miércoles, 19 de octubre de 2022

Impunidad sagrada (cuento) - Martín Rabezzana

 

-Palabras: 983-

   Cuando era chico, allá por principios de los ‘90, en circunstancias en que con unos amigos estaba jugando al fútbol en la calle, un vecino salió de su vivienda y nos recriminó haberle golpeado la pared con la pelota. El tipo estaba muy enojado, por eso, sin siquiera responderle, nos alejamos caminando del lugar, pero como nos empezó a seguir, empezamos a correr; de un momento a otro se escuchó una detonación y seguidamente caí en la vereda de lo que era el cine “Moderno” de Quilmes; una bala disparada por el vecino molesto, de quien posteriormente otros vecinos dijeron que era militar, me había rozado la cabeza; desde el cine un empleado llamó a una ambulancia que me llevó al hospital en el cual permanecí apenas unas horas, ya que fui dado de alta ese mismo día porque la herida, afortunadamente, fue superficial.
   Por voluntad mayoritaria de los padres de todos los chicos que integrábamos el grupo perseguido y agredido por el vecino (uno de ellos era abogado), decidimos no identificar al autor del disparo ante los miembros de las autoridades que intervinieron en el caso porque, si bien el hecho fue grave, a nivel legal, por las heridas haber sido leves (y así son consideradas judicialmente cuando tardan menos de un mes en sanar), no sería considerado así, por lo cual, de nosotros acusarlo, el tipo a lo sumo sufriría una suspensión o despido de la fuerza a la que pertenecía y una demora de algunas horas en alguna comisaría, después de eso volvería a su casa y seguramente estaría más enojado de lo que había estado por el hecho menor constituido por algunos ruidos molestos producto de pelotazos contra una pared de su casa, y ese enojo sumado a su posesión de armas de fuego, sumado a su vez a su falta de escrúpulos para utilizarlas, nos hacía a todos presumir que habría represalias de su parte si nosotros lo denunciábamos; como yo no estaba muy convencido de dejar las cosas así, algunos días después del hecho le pregunté a mis padres si estaría bien que yo fuera contra lo decidido por los otros padres y revelara ante las autoridades la identidad de mi agresor, me respondieron que eso debía decidirlo yo mismo y me dijeron que ellos respaldarían cualquier decisión que yo tomara; como yo tenía apenas 10 años, no me era difícil desacatar la decisión de la mayoría, sino totalmente imposible, pero los años pasaron y me fui volviendo cada vez más desacatado, rebelde e inmanejable, tras un periodo de miedo y falta de confianza en mí mismo, producto justamente del hecho en cuestión sufrido, que revertí por completo cuando empecé a ponerme en forma con un entrenamiento boxístico que me apasionó al punto que empecé a considerar seriamente dedicarme profesionalmente al deporte de los puños (lo cual, por ciertos motivos, terminé no haciendo). La cuestión es que con una vida, por ese entonces, falta de rumbo, de perspectivas y esperanzas, que resultaba en que a diario, a toda hora y a cada segundo, deseara abandonar para siempre este mundo (lo cual a su vez resultaba en que ante una situación de peligro, fuera totalmente incapaz de sentir algo siquiera parecido al miedo), teniendo yo dieciocho años, una de esas noches de proyectos de salida echados a perder por la cancelación sorpresiva de varios integrantes del grupo con el que la salida estaba prevista, me encontré vagando por las calles con una botella de alcohol por toda compañía. Fue entonces que decidí desacatar a la voluntad mayoritaria de “dejar las cosas así”, que entre los chicos y nuestros padres, se había hecho efectiva, pero mi desacato nada tendría que ver con informarle algo del hecho en cuestión a las autoridades.

