos. El viento es fuerte y el deseo de morir está más presente que nunca en mí; cuando entre lo inalcanzable de la vida parece estar la propia muerte, la existencia es un castigo cruel. Una súplica constante de compasión a una naturaleza despiadada.
   La tormenta pasó y sigo rumbo a ninguna parte.
   Creo en la inutilidad de toda acción. Siento que mi vida es como la idea taoísta del barco al que uno cree dirigir cuando en realidad el océano puede a uno destruirlo cuando quiera, por lo que me pregunto: ¿qué me hace seguir? La respuesta es: el instinto. El instinto de conservación me hace seguir adelante y crea en mí alucinaciones incontrolables en las que veo lo que necesito, sin embargo sé que todo espejismo es inalcanzable. No importa cuánto trate de acercarme, siempre está lejos de mí.
   La lluvia se presenta y me hace sobrevivir, pero en vez de salvarme hace que mi sufrimiento sea más largo.
   Si todo tiene un lado opuesto, para que uno sea feliz otro tiene que sufrir, por lo que creo que este largo camino de miseria permite que otro atraviese una senda de riquezas y amores.
   Camino un poco más y me desvanezco. Tras unos segundos abro los ojos y trato de levantarme; veo a lo lejos a Xanaliú. Vuelvo a desvanecerme y al abrir de nuevo los ojos estoy de vuelta en el desierto. Los vuelvo a cerrar esperando soñar otra vez con ese lugar.
   Sé que Xanaliú es sólo un sueño, pero tal vez al morir en ese estado de conciencia el mismo pase a ser real; abro los ojos y estoy en la ciudad mitológica.
   Camino por una estrecha calle rodeada de casas de agradable aspecto. Hay un silencio reinante sólo interrumpido por el rumor del viento chocando contra la vegetación circundante; veo a mujeres cuyas miradas no son de odio pasar a mi lado. Sigo caminando hasta llegar a una fuente de agua cristalina; una mujer joven está sentada sobre una piedra, le digo:
   -Hola.
   -Hola -me responde sonriendo.
   -¿Cómo te llamás?
   -Xana -me contesta.
   La miro bien y noto que es hermosa. Trato de distinguir el color de su piel y pelo pero no lo consigo. Al parecer el color pierde sentido en este lugar; la sigo mirando sin decirle nada y ella me pregunta:
   -¿Por qué me miras así?
   -Estoy admirándote -le respondo.
   Ella me da un beso y me abraza. Estoy sentado junto a ella y acaricio su rostro mientras le digo:
   -Vos no me odiás.
   -¿Por qué habría de odiarte?
   -Las mujeres me odian.
   -Yo no te odio -me dijo con verdadera preocupación en su expresión.
   -Pero eso es porque no existís.
   Me miró en silencio varios segundos antes de preguntarme:
   -¿Por qué dices que no existo?
   No contesté por varios segundos.
   -Leí sobre vos. Sos una ninfa, una diosa mitológica de las aguas. Existís sólo en la imaginación; cuando despierte no te voy a ver más... Decime que me equivoco.
   Ella no contestó inmediatamente.
   -Este estado de conciencia es tan real como cualquier otro... Yo existo y estoy contigo ahora.
   Ella me besa y siento que me desvanezco, un poco por el efecto emocionante de su proximidad pero sobretodo porque se me acaba el tiempo en este lugar; alcanzo a decir:
   -Chau Xana.
   Ella me saluda con la mano y yo me despierto de nuevo sobre las arenas.
   Me levanto con la dificultad propia de a quien una travesía semejante ha castigado, pero con la imagen agradable de aquella diosa en la mente que me hace querer seguir adelante intentando alcanzar un sueño similar.
   Yo no te olvido, Xana. Sé que estás en alguna parte esperando a otro viajero sufriente para reanimarlo con tus virtudes porque solidaria es tu naturaleza.
   Sigo adelante pensando en que cuanto más sufra, más posibilidades voy a tener de volver a verla; ahora no acepto al dolor con resignación, lo ansío profundamente, deseo que el mismo invada todo espacio de mi alma.
   Las dunas son cada vez más altas; camino lentamente y a cada paso me siento morir; una modesta provisión de agua me da energía para continuar, pero al igual que la lluvia que una vez me hizo seguir, esta agua hace a mi sufrimiento más largo, pero el dolor se hace más soportable esta vez sabiendo que tras mucho sufrir voy a estar con aquella a la que encontré sin buscar.
