martes, 27 de febrero de 2024

María Clara Combatiente (cuento) - Martín Rabezzana

("María Clara Combatiente", es la tercera parte de la -hasta ahora- tríada, que se inicia en el cuento: "María Clara: futura combatiente" y continúa en: "María Clara: ex combatiente".)


-Palabras: 2.125-

Final y nuevo comienzo

   María Clara Tauber era una anarquista convencida y hasta hacía meses atrás, contraria al uso de la violencia, hasta que el intento de secuestro en su contra realizado por una patota de la Triple A, que fue fallido gracias a la intervención armada de Ulises y Elena, ambos, guerrilleros montoneros, la empujó a unirse a dicha organización en pos de poder defenderse de la violencia extrema perpetrada por el estado.
   En los últimos meses del año ‘74, María Clara fue puesta en contacto por Ulises y Elena, con oficiales montoneros que acababan de volver del Líbano, país en el cual, habían recibido entrenamiento militar; los oficiales le impartieron clases aceleradas de combate que la convirtieron casi de la noche a la mañana, en una experta en el manejo de armas de fuego de todo tipo, de armas blancas, e incluso, en una practicante bastante respetable de técnicas de combate cuerpo a cuerpo;… La María Clara de constitución física débil y carácter temeroso, había dejado de existir.
   Una vez aceptada en Montoneros, a María Clara se le proveyeron documentos falsos que le permitieron vivir en la clandestinidad; mientras tanto, trabajaba en la sección prensa e inteligencia de ésa y otras organizaciones de extrema izquierda y vivía en diversas casas que “la orga” le proveía a sus integrantes; por motivos de seguridad, ningún militante se quedaba más de dos semanas en la misma casa.
  Fue en abril de 1975, en circunstancias en que se encontraba viviendo en Buenos Aires, más precisamente en la ciudad de Vicente López, en la calle Martín J. Haedo al 1330, a pocas cuadras de Gaspar Campos 1065, dirección en la que está ubicada la que fue última casa de Perón (“la orga” la había mandado a vivir ahí junto a otros compañeros, para que realizaran inteligencia en el área, ya que la conducción planeaba hacer algo en la casa de Gaspar Campos), que se reencontró con Ulises y Elena a quienes no veía desde hacía ya meses; la pareja le contó que la CNU (1) había empezado a extender su represión a diversas provincias y ya no sólo la perpetraba en el ámbito universitario, sino también, en el secundario e incluso, más allá de todo ámbito escolar; ambos le contaron que los aprietes, las amenazas y las palizas a los militantes de la UES (2), eran cada vez más frecuentes; le contaron que un miembro de dicho centro de estudiantes del Colegio Nacional número 1 de Rosario, les dijo que los preceptores de todas las escuelas del país, que eran simpatizantes del peronismo de izquierda o al menos, tolerantes con el mismo, tras la renuncia del “tío” Cámpora, fueron expulsados en masa, así como también, los directores y maestros que lo fueran, de todos los recintos escolares, y reemplazados por otros de derecha; en el caso particular de los preceptores, muchos procedían de la CNU y uno de ellos, junto a varios secuaces, en los últimos días venía amenazando a los chicos.
   Ulises dijo:
   -Después de cantar delante de militantes de la UES: “¡Si Evita, viviera, sería CNUera!”, les dice: “A fin de mes van a ver lo que les va a pasar, pendejos” -me dijo un estudiante que un preceptor les empezó a decir a diario hace unos días, mientras les hace ver que en la cintura, llevaba un arma; el tipo insinúa habitualmente que va a cometer agresiones sexuales, y no sólo contra las chicas, sino también contra los varones, y sabemos que esos tipos no son de los que amenazan por amenazar; lamentablemente, cumplen sus amenazas.
   María Clara preguntó:
   -¿Le comunicaron esto a la conducción?
   Elena respondió:
   -Sí, pero ni los de la regional ni los de la nacional de Montoneros, tienen ningún interés en proteger a los militantes de los frentes de masas.
   Ulises dijo:
   -Los de la Jotapé, hace rato que vienen pidiéndole a la conducción nacional de Montoneros que les manden combatientes para protegerlos de los sicarios de la Triple A, pero no lo hacen;… evidentemente quieren que por tal estado de indefensión, ingresen a Montoneros para protegerse, que es lo que hiciste vos.
   María Clara, tristemente asintió; después dijo:
  -¡Qué hijos de puta que son!… Tendremos que ocuparnos en algún momento de esas porquerías de Firmenich, Vaca Narvaja y Perdía, pero antes, tenemos que ocuparnos del preceptor ese, y de sus secuaces, y… ustedes vinieron justamente a buscarme para eso, ¿o no?
   Tanto Ulises como Elena, asintieron; María Clara, que si bien ya había participado de operativos armados pero sin hasta el momento haber matado, no dudaba de que, de ser necesario, lo haría, dijo:
   -Cuenten conmigo.