   Era un viernes tipo 11 de la noche; nada había en la atmósfera que hiciera presumir la ocurrencia inminente de un hecho fuera de lo ordinario; ni siquiera en mi sentir había algo extraño, por más que me supiera cerca de concretar algo que había fantaseado durante años con hacer.
   Con pasos no muy rápidos, me dirigí a la casa del vecino que, cuando tenía 10 años, me había disparado; todavía vivía ahí; golpeé a su puerta y tras algunos segundos, desde detrás de una ventana, él me preguntó quién era; le respondí que era el pibe al que casi mata varios años atrás; me pidió que me fuera. Yo le dije que pasaba para dejarle mi perdón (le mentí); el tipo dudó unos instantes, tras los cuales, abrió la puerta; seguramente estaba armado y no habría dudado en accionar su arma ante el menor levantamiento de la voz de mi parte, pero no tuvo tiempo de hacerlo porque en cuanto la puerta se hubo abierto, lo derribé con un golpe de puño que fue el primero de una cantidad incontable de golpes que impiadosamente le asesté.
   Una vez que hube consumado mi venganza, me fui a mi casa.
   Al día siguiente, al transitar los alrededores de la vivienda del militar, vi que varios patrulleros, a la misma se acercaban; muchos vecinos estaban en la calle y comentaban que al milico lo habían matado a golpes. También escuché que decían que vivía solo desde que su mujer se había ido por las palizas que él le infligía y que ellos escuchaban sin atreverse a denunciar, de ahí que nadie del barrio lamentara en absoluto lo que le habían hecho.
   Al enterarme de que había matado a ese hombre, no me sorprendí ni me asusté, simplemente me preparé para que en cualquier momento me fueran a detener, pero eso no pasó ese día ni el siguiente; de hecho, ya transcurrieron más de veinte años y todavía no pasó, de ahí que cuando se habla de la “impunidad” como algo necesariamente negativo, de ustedes querer encontrarme, les sugiero que me busquen entre aquellos que con tal consideración, disienten.