   Caigo al suelo y las imágenes de Xanaliú se amontonan en mi mente: en las calles puede verse la coexistencia de lo salvaje con lo civilizado. Árboles por todas partes cubren con sus ramas la parte superior de todas las casas. El agua está presente en cada esquina con su infaltable fuente. Hay pasajes subterráneos que llevan a también subterráneos pueblos; no hay una gran riqueza individual por parte de las personas pero sí hay una opulencia colectiva, ya que hay todo tipo de establecimientos comúnmente pagos en el estado de conciencia ordinario, accesibles gratuitamente a todos; no hay autoridades ni leyes morales. No hay tampoco formas de vida microscópicas imposible de no destruir; el castigo por causar dolor innecesariamente es la vuelta a la llamada realidad.
   Este es el sueño de los miserables, es el lugar al que se llega tras haber perdido toda esperanza y gana de vivir. El lugar situado más allá de todo sufrir.
   Desde el suelo y en un estado de semiinconsciencia escucho a mi deidad decir:
   -¡Te estás acercando!
   Me arrastro lastimosamente y consigo con dificultad levantarme; camino algunos metros y caigo de nuevo.
   Por momentos estoy ciego. Tengo los ojos abiertos y no veo absolutamente nada, los cierro y mi vista se sumerge en un lugar llamado tártaro. No hay acá suplicios físicos aplicados a nadie, hay en cambio un estado de angustia extremo más que evidente en las almas que caminan en un aparente estado de trance.
   No pertenezco ahí. Mi castigo no está en el tártaro ni en el desierto, sino en la vida profundamente dolorosa de la que escapé; me adentré en la soledad del desierto buscando salir de lo insoportable de una vida a la que ni siquiera pedí. Una vida en la que la felicidad estuvo siempre ausente. Una vida cuya aura siempre fue desagradable, ya que las personas a las que intenté acercarme se alejaron de mí sin siquiera darme la oportunidad de darme a conocer, es por eso que busqué la nada de la inexistencia y posteriormente el lugar y alma femenina de mis sueños en otro estado de conciencia, ya que lo que se conoce como realidad nunca fue para mí otra cosa que un castigo constante.
   Desde el suelo y en la semipenumbra de un naciente anochecer, siento que muero. Una mano perteneciente a una pálida mujer acaricia mi rostro.
   -Me llamo Freya. Yo te ayudé a llegar hasta acá trayéndote el alivio de las lluvias a las que consideraste culpables de un sufrimiento mayor, pero no lo hice para hacerte sufrir, te ayudé a sobrevivir para que puedas llegar a Xanaliú y estar con Xana. Si morís antes de alcanzar el estado de conciencia en que se encuentra, no vas a verla más.
   La contemplé con la mayor admiración de la que soy capaz. La miré en silencio durante varios segundos antes de tomar su mano, llevarla a mi rostro y empezar a llorar. Ella volvió a acariciarme y pude sentir lo más profundo de su alma en sus compasivas manos; se arrodilló detrás de mí y tras tomarme en sus brazos me alimentó e hidrató, después se levantó y me dijo:
   -Ahora tengo que irme. Tenés que seguir solo, pero no te preocupes, no estás lejos de Xanaliú.
   Debido a lo lastimoso de mi estado y a la conmoción de su presencia me costó hablar, pero llegué a decir:
   -Freya... gracias por venir.
   Ella me sonrió y su imagen se desvaneció ante mí.
   No sé cuándo haya empezado este viaje ni cuándo vaya a terminar, pero sé que el dolor es algo a lo que acepto sin mayores problemas si después de sufrirlo una diosa se cruza en mi senda.
   Vuelvo a entrar en un estado de conciencia alucinante.
   Varias mujeres con serpientes en lugar de cabellos se presentan ante mí. Sé que se llaman erinias; traen a mi conciencia todo el sufrir despiadado que viviendo causé; veo a toda la vida microscópica que con mi simple existencia destruí pasar ante mis ojos; me siento culpable. El remordimiento me invade. Entienden mi sentimiento de culpa y se van.
   Mi conciencia se aleja del mundo; veo múltiples obras de arte cuyas dimensiones son enormes situadas en una luna de Júpiter. Veo también las extrañas formas de los habitantes de dicho planeta sólo existentes en un pasado lejano; escucho sus expresiones de amor, odio, compasión y crueldad presentes aparentemente en todos los seres de inteligencia desarrollada.
   De vuelta en la tierra tengo acceso a las escrituras etruscas cuyos significados me son comprensibles; la escritura fonética es muy limitada en relación con la etrusca, ya que ésta última es capaz de hacer experimentar a quien la lea los sentimientos que se encuentran en ella registrados; esa complejidad fue su ruina debido a que nadie podía leer los acontecimientos cruentos en ella contados sin sufrir de un gran daño psíquico.