Operativo: “El nacional”
   
   Ese mismo día, María Clara, Elena y Ulises, partieron en el Renault 4 de estos últimos, rumbo a la ciudad santafesina de Rosario, con la intención de ejecutar su plan al día siguiente.
   La pareja había investigado al preceptor, que en el ámbito escolar estaba siempre secundado por tres individuos presumiblemente pertenecientes a la SIDE (3), y sabían por eso que a diario llegaba al colegio, poco después de las siete de la mañana en un Peugeot 404 de color blanco, junto a uno de ellos; los otros dos que también andaban con él, llegaban juntos en un Chevrolet 400 de color rojo; el plan era muy sencillo: tanto el preceptor de la CNU como el otro tipo, y así también, los otros dos represores, llegaban por la calle Necochea y estacionaban a media cuadra de 9 de Julio, es decir, a pocos metros del colegio, entonces era sólo cuestión de que los combatientes se pusieran uniformes escolares que los hicieran parecer alumnos (los tres tenían poco más de veinte años, por lo que su juventud hacía creíble que fueran alumnos de quinto año), y esperaran la llegada de los represores; en cuanto el Peugeot o el Chevrolet, estacionaran, María Clara y Ulises se acercarían al vehículo y tras sus ocupantes, bajar, abrirían fuego contra ellos; como era altamente improbable que ambos vehículos llegaran al mismo tiempo, la idea era matar solamente a los ocupantes del primer auto que llegara; a los otros dos represores, intentarían matarlos en un futuro operativo; tras la comisión de las ejecuciones, lo que seguiría sería la fuga en el Renault 4 que manejaría Elena, que debía estar estacionado con ella en su interior, en esa misma cuadra en la esquina opuesta a la calle 9 de Julio. 

Fuego

   Quince minutos antes de las siete de la mañana, los tres combatientes llegaron al lugar en cuestión; Ulises y María Clara, vistiendo uniformes escolares, bajaron del Renault 4 y caminaron por la calle Necochea, que a esa hora estaba casi vacía de transeúntes, ya que los alumnos ingresarían a las 7:30 y tan sólo el personal de la escuela ingresaba a la misma a las 7:00; nadie que los viera en el área, pensaría que eran otra cosa que estudiantes que, por algún motivo, habían llegado demasiado temprano y que por eso, vagaban por la zona mientras esperaban la apertura de las puertas del colegio (de hecho, algunas personas los vieron, y eso pensaron); Elena, que debía quedarse en el auto, también vestía ropa escolar, ya que si alguien, un policía, por ejemplo, le llegaba a preguntar qué estaba haciendo, podría decirle que era una alumna que estaba esperando que se hiciera la hora para entrar al colegio; el policía podría preguntarle de quién era el auto, entonces, con un tono de nenita ingenua, diría que de su papá, y él posiblemente preguntaría en dónde estaba su papá, entonces ella diría: “Fue a comprar cigarrillos”. Y señalando detrás del agente, agregaría: “Ahí viene”, entonces él se daría vuelta y ella sacaría un arma con la que le dispararía… pero afortunadamente nada de esto pasaría, lo que pasó fue que se hicieron las siete horas y el Peugeot 404 del preceptor de la CNU, llegó y estacionó en donde siempre lo hacía; sus ocupantes bajaron del vehículo y fue entonces que Ulises y María Clara, tranquilamente se les acercaron, sacaron sus armas y las gatillaron; por inverosímil que parezca, ambas armas se trabaron, por lo que ambos represores, al advertirlo, metieron sus manos bajo sus ropas en un inequívoco intento de sacar sus propias armas, lo cual, lograron, y llegaron a dispararlas en dirección a los guerrilleros, pero fallaron porque para cuando lo hicieron, tanto María Clara como Ulises, se habían refugiado detrás de autos que, cerca de la esquina 9 de Julio, estaban estacionados (María Clara estaba en la vereda derecha desde la óptica de los represores y Ulises, en la izquierda); desde detrás de ellos, habiéndose ya destrabado sus armas, respondieron a sus disparos; los represores parapoliciales, que se habían refugiado detrás del Peugeot 404 en que habían llegado, dispararon unas nueve veces; los guerrilleros, más de cinco cada uno; el fuego de los guerrilleros fue certero, y no así, el de los represores, y así fue que estos últimos quedaron tirados en el piso heridos de muerte; segundos antes de que cayera muerto el preceptor de la CNU, llegó el Chevrolet 400 a la cuadra del hecho, frenó en el sector derecho de la calle, y sus ocupantes, al ver desde el mismo el hecho de sangre, dispararon contra los combatientes, lo cual llevó a Ulises y a María Clara, a volver a refugiarse detrás de autos estacionados; Ulises disparaba con una pistola cuyo cargador, alojaba más de diez balas, mientras que María Clara había disparado en un principio con un revólver de seis tiros y como había agotado su munición en el primer hecho, debió recurrir a un segundo revólver de 5 tiros que tenía escondido bajo su pantalón a la altura de la pantorrilla derecha.
   El represor que se encontraba en el asiento del acompañante, abrió la puerta del auto y se agachó en posición de tiro detrás de la misma, que le sirvió de escudo, pero fue que en una de las veces que se asomó para disparar, ambos guerrilleros lo impactaron y cayó muerto al piso; el conductor del auto, al ver a su compañero abatido, intentó arrancar y retroceder, para irse del lugar, pero ocurrió que, por los terribles nervios que lo embargaban, manipuló demasiado fuerte la palanca de cambio que estaba integrada al volante, y la rompió, resultando esto en que no pudiera arrancar y no tuviera más opción que la de seguir respondiendo a los disparos; como su revólver se había quedado sin balas, cruzó al asiento del acompañante y bajó del auto en un intento de agarrar la pistola de su compañero de represión caído, lo cual, logró y siguió disparando; uno de sus disparos dio en una pierna de Ulises; en ese momento vio que María Clara, gatillaba, pero su arma no disparaba por haberse quedado sin munición, y si bien, tenía balas en un bolsillo que le permitirían reanudar los disparos, debía cargar su revólver, lo cual le daba al represor del estado, varios segundos de relativa seguridad respecto a que del sector derecho en el cual, él se encontraba, no procederían disparos; en ese momento, lo mismo que a su compañera combatiente, le ocurrió a Ulises, cuya pistola expulsó al cargador, quedando así bien claro, que las balas se le habían acabado; al ver esto, el represor parapolicial decidió cruzar la calle para ultimar a Ulises, a quien sabía herido y era el combatiente que más cerca tenía; mientras tanto, Elena, que permanecía en el auto viendo la escena mientras dudaba sobre si debía quedarse en el mismo, como estaba planeado, dispararle al represor, o qué, en un momento sacó su revólver y lo apuntó contra él, pero fue justo cuando éste bajó la cabeza y salió por el asiento del acompañante, saliendo así también, de su mira, y cuando el represor, arma en mano, empezó a cruzar la calle en dirección a Ulises, dejó de dudar completamente sobre qué debía hacer, y arrancó a toda velocidad el Renault 4 en dirección a él, embistiéndolo y haciéndolo volar por el aire; una vez que el mismo estuvo en el piso, María Clara, que recién había terminado de cargar su arma, fue corriendo hacia él, que se encontraba semiinconsciente, lo apuntó y le disparó un total de tres veces; después ayudó a Ulises a subir al auto, subió ella misma, y se fueron rápidamente del lugar.
      Ulises fue atendido por su novia Elena, que había hecho un curso de enfermería y se había especializado en la atención de heridas de bala, y se recuperó sin inconvenientes, tras no mucho tiempo, ya que la bala lo había apenas rozado.