domingo, 9 de octubre de 2022

Tiempos pre y post hecatombe (cuento) - Martín Rabezzana

-Palabras: 2.558-
   Una tarde de cierto año, en circunstancias en que escapaba de la policía tras ésta ultima reprimir una manifestación pacífica, un joven corría con todas sus fuerzas intentando lograr una evasión que parecía imposible, ya que tras doblar una esquina, se vio acorralado por uniformados que hacia él se dirigían con las peores intenciones; en ese momento divisó a tan sólo unos metros de donde estaba, un edificio cuya entrada estaba abierta y al mismo ingresó; una vez dentro, se escondió en un cuarto cuya puerta también estaba abierta, en el que se guardaban elementos de limpieza; en ese lugar estaba decidido a quedarse hasta que el ruido de las sirenas, balas y gritos, cesara o hasta que la policía llegara, lo cual parecía algo inevitable por ocurrir de un momento a otro, ya que los policías lo habían visto entrar al edificio, sin embargo, los minutos pasaron y nadie lo fue a detener.
   El ruido procedente de la calle, que, como ya expresé, estaba constituido por sirenas policiales, disparos de armas y gritos, había cesado ni bien había el joven ingresado al edificio, no obstante, en el mismo permaneció durante casi dos horas antes de animarse finalmente a salir; cuando lo hizo, notó que el panorama era muy distinto al que había visto previamente; lo primero que le pareció raro, fue la calma absoluta que reinaba; no había ningún sonido irritante, ya que sólo se oía el cantar de los pájaros y el soplar de un suave viento; ya no había en las calles, manifestantes ni policías, de hecho, muy poca gente transitaba por lo que él conocía por “zona céntrica”, y esa poca gente lo miraba y lo saludaba muy amablemente al pasar a su lado; el joven, embargado por un enorme desconcierto, respondía de igual modo; tras caminar unos 10 minutos, dos hombres se le aproximaron y muy cortésmente le pidieron que los acompañara, entonces, el muchacho resignadamente pensó: “Perdí…”.
   En un auto algo extraño para él, desde el cual veía un paisaje urbano que también le resultaba extraño, el joven fue llevado hasta un lugar que él suponía, sería de detención, pero una vez ahí, tras ser dejado solo, empezó a dudar de que lo fuera, ya que el mismo, lejos de parecerse a una celda, era una hermosa vivienda provista de todas las comodidades, con vista al mar (que vaya uno a saber de dónde había salido, dado que el Área Metropolitana de Buenos Aires, que es el lugar del cual el protagonista de esta historia, procedía, dista cientos de kilómetros del mar más cercano), cuyas puertas estaban sin llave y no había guardias en el exterior que lo vigilaran; las viviendas que en esa área estaban, parecían ser similares y los vecinos saludaban alegremente desde el frente de sus casas al detenido (¿?) cuando lo veían asomado a una ventana de su lugar de detención (¿?); todo esto sorprendió al joven que empezó a considerar que tal vez sus sentidos le estuvieran jugando una mala pasada, o tal vez, una buena, dado que todo lo que estaba viviendo, era positivo, pero fue que tras un rato, los hombres que lo habían conducido hasta ese lugar, volvieron y le empezaron a hacer preguntas, entonces él pensó que en ese momento se vería devuelto a la “realidad” que, en tal circunstancia, habría implicado ser sometido a un tratamiento cruel por parte de sus interrogadores, pero nada de eso se dio, lo que se dio fue una serie de preguntas amablemente formuladas que, por ser para el joven, extremadamente extrañas, no pudo responder; ante esa ausencia de capacidad de respuesta, los interrogadores le pidieron al interrogado que contara qué era lo que le había pasado previo a que ellos llegaran, entonces les habló de lo acontecido ese día y les manifestó que lo vivido por su familia en los ‘70, lo había marcado a fuego, de ahí que ésa fuera una década clave para su vida ya que a causa de todo eso, inició una militancia política que resultó en que ése día concurriera a la manifestación; los interrogadores se miraron extrañados evidenciando no entender lo que se les estaba diciendo, no obstante, uno de ellos, creyendo que si dejaba al joven explayarse, podría llegar a comprender algo de lo por él expresado, le pidió que se extendiera en su explicación sobre su motivación para incursionar en la militancia política; le dijo que él desconocía lo que había ocurrido en esos años ‘70, entonces el interrogado pensó que de él se estaba burlando y se negó a responder. El interrogador se dio cuenta de eso, entonces le dijo:
   -Hacé de cuenta que le hablás a alguien que no vivió esa época; ¿cómo me explicarías lo de los ‘70? … Te pido por favor que me informes al respecto.
   Entonces el joven, tras tomar aire profundamente, dijo:
   -En los años 1970, se dio una masificación en cuanto a la aceptación de políticas tendientes a la mejor distribución de las riquezas, y a tal tendencia se la suele denominar: “socialismo” (aunque no lo sea, ya que en dicha corriente suele ser incluida cualquier política favorable a los derechos de la clase trabajadora como por ejemplo, el peronismo, cuyo líder, o sea, Perón, era antisocialista), y como el “socialismo” busca ampliarle derechos a las clases bajas y medias, lo cual implica necesariamente quitarle privilegios a las clases altas (o sea, a las dominantes), que son las que han creado a las Fuerzas Armadas y de “seguridad” para autoprotegerse, éstas últimas clases financiaron el golpe del ‘76 por haber resuelto que la represión por dentro de la legalidad, no alcanzaba para defender y ampliar sus privilegios, así como también financiaron toda una serie de medidas represivas por fuera de la legalidad, previas a tal año, que tuvieron su mayor expresión en lo que fue la Triple A; esto ocurrió, por supuesto, no sólo en Argentina, sino también en la mayor parte de América, de ahí que el proyecto de “aniquilamiento de la subversión”, diseñado para aplicarse en toda una serie de países americanos, que tuvo por título oficial: “Plan Cóndor”, no haya sido diseñado en ninguno de los países que lo sufrieron, sino en cierto país, en el cual, el (nefasto) capitalismo tiene sede mundial;…La toma del poder estatal por parte de los militares tuvo su justificación en una defensa de la sociedad ante el avance de grupos guerrilleros que, si bien cometían hechos graves, lo que hacían no alcanzaba para lograr la aceptación de la población a la misma, fue entonces que las clases dominantes decidieron empeorar el estado de cosas al financiar a escuadrones de la muerte que crearan un terror en la población que, según la derecha, provenía únicamente de la guerrilla “subversiva”, pero como esto tampoco alcanzaba para lograr por parte de la ciudadanía, aceptación a un nuevo golpe de estado, se creó, también en el país en que el capitalismo genocida tiene sede, un plan económico de consecuencias desastrosas para la población, que fue el denominado: “Rodrigazo”; tal plan, ejecutado en 1975, generó, entre otras cosas, devaluación de la moneda, hiperinflación y un aumento del costo de los servicios; dicho plan de ajuste, le puso fin a 11 años ininterrumpidos de crecimiento económico y llevó a un descontento generalizado que dio lugar a protestas masivas en que, como suele ocurrir en estos casos, se pretendía no sólo la renuncia del ministro de economía, sino también de la presidenta y se dio, como cosa generalizada, la (equivocada) presunción de que cualquier otro gobierno sería mejor, incluso uno no constitucional; con esto último, el establishment logró su cometido de generar un malestar en la población tal, que resultara en una casi nula oposición al golpe que sobrevino el siguiente año.
  Tras decir todo esto, el joven preguntó:
   -¿Sigo?
   Ambos interrogadores asintieron con la cabeza y uno de ellos le dijo:
   -Sí sí; seguí por favor.
   Entonces el joven continuó.
   -Dentro de cada país, existen tres clases sociales: la alta, la media y la baja; la alta (que es la derecha por antonomasia) no quiere que las dos que tiene por debajo ganen derechos porque con eso, ella se va al descenso, y lo mismo ocurre entre los diferentes países que conforman el mundo; los de arriba no quieren que los del medio y los de abajo ganen derechos, porque eso equivaldría a un ascenso, y si el mismo se da, ellos descienden, y como las Fuerzas Armadas, como ya dije, fueron creadas por las clases dominantes para autoprotegerse, fue por causa de esa defensa que ante el aumento en la población de la adhesión al socialismo, llevaron a cabo un plan de aniquilamiento de quienes promovieran políticas tendientes a la ampliación de derechos de los de abajo, y eso, por supuesto, no fue abiertamente dicho, ya que oficialmente los milicos defendían al país de la guerrilla terrorista y subversiva, y tal aniquilamiento de la “subversión”, implicó el secuestro, la tortura, la violación, el asesinato y la desaparición, de miles de personas consideradas “zurdas”, de las cuales, sólo la menor parte era realmente guerrillera; el grueso de los reprimidos por el estado estaba constituido por militantes políticos o sociales, cuyas actividades no eran armadas, sindicalistas, defensores de derechos humanos, abogados defensores de víctimas de la represión, integrantes de grupos religiosos no pertenecientes a la derecha católica, estudiantes secundarios y universitarios, familiares de los sindicados como “subversivos”, ya que al no encontrar a quienes buscaban, los grupos de tarea solían llevarse a sus familiares o amigos, así como solían también matar a toda la familia de alguien perseguido tras hacerle firmar primero al jefe familiar, papeles con los que le transfería sus propiedades a los represores, lo cual también le ocurrió a grandes empresarios que, por no querer alinearse con el gobierno de facto, fueron secuestrados y bajo tortura fueron obligados a entregar sus empresas y propiedades, dando cuenta todo esto de que había una intención de disciplinar a toda la sociedad, independientemente de la ideología que sus miembros tuvieran, y todo esto, que fue presentado por Videla como una “defensa de la civilización occidental y cristiana”, fue en realidad, una defensa del capitalismo transnacional, de ahí que la represión del gobierno de facto haya sido favorable al gran empresariado local y extranjero que se vio beneficiado por las medidas económicas del ministro