   Mi conciencia sobrevuela brevemente el océano antes de posicionarse frente a sangrientos ritos realizados por eslavos; entiendo mejor que nunca el hecho de que la religión saca lo peor de todos.
   Veo a Freya buscar a su amor por lejanos países; la veo sola y triste. Siento pena por ella y me doy cuenta de que su incapacidad de ser feliz la llevó a buscar la felicidad de los demás.
   Veo a Xana poner en el camino de viajeros sedientos fuentes de agua de grandes propiedades restauradoras; se la ve satisfecha ayudando, parece ser una mujer feliz. No tiene en la mirada el dolor característico de quienes se dedican a ayudar a otros.
   Mi visión empieza a viajar otra vez a alta velocidad sobre el mar; una vez en tierra firme veo al mundo en una etapa prehistórica. Mi visión vuelve a detenerse en un siglo diferente; después de haber viajado a través del espacio y de haber visto diferentes tiempos entendí que el tiempo no existe, sólo existe el espacio.
   Vuelvo al desierto y siento que por última vez me encuentro en este estado de conciencia.
   Me vienen a la mente las palabras inspiradas por aquello que más necesité y no pude tener:

                                        Sos indolencia lastimante;...
                                        Visión inspirante nuncá alcanzable.

                                        Tu presencia lejana jamás superable,
                                        hizo a mis días sufrientes más insoportables.


   Lo inalcanzable fue siempre para mí todo lo que quise, es por eso que habiendo sido mi vida un espacio lleno de ausencias, no lamento abandonarla.
   Camino unos segundos más y caigo inconsciente en las arenas; abro los ojos y estoy en Xanaliú.
   Una fuente se encuentra a varios metros de mí; me levanto haciendo uso de la poca fuerza que me queda, extiendo los brazos para servirme de un poco de agua y tras tomarla me siento completamente restablecido.
   Me adentro en la ciudad iluminada por un amanecer naciente y paso junto a varias fuentes; el hecho de que en ninguna de ellas se encontrara aquella a la que busco no me desanima. Estoy tranquilo porque estoy seguro de que el estado de conciencia en que todo lo que quiero me es inaccesible está en el pasado.
   Atravieso calles de un agradable empedrado, escucho el sonido de las hojas de los árboles agitadas por el viento, veo a lo lejos las olas de un mar transparente romperse con gran estrépito, dirijo mi vista al cielo y noto que el mismo está cubierto de estrellas mucho más brillantes y numerosas que las que vi en toda mi vida; tras caminar un poco más veo a una joven vestida de blanco sentada sobre una piedra en el borde de una fuente, me le acerco y estando ella de espaldas, la toco en el hombro, se da vuelta, me sonríe y yo le digo:
   -Hola Xana.

La traición (cuento) - Martín Rabezzana


   David cumplía 27 años y se estaba por casar con su novia Ana; su fiesta de cumpleaños estaba teniendo lugar en la casa de su prometida junto a sus familiares y los de ella; la hermana de su novia se llamaba María; era una hermosa chica de 15 años de pelo castaño; ella gustaba mucho del novio de su hermana y ese día al verlo solo le dijo:
   -En veinte minutos andá a mi habitación que yo te voy a estar esperando.
   David trató de ignorar la invitación que por supuesto supuso que tenía una implicancia sexual, pero fue vencido por el deseo por la chica y se dirigió a su habitación; ella en cuanto lo vio se sacó la ropa y perdió su virginidad con él.
   Unas semanas después tuvo lugar el casamiento de David; en la fiesta posterior María se le acercó y tomándolo de la mano le dijo que tenía algo muy importante que decirle y lo llevó hasta una habitación vacía. Le dijo:
   -Tengo un atraso. Creo que estoy embarazada.
   -¡¿Cómo que estás embarazada?!
   -Sí. No nos cuidamos.
   La hermana menor de María había escuchado todo tras la puerta. Fue corriendo hasta donde estaba su madre y le dijo:
   -¡Mamá! ¡Escuché a María hablar con un hombre y dijo que está embarazada!
   -¡¿Qué está embarazada?!... ¡¿De quién?!
   -No sé.
   -Pero, ¿con quién hablaba?
   -No sé, los escuché tras la puerta. No sé quién era el hombre.