   El operativo, pese a sus imprevistos, fue un éxito.


(1) Concentración Nacional Universitaria
(2) Unión de Estudiantes Secundarios
(3) Servicio de Inteligencia del Estado

lunes, 13 de noviembre de 2023

Magda de noche (cuento) - Martín Rabezzana


(La siguiente historia es un capítulo previo de mi cuento: “Gracias por venir a buscarme”, publicado en mi libro: “Mi obra consagratoria”).

-Palabras: 1.620-
   La conversación que a continuación se presenta, tuvo lugar una noche de viernes levemente fría del año 1929, en circunstancias en que los dos amigos transitaban tranquilamente por la calle Alsina a la altura 490, de la ciudad de Quilmes; uno de ellos, cuyo nombre era Lucas, le dijo al otro:
   -Todo tiene un lado opuesto y todos los opuestos son complementarios e interdependientes; el día no puede existir sin la noche. La vida no puede existir sin la muerte y la realidad no puede existir sin la ficción; por ejemplo: el “pueblo” (en el sentido de estado-nación, que es el que actualmente mayormente se le da a ese vocablo) no existe, ya que en cada país, la homogeneidad entre las personas en cuanto a cultura, formas de pensar, de sentir y de ser (lo cual debe darse por existente para aplicarle a los nacidos en el mismo territorio, un título étnico común), es absolutamente NULA, y por ser nula, la consideración de que quienes nacen en el mismo país conforman un pueblo, es totalmente fantasiosa; el “pueblo” es una ficción que, como toda otra ficción, sostiene una realidad; sin dicha ficción, su contraparte fáctica, no se sostendría. Como prueba de esto, formulo la siguiente pregunta retórica: si todos los que nos llamamos argentinos, dejáramos de llamarnos así… el presidente argentino… ¿a quién podría gobernar? A NADIE, ya que ninguna población puede considerar que sea su líder legítimo, alguien que lleve un título nacional, distinto al de ella, de ahí que la ficción de la nacionalidad sea imprescindible para la existencia de la realidad de la gubernabilidad.
   Entonces su amigo (que se llamaba Eloy), que nada convencido estaba de lo que había escuchado, le dijo:
   -Yo creo que es muy discutible tu idea de que la realidad está conformada por ficciones; si así fuera, bastaría con reemplazar a la historia con leyendas positivas para que a partir de ellas, las personas empezaran a conformar una realidad también positiva, y no creo que sea tan sencilla la cosa; yo creo que caés en el error de sobrevalorar a las fantasías, a las ficciones, ya que si bien, un valor, innegablemente tienen, el mismo no pasa de ser el que tiene cualquier otro tipo de divertimento, por eso, sin ánimo de ofender, te digo que para mí, lo que importa en serio, es la realidad, y es a ella que tenemos que valorar debidamente, en pos de entenderla y poderla mejorar; si nos llenamos la cabeza de ficciones, ninguna intervención útil podremos tener en los hechos; por todo esto es que considero que quienes le dan demasiada importancia a las fantasías, como por ejemplo, las personas religiosas, viven en un absurdo altamente nocivo para sí mismas y para los demás.
   Entonces Lucas, aferrado a sus ideas, le respondió:
   -Lo absurdo en serio, es desacreditar a alguien por tener creencias que consideramos fantasiosas (religiosas, políticas u otras), por asumir, como hacés vos, que lo único importante es la realidad, ya que a partir de las ideas fantasiosas que tengamos, actuamos de determinada manera, y con esas acciones, creamos determinadas realidades, y si tuviéramos otras ideas fantasiosas, actuaríamos de otra manera y crearíamos otras realidades, de ahí que SIEMPRE sean las ficciones que en la cabeza tengamos, generadoras de realidades, y de ahí a su vez que la separación entre la fantasía y la realidad, no exista.
   Eloy, que seguía sin aceptar el razonamiento que se le presentaba, dijo:
   -¡Pero mirá cómo se ha destruido (y se sigue destruyendo) el mundo por culpa de la gente que se ha tomado demasiado en serio, ideas totalmente fantasiosas! ¡Mirá el daño que han hecho las religiones!… Si la humanidad fuera más realista, mucho del daño que se hace a sí misma y a las demás formas de vida, disminuiría.