Martínez de Hoz, y totalmente desfavorable para los intereses de la clase media y baja que sufrió, además de por la represión, por las medidas económicas liberales que dicho ministro implementó, que implicaron un aumento en el costo de los servicios, un congelamiento de los salarios, un aumento de la inflación que fue récord en la historia argentina, una apertura a las importaciones, que resultó en un cierre masivo de fábricas locales, y un pase de las deudas de las empresas privadas, al ámbito estatal, resultando esto en una necesidad de pedir préstamos para pagarlas, fue por eso que en paralelo con el decrecimiento de las deudas de las empresas del sector privado, aumentó la deuda externa, deuda que deja al país endeudado en manos del capitalismo genocida cuya oficina central se llama: Fondo Monetario Internacional; por todo esto es que queda clarísimo que dichas empresas financiaron a los militares para que hicieran lo que hicieron que no fue otra cosa que favorecer a los capitalistas locales, hijos no reconocidos de los capitalistas extranjeros, y a sus extranjeros “padres”;… ...Quienes en cada país conforman la burguesía, constituyen un sector minoritario de la población, sin embargo, ellos creen que son el país, el “pueblo”, y son en realidad, el antipaís, el antipueblo… ellos (el alto conchetaje) son los verdaderos apátridas, y en sus elogios continuos a países “primermundistas” y expresiones despectivas alusivas al país en que nacieron, exponen su voluntad (siempre infructuosa) de a países explotadores, pertenecer, es por eso que la siempre exitista clase alta, que, como ya dije, es la derecha por antonomasia, es entreguista por naturaleza, no significando esto que no pueda no serlo la izquierda, ya que la izquierda puede ser cipaya, pero la derecha NO PUEDE no serlo, dado que por encima de las Fuerzas Armadas y de “seguridad”, está el estado. Por encima del estado, está la oligarquía, y por encima de la oligarquía local, está la oligarquía internacional; la derecha gubernamental es la que abiertamente defiende este sistema espantoso que a su vez se sostiene con aportes no menores de la izquierda también gubernamental, de ahí que yo considere que tanto la izquierda como la derecha gubernamentales, desde diferentes posiciones, sostienen al mismo sistema, y de ahí a su vez que yo sea de IZQUIERDA NO GUBERNAMENTAL
   Entonces el joven volvió a hacer una pausa y uno de los interrogadores volvió a animarlo para que continuara al decirle:
   -Seguí, por favor.
   El joven dijo:
   -La aplicación durante el gobierno militar de medidas económicas liberales, fue un éxito, ya que los grandes grupos empresariales, locales y extranjeros que financiaron el golpe, se vieron favorecidos; para fines de los ‘70, ni la clase baja ni la media, amenazaban ya con quitarle privilegios a la alta en este país, y en el ámbito internacional, lo mismo ocurría; la serie de países americanos cuyas poblaciones se habían organizado políticamente para mejorar sus situaciones, amenazando con ese “levantar cabeza” a los intereses de los países más explotadores del mundo occidental (denominados comúnmente: “desarrollados”), había sufrido una herida que ya en ese entonces, se sabía que tardaría décadas en sanar, lo cual resultó en que las cosas volvieran a ese estado de enfermedad que las clases explotadoras denominan: "normalidad", es decir: las clases dominantes locales, mantuvieron y hasta aumentaron sus riquezas, y así es que muchos de los pertenecientes a las clases medias, se convirtieron en pobres y los que ya eran pobres, se volvieron aún más pobres, y es por sentir que esto debe cambiar, que decidí militar en política.
   Entonces los interrogadores volvieron a mirarse extrañados y se alejaron del joven que permaneció sentado en una silla mientras los veía entre ellos, deliberar; tras algunos minutos volvieron a acercársele y uno de ellos le dijo:
   -Sé que te va a parecer extraña la pregunta, pero por favor, respondela: ¿de qué año venís?
   Entonces el joven, tratando de contener una risa nerviosa, dijo:
   -¿Cómo, de qué año vengo?
   -Si; ¿de qué año venís?
   Entonces respondió:
   -De 1989.
   Los dos interrogadores, cuyos tiempos escaseaban en registros históricos previos al año 2049 debido a que en su mayoría se habían perdido durante la hecatombe mundial que ese año había tenido lugar, por haberse recientemente publicado en todos los medios de difusión del mundo, sabían que los científicos habían logrado teletransportar seres humanos en el tiempo y que ya estaban en condiciones de llevar hasta sus días, a personas de tiempos pasados para que ilustraran a la población en materia histórica, de ahí que le hubieran dicho a la gente que estuviera atenta porque los viajeros del tiempo, en cualquier momento llegarían.
   El joven, con cierto temor a ser tomado por loco, tímidamente preguntó:
   -¿En qué año estamos?
   Y con gran emoción, uno de los interrogadores le respondió:
   -En el 4022.
   Tras lo cual, ambos interrogadores, casi al unísono, sonriendo le dijeron al viajero del tiempo:
   -¡Bienvenido!
   Entonces todo lo que para el joven era un enorme sinsentido, empezó a tener sentido.