   La madre se lo contó a su esposo y él, furioso, corrió hacia donde estaba su hija y le exigió que le dijera quién era el que la había embarazado, ella no quiso revelar su nombre y ante la insistencia agresiva de su padre salió corriendo; estando ya lejos de todos se detuvo a pensar. Tras unos minutos se le ocurrió buscar a un familiar adolescente de David presente en la fiesta de casamiento, lo encontró y tras llevarlo a un lugar alejado le dijo:
   -Estoy embarazada de alguien mayor... me quieren obligar a decir quién es y yo no quiero decirlo, por eso te pido que digas que estoy embarazada de vos.
   -¡Ni loco! -dijo él.
   ¡Por favor! Hay personas que van a sufrir mucho si se sabe de quién estoy embarazada.
   Él que gustaba de la chica se quedó en silencio unos segundos y después le dijo:
   -¿Y yo qué gano si hago lo que me pedís?
   Ella tras unos segundos tomó coraje y dijo:
   -A mí.
   Él la arrinconó contra la pared y le dijo:
   -Me tenés que dar un adelanto -y la besó.
   Ella no gustaba para nada del chico pero hizo un esfuerzo por mostrarse contenta. Después fueron adonde estaban sus familiares y ella le dijo al padre:
   -Estoy embarazada de él.
   El padre estaba junto a sus dos hijos varones que ya sabían lo que pasaba y empezaron a golpear al joven mientras María les gritaba desesperadamente que se detuvieran, pero lo golpearon tanto que quedó casi inconsciente, entonces María dijo:
   -¡Basta! ¡Basta! ¡Él no me embarazó!
   Tras escucharla dejaron de golpearlo y después de unos segundos de silencio el padre dijo:
   -¿Entonces quién fue?
   -...David.
   David que asustado había presenciado todo, abandonó corriendo su fiesta de casamiento perseguido por los familiares de su esposa.
   Ana había visto y escuchado todo pero no reaccionaba; ella se había casado con su novio, estaba todo bien hasta hacía unos minutos. Lo tenía todo y de pronto ya no tenía nada; su esposo la había traicionado y también su hermana.
   David no se presentó ante su esposa ni ante nadie de su familia por varios días; una tarde llamó a María por teléfono y le dijo:
   -Tenés que abortar.
   -¡No!
   -¡Pero tenés quince años! ¡Sos una nena! ¡No podés ser madre a tu edad!
   -Sí puedo.
   Después de unos segundos él le dijo:
   -Entonces... no vas a hacerlo.
   -No.
   Él colgó el teléfono y tomó conciencia de que su vida estaba arruinada; había perdido a su mujer e iba a tener un hijo que no quería tener; todo por unos minutos de sexo con esa hermosa chica.
   David estaba lleno de furia por María; se dirigió a la escuela en la que ella estudiaba y una vez ahí durante el recreo se dirigió a ella y tras decirle que tenían que hablar la tomó de un brazo y la llevó al baño. En cuanto estuvieron ahí empezó a golpearla fuertemente en el estómago; tras la paliza él se fue y ella permaneció en el suelo llorando; fue llevada al hospital y ahí se le dijo que había perdido su embarazo; David se dio a la fuga. Sabía que ahora era buscado por la policía.
   Después de varias semanas fue a buscar a su esposa al trabajo, quería hablar con ella porque la amaba; la encontró en el estacionamiento en el que había dejado su auto y le dijo:
   -Hola... No sé qué decir más que... perdón... Olvidemos todo; yo sé que vos me amás, por eso te casaste conmigo... sé que tu amor por mí no se terminó a pesar de lo sucedido... ...Vayámonos a cualquier lado y empecemos de nuevo.
   Ella permaneció en silencio varios segundos y con los ojos vidriosos le dijo:
   -Sos un hijo de puta.
   Sacó un arma de su cartera y lo mató, tras lo cual fue detenida por la policía; una vez en la comisaría se declaró culpable de matar a su marido ante los policías que la interrogaron y les contó por qué lo había hecho, entonces uno de ellos le dirigió a su compañero una mirada lastimosa, después miró a la mujer y le dijo:
   -Señora, entiendo perfectamente lo sucedido y no la culpo, pero si usted declara que no lo mató en defensa propia va a ser encarcelada, pero... si dice que él se le acercó y la amenazó con un arma (eso lo arreglamos nosotros), puede aducir defensa legítima.
   La mujer tras unos segundos tristemente asintió; declaró lo que le habían dicho que era más conveniente para ella y como su declaración resultó creíble, fue liberada; perdonó a su hermana y siguió con su vida.
   María también siguió con la vida normal que hasta hacía poco llevaba y aprendió algo muy importante que no habría de olvidar jamás: no hay nada peor que la traición.