   Para ese entonces, los dos jóvenes que, como ya dije, habían iniciado esta conversación filosófica en la calle Alsina a la altura 490, al llegar a la altura 400, habían doblado hacia la derecha y empezado a transitar por la calle Sarmiento; tan sólo una cuadra los separaba de la calle Nicolás Videla en la que, a la altura 374, en donde actualmente hay un importante edificio moderno, en los años 1920 había un monumental cabaret llamado: “Magda de noche” (*), por el cual pasaron figuras de la música, legendarias, como Osvaldo Fresedo y
su orquesta, las cancionistas Linda Thelma, Ada Falcón y Rosita Quiroga, dúos tales como: Magaldi-Noda y Gardel-Razzano, además de deportistas de combate como Valentín Alberti y el griego Antonópulos, que en aquellos años veinte, eran cuchilleristas destacados.
   Tras unos segundos de silencio, Lucas dijo:
   -Vos valorás demasiado eso que llamás “realidad”, pero… ¿la realidad no es un concepto subjetivo? ¿Qué es la realidad?…    Para mí, lo que las distintas personas llamamos “realidad” al referirnos a la misma cosa, no es más que una coincidencia de subjetividades, y si nuestra subjetividad cambia, lo que llamamos realidad, también cambia, por la misma no tener existencia fuera de nuestra percepción.
   Eloy, con la tranquilidad de quien se cree poseedor de la verdad, dijo:
   -No… yo creo que la realidad existe, es unívoca y totalmente independiente de nuestra percepción por tener entidad propia.
   Lucas, levantando un poco la voz en esa marcha nocturna bajo las estrellas que entre ellos, hasta el momento se había realizado sin querellas, dijo:
   -Pero… si yo creo que algo es cierto y vos no, mi realidad será para vos, una fantasía, así como esto último será para mí, tu realidad; ¿y quién decide cuál de los dos tiene razón y, por consiguiente, quién es realista y quién, fantasioso?
  Entonces Eloy, que a diferencia de Lucas, era un creyente fanático en todo aquello que lleva el título de “ciencia”, respondió:
   -Para determinar quién ve las cosas como realmente son, están los diplomados en ciencias;… En tiempos recientes, la psicología y la medicina se han fusionado, y los expertos en ambas materias son totalmente capaces de determinar quiénes ven las cosas como realmente son, y quienes, producto de un trastorno psicosomático o somatopsíquico, son fantasiosos, por no decir: “enfermos” o “locos”; si leés por ejemplo, la obra de…
   Entonces Eloy abruptamente se calló y detuvo su marcha al igual que Lucas, en el mismo momento en que desde la calle Sarmiento, media cuadra antes de llegar a Nicolás Videla, vieron frente a “Magda de noche”, aparecer de la nada, una nube densa que durante unos treinta segundos se arremolinó sobre una vereda para después, al empezar a disiparse, descubrir a un hombre joven, elegantemente vestido y peinado a la gomina que, tras mirar sonriendo al cabaret que en la vereda frente a él, se encontraba, cruzó la calle y al mismo, ingresó.
    Tras esta visión de la que ambos descreyeron, Eloy le preguntó a su amigo:
    -¿Viste eso?
    Entonces Lucas, totalmente maravillado, dijo:
    -Sí.
    Seguidamente, ambos jóvenes se sumieron en un silencio total durante el cual, el cientificista Eloy, empezó a imaginar cómo sería tratado por la sociedad si manifestaba haber visto lo que vio; se veía siendo desacreditado, ridiculizado, humillado y hasta manicomializado por considerárselo, delirante, ya que nadie creería posible a lo que él entonces interpretó como la materialización desde la nada de una persona, pero él sí lo creía, y no sólo creía, sino que sabía, ya que acababa de presenciar tal suceso, pero eso que él sentía real, sería considerado irreal/fantasioso, por los demás, salvo claro, por Lucas, que también había sido testigo del hecho fantástico.
   Pasaron varios minutos en los que, una y otra vez, ambos jóvenes manifestaron sorpresa absoluta por lo que habían presenciado.
   En determinado momento, no sin cierto temor, cruzaron a la esquina de Sarmiento y Videla en donde habían visto a la nube teletransportar a un hombre, y tras un largo silencio, finalmente Eloy, ya con su criterio cientificista hecho pedazos, le dijo a su amigo:
   -Tenés razón… la separación entre la fantasía y la realidad, no existe.



(*) El cabaret: “Magda de noche”, situado en Nicolás Videla 374, esquina Sarmiento, en la ciudad de Quilmes (Magdalena del Buen Ayre, Buenos Aires, Argentina, América, planeta tierra) fue inaugurado en 1913 y demolido en 1956 por la Revolución Fusiladora (oficialmente llamada: Revolución Libertadora), en una acción tendiente a favorecer al centralismo cultural y económico porteño, que se veía (y se ve aún hoy) amenazado por todo lugar convocante en materia cultural y de esparcimiento, situado más allá de los límites de Capital Federal; este no fue el único caso; lo mismo ocurrió con muchos otros lugares en la década del 50 y en las siguientes, siendo destacables los casos del Cine/Teatro Colón, de Quilmes (1909-1969), imperdonablemente demolido, y el del Teatro Argentino de La Plata, que, por causas oficialmente desconocidas, en el año 1977 se incendió; la historia no oficial cuenta que fue el gobierno dictatorial el que intencionalmente lo prendió fuego; otra cosa no se puede pensar desde el momento en que cuando los vecinos testigos del incendio se presentaron en las comisarías para denunciar que habían visto a quienes lo iniciaron, la policía no quiso tomarles las denuncias y los amenazó de muerte al tiempo que les ordenaba con el tema no insistir; volviendo al cabaret “Magda de noche”;… el mismo vio el desarrollo, esplendor y ocaso, del tango-canción, y tuvo el honor de recibir en su escenario, a los más destacados músicos de dicho género musical, así como esos músicos tuvieron el honor de pasar por el escenario de ese lugar valiosísimo y hoy casi por todos, completamente olvidado, que debería haber sido declarado por la municipalidad, patrimonio histórico cultural de Quilmes, por el gobierno nacional, patrimonio histórico argentino y… ¿por qué no?, por la UNESCO, patrimonio de la humanidad.

viernes, 10 de noviembre de 2023

¡Libertad a Libertad! (cuento) - Martín Rabezzana

-Palabras: 672-

   A fines de los años 1980, en Argentina se puso de moda el patinaje sobre hielo; fue tal el furor que en esos años existió por dicha actividad, que casi no había parque de diversiones ni centro comercial que no tuviera al menos una pista de patinaje sobre agua congelada; la moda duró hasta mediados de la década siguiente (o sea, hasta mediados de la década denominada: “Pisa con shampain”), y fue un hecho específico (y lamentable) el que a dicha moda, en el país, le puso un punto que parecía ser final; increíblemente, este suceso (que pasaré a relatar, cuya veracidad me consta absolutamente, dado que fui del mismo, testigo presencial) fue sospechosamente ignorado por los medios de comunicación y hasta hoy, nada a este respecto podía encontrarse en internet; con esta publicación, el silencio sobre el hecho en cuestión, será roto, y así permanecerá eternamente.

   Resulta que una adolescente se encontraba junto a amigos, patinando alegremente una tarde de invierno en una pista de hielo situada en cierto centro comercial que, por discreción y por evitarme problemas legales, no voy a mencionar; por ella carecer de experiencia en la práctica del patinaje, se movilizaba torpemente y debido a esa torpeza, se encontraba continuamente próxima a caer, lo cual suscitaba en ella y en sus amigos, risas resonantes; tras varios trastabilleos, finalmente cayó de espalda al hielo, lo cual no le causó ningún tipo de lesión; esto no habría pasado de ser una anécdota graciosa menor en el ámbito familiar y amistoso de la joven, si no fuera por lo siguiente: como todos saben: los patines para hielo no tienen ruedas, sino cuchillas, y ocurrió que al ella caer, sus miembros inferiores se fueron para arriba en el mismo momento en el que un muchacho transitaba patinando en la dirección diametralmente opuesta a la suya, resultando esto en que la cuchilla de su patín izquierdo, cortara al muchacho desde lo que es… la chota, hasta la parte superior de la cabeza. Es decir: lo abrió en dos partes; de más está decir que el pobre pibe... no la pudo contar.
   Mientras el joven se encontraba muerto sobre el hielo, la chica se reía y se reía; no podía parar; obviamente, hasta el momento ignoraba lo que había hecho, pero fue que instantes después, sus amigos la ayudaron a levantarse y al ella ver al desafortunado joven, siguió riéndose, y si bien la risa no se daba en ella a causa del hecho trágico que su caída había producido, la misma (o sea, su risa), tras ser referida por varios testigos a las autoridades, fue usada por el Ministerio Público Fiscal, como base de un alegato acusatorio a la adolescente en el que se la imputó por la comisión de un “homicidio por placer”; la chica, cuyo nombre era (y es): Libertad Amestoy, fue condenada a cadena perpetua; fue por este hecho que el presidente Caalo Méndel (conviene no invocar su nombre verdadero) decretó la prohibición de las pistas de patinaje sobre hielo en todo el territorio nacional (fue una de las poquíiiiiisimas cosas buenas que hizo el hombre lobo devenido presidente); inentendiblemente, años después, dichas pistas volvieron a habilitarse (los legisladores que votaron a favor de la rehabilitación de dicha actividad, que no es un deporte, sino un juego perverso y cruel del que sólo pueden disfrutar los asesinos y suicidas en potencia o manifiestos, no tienen perdón de dios, de satán ni de NADIE).
   Como ya referí: Libertad fue en cana, y personas compasivas (yo incluido), entendiendo que el hecho dramático recién contado, fue el resultado de un accidente, en gesto de solidaridad con ella, poco después de su detención, nos hicimos hacer remeras que dicen: “¡Libertad a Libertad!” (a pesar de esto, lo crean o no, nunca la soltaron), y para las fiestas, le mandamos a la cárcel, pisa y shampain; actualmente (año 2023) nos seguimos solidarizando con ella, pero, en sintonía con los tiempos que corren, ahora le mandamos fainá y agua de la canilla.

miércoles, 11 de octubre de 2023

Noche de subversión de leyes naturales (cuento) - Martín Rabezzana

 -Palabras: 2.140-
   Hasta hacía no mucho tiempo atrás, el fenómeno guerrillero era totalmente ajeno al ámbito patagónico; nosotros sabíamos de las tomas de comisarías, cuarteles, y de los secuestros de empresarios realizados por organizaciones político-militares, gracias a los medios de comunicación, dado que dichas acciones tenían lugar en el norte y centro del país; en el sur, nada de esto ocurría, de ahí que a lo relacionado con la llamada “subversión”, lo viéramos con una incomprensión total, no obstante, cuando los combatientes detenidos de las FAR (1), el ERP (2) y Montoneros, fueron trasladados al penal de Rawson y muchos de sus familiares vinieron a la provincia de Chubut a visitarlos, nos cruzábamos con ellos en plazas, bares y restaurantes, además, como en esos tiempos escaseaban los hoteles, muchos de ellos se alojaban en casas de familia en las ciudades de Rawson, Puerto Madryn y sobretodo en la mía: Trelew.
   Nosotros asumíamos prejuiciosamente que los guerrilleros eran iguales a los presos comunes, lo cual equivale a decir que dábamos por hecho que procedían de medios sociales desfavorecidos y que a causa de las necesidades insatisfechas por ellos sufridas, que les habían impedido educarse debidamente como para poder ejercer trabajos bien remunerados, se habían llenado de un resentimiento contra la sociedad, que resultó en que decidieran atacarla, pero ocurrió que al nosotros conocer a sus familiares, esos prejuicios se hicieron pedazos, ya que los mismos, lejos de pertenecer a sectores marginados de la sociedad, pertenecían mayoritariamente a la clase media y alta y ejercían oficios profesionales como el derecho, la medicina y la docencia universitaria, por lo que nos quedó claro que las razones para tomar las armas que los guerrilleros tenían, no eran las que suponíamos, lo cual nos llevó a querer conocerlos en pos de entender cuáles eran, por eso fue que habitantes de diversas ciudades de Chubut, conformaron una comisión de solidaridad con los llamados “presos políticos” a la cual, yo me sumé, así fue que muchos vecinos de Rawson, Trelew y Puerto Madryn, durante aquel año ‘72, habitualmente nos dirigíamos a la cárcel para visitar a los guerrilleros y proveerles ropa, comida, bebidas y cigarrillos; durante esas visitas, nos contaron cuáles eran sus ideales personales y objetivos políticos, fue así que empezamos a conocer las motivaciones de sus acciones y entendimos que los hechos violentos que realizaban, si bien nosotros no los justificábamos, eran en respuesta a la violencia del estado argentino que había sido golpeado por los militares ya cinco veces en aquel siglo 20; entendimos que la dictadura militar en curso aquel año ‘72, así como todas las anteriores, tenía por objetivo salvaguardar los privilegios del gran empresariado nacional, que a su vez responde a un empresariado internacional, lo cual no puede hacerse sin negarle derechos a las masas, de ahí que cuando las mismas se organizan para reclamarlos, sean reprimidas, y cuando las represiones arbitrarias tienen lugar habitualmente, se genera un resentimiento masivo que se transmite transgeneracionalmente, que resulta en que en algún momento aparezca una generación dispuesta a responderlas aun a sabiendas de que esas respuestas pueden llegar a costar la vida; entendimos que esa generación era la de los veinteañeros de quienes los miembros del comité de solidaridad, éramos “apoderados”.
   Los combatientes nos explicaron que habían tomado las armas y conformado así, los grupos político-militares, con el objetivo de llegar al poder gubernamental para crear una sociedad en la que el desprecio hacia los necesitados, sea reemplazado por la solidaridad, de lo cual resultará un país sin clases, sin oprimidos ni opresores... sin jerarquías conformadoras de injusticias sociales… entendimos también que esto no puede lograrse si nadie se opone con fuerza a las clases dominantes, ya que, por supuesto, ellas no quieren que esto se logre, y como las mismas defienden sus posiciones privilegiadas con grupos armados (policía y milicia), a ellos hay que enfrentarse con armas. En fin… la cuestión es que, a principios de agosto, después de haber tenido hacia nosotros un trato totalmente amable, afectuoso y agradecido, los guerrilleros empezaron a sugerir que éramos espías del gobierno, lo cual, por supuesto, nosotros enfáticamente negamos; ellos nos decían que aun si no lo éramos, la sospecha que en ellos se había instalado, hacía imposible que en nosotros volvieran a confiar y que por eso lo mejor sería que dejáramos de visitarlos; nos dijeron además, muchas otras cosas que eran prácticamente ofensas personales que todos sentimos como totalmente injustas, fue por eso que yo decidí no visitarlos más, pero fue que llegó el 15 de agosto y se dio en el penal, un intento de fuga de guerrilleros que fue parcialmente exitoso, dado que varios de ellos lograron concretarlo y otros, no, y entendimos entonces que en las semanas previas, los partisanos habían hecho todo lo posible por alejarnos de ellos con el objetivo de que las autoridades no pensaran que estábamos colaborando en el intento de fuga que evidentemente ya estaban planeando (de todas formas, lo pensarían, de ahí que fuéramos detenidos durante la llamada “Operación Vigilante”, que los milicos llevaron adelante algunos meses después como represalia a los ciudadanos que nos habíamos solidarizado con los detenidos, y además, para que el miedo en las personas, llevara a la anulación en ellas de la solidaridad, lo cual, afortunadamente no pasó, dado que esas detenciones arbitrarias resultaron en protestas pacíficas masivas en Trelew, Madryn y Rawson). 
   Al yo saber del intento de fuga exitoso de algunos guerrilleros, e infructuoso, de otros, me sentí totalmente aliviado y contento, ya que significaba que las ofensas en contra de quienes hacia ellos no tuvimos más que respeto y afecto, no habían sido sentidas, e inmediatamente consideré volver a visitarlos, pero por supuesto… tras lo ocurrido, las visitas fueron prohibidas.

… … ...

   Una semana pasó desde la fuga y ocurrió que ese día (o sea: el 22 de agosto), el gobierno militar declaró ilegal la difusión de toda información relacionada con los guerrilleros; tras escuchar esa noche la noticia en la televisión, intuí que algo había pasado ese mismo día que había dado lugar a esa decisión, pero no sabía qué; hablé de esto con otros apoderados de presos políticos y coincidimos en que el motivo podría ser que recientemente hubiera habido otro intento de fuga en la Base Almirante Zar, que era el lugar al que los combatientes habían sido trasladados, por lo cual, junto a otro apoderado de detenidos de mi misma edad (yo tenía 19 años) llamado Pablo, salimos en la camioneta de mi viejo (sin que él lo supiera, claro), decididos a dar vueltas por la ciudad de Trelew por si llegaba a ocurrir que nuestra suposición fuera correcta y los partisanos prófugos, estuvieran en el área; dimos vueltas y vueltas durante horas intentando encontrarlos para ayudarlos a irse de la provincia, pero no lo conseguimos; de hecho, no vimos a casi nadie en esas horas de “yirar", ya que las calles estaban casi todas, desiertas.
   En un momento cercano a la medianoche, una intensa niebla empezó a rodearnos; la misma me llevó a tener que bajar la velocidad drásticamente, pero no por mucho tiempo, ya que de un momento a otro, la misma se disipó, y cuando así ocurrió, en la esquina de Belgrano y 25 de Mayo, Pablo y yo, nos vimos frente a un camión militar que nos cerró el pasó, del cual descendieron 9 militares; uno de ellos, mientras blandía un fusil, gritando nos dijo:
   -¡Bajen del vehículo ya mismo!
   Así lo hicimos e inmediatamente fuimos palpados de armas por uno de los milicos mientras otros revisaban la camioneta; al no encontrar lo que buscaban, el que parecía ser el jefe, nos dijo:
   -¿En dónde tienen las armas?
   -No tenemos armas -dije yo, muy asustado.
   -¿Cómo que no? ¡Si tienen una cara de subversivos que no pueden con ella!… -dijo el uniformado.
   -No señor; ¡le juro que no somos subversivos ni tenemos armas! -dijo Pablo.
   Seguidamente el milico le dio un culatazo de fusil que lo hizo caer; yo me le acerqué para auxiliarlo y también fui golpeado en la cabeza y hecho caer, entonces, tras patearnos repetidas veces estando nosotros en el suelo, el militar que aparentaba estar al mando, nos dijo:
   -Ustedes van a terminar como los otros, ¡comunistas hijos de puta!
   En ese momento, intentaron arrastrarnos hacia la parte posterior del camión, con el objetivo de llevarnos a una dependencia militar o policial, en la que, sin duda, nos harían pasar por lo peor, pero fue que cuatro jóvenes portando fusiles, aparecieron, y silenciosamente se posicionaron detrás de los represores que, al percatarse de su presencia, se dieron vuelta, apuntaron sus armas hacia ellos y dispararon, pero aparentemente erraron, ya que el fuego abierto por los jóvenes, fue el único que tuvo el efecto deseado; en menos de 10 segundos, los nueve milicos que habían bajado del camión, cayeron muertos bajo las numerosas balas que en nuestra defensa, fueron disparadas; en el curso de estos disparos, tanto Pablo como yo, permanecimos tirados en el piso, y fue desde el piso que vimos a una joven a la que reconocí de las visitas al penal de Rawson, llamada María Angélica, acercarse temerariamente al camión militar, desde el cual, el conductor, que era el único de los militares que seguía con vida, realizaba disparos; claramente vimos a la mujer, abrir la puerta y ser impactada por balas que parecían no lastimarla; una vez frente al conductor, le disparó con un arma corta en repetidas oportunidades; tras esto ocurrir, bajó del vehículo y entonces Pablo y yo, nos levantamos.
   Totalmente conmocionado, mientras les hacía señas para que se acercaran, le dije a los combatientes:
   -¡Vengan! ¡Suban a la camioneta!
   Y los cuatro jóvenes subieron rápidamente a la caja del Rastrojero Diesel.
   Arranqué el vehículo y pisé fuerte el acelerador mientras pensaba: “¿A qué lugar seguro podremos llevarlos?”… Se lo pregunté a Pablo, que estaba en el asiento del acompañante y me dijo que los lleváramos a un determinado lugar, pero inmediatamente cambió de opinión y propuso otro, pero respecto al mismo, también cambió de opinión y volvió a proponer otro lugar, hasta que en una esquina, una camioneta Chevrolet apareció y se detuvo; los guerrilleros empezaron a gritar muy contentos, entonces uno de ellos, me dijo:
   -¡Pará acá, que ahí están nuestros compañeros!
   Entonces yo frené, todos bajamos del vehículo y los cuatro guerrilleros, cuyos nombres eran: María Angélica, Rubén, Mariano y Clarisa, se despidieron de nosotros con un abrazo de lo más afectuoso; subieron a la camioneta Chevrolet, y a toda velocidad, se fueron.
   Pablo y yo volvimos a subir al Rastrojero; lo llevé hasta su casa e inmediatamente después de eso, me fui a la mía.
   Esa noche no dormí.

… … …
   
   A causa de la prohibición del gobierno militar de difundir toda información relacionada con grupos guerrilleros, la prensa no publicó lo que la madrugada del 22 de agosto de ese año 1972, había ocurrido en la Base Almirante Zar, por lo cual, recién a las dos semanas supimos por información escrita en hojas mimeografiadas que los abogados de los combatientes, clandestinamente repartieron, que ese día a las 3 y media de la mañana, 19 guerrilleros habían sido sacados de sus celdas y ametrallados; solamente 3 de ellos, sobrevivieron; los 16 restantes, murieron casi todos de inmediato.
   Tras leer los nombres de los muertos, quedé totalmente desconcertado, ya que entre ellos, estaban los siguientes: María Angélica Sabelli, Rubén Pedro Bonnet, Clarisa Lea Place y Mariano Pujadas, es decir, los mismos cuatro guerrilleros que la noche del 22 de agosto, nos habían salvado de los militares; no había duda de que eran ellos, dado que tanto Pablo como yo, por ser parte de la comisión de solidaridad con los presos políticos, los habíamos visto y tratado, en muchas oportunidades (salvo a María Angélica, a quien yo había visto solamente una vez, pero... un rostro así de hermoso, no se olvida), pero… ¿cómo puede ser que fueran ellos?… ¡Sí habían sido fusilados la madrugada de ese mismo día!   
   Primero pensé que los cuatro combatientes nombrados, habían sido incluidos por error en la lista de los asesinados; tiempo después, Pablo y yo, fuimos a hablar personalmente con sus abogados y con militantes de derechos humanos que trabajaban en el caso que posteriormente sería llamado: "Masacre de Trelew"; les contamos lo que nos había ocurrido y nos dijeron que era imposible que los jóvenes que nos salvaron de los milicos esa noche del 22 de agosto, fueran María Angélica, Rubén, Clarisa y Mariano, ya que habían sido asesinados durante la madrugada de ese mismo día, sin embargo, ni Pablo ni yo, tenemos ninguna duda al respecto: ¡ERAN ELLOS! 

   Los años y las décadas, pasaron, y a lo ocurrido, todavía no le encuentro explicación.



(1) Fuerzas Armadas Revolucionarias.
(2) Ejército Revolucionario del Pueblo.