jueves, 29 de septiembre de 2022

Cuatro enemigos de la humanidad (por no decir otra cosa) (cuento) - Martín Rabezzana

-Palabras: 514-

   Una joven, mientras esperaba en el banco de una plaza a tres amigos que en auto la pasarían a buscar para ir juntos a la universidad, se puso a leer un panfleto que por la calle le habían dado; el mismo decía lo siguiente: Los psicólogos son las versiones laicas de los curas confesores, y su función principal es la de entregar víctimas a la santa inquisición psiquiátrica, de ahí que el consultorio de un psicólogo constituya una trampa por ser el mismo, un pasaje directo hacia una sala de prescripción de torturas en la cual, un picaneador farmacológico, por su supuesto bien, induce y fuerza a las personas a cambiar sus modos de pensar, de sentir y de ser; de lograrse el sometimiento total y absoluto de los cuerpos y almas impiadosamente flagelados, a la voluntad del “santo inquisidor moderno”, se habla de una “remisión de la enfermedad”, “enfermedad” que, según los “expertos en salud mental”, reaparece cuando quien con psiquiatría es torturado, se atreve a desacreditar en su pretendida positividad, a los tormentos por él sufridos, a negar la existencia de su supuesta patología, a pedir pruebas clínicas de ella (pruebas que nunca existen), y/o a negar el derecho del torturador diplomado, a imponer su tortura a la que él, hipócrita e invariablemente denomina: “tratamiento médico”.
   Nada de esto se hace sin la aprobación de las mayorías, aprobación que, de transmutar en rechazo, resultará en el cese de estas prácticas represivas y aberrantes a las que se disfraza de “ayuda médica” y/o “psicológica”.
   Los psicofármacos, con o sin receta, son venenos; la psiquiatría es tortura; es picana farmacológica. Los psiquiatras son torturadores, carceleros y verdugos, y los psicólogos y trabajadores sociales, son quienes a ellos les entregan víctimas.
   Evitá ser víctima y evitá ser victimario; rechazá por igual tanto a la psiquiatría como a las psicoterapias.
   Justo después de que la chica terminara de leer el texto, llegó el auto de sus amigos y a la parte trasera del mismo, subió; a su lado estaba uno de los dos varones que en el vehículo, viajaban, y en la parte delantera estaban, en calidad de conductora, una chica, y de acompañante, un muchacho; tras el saludo de convención, la recién llegada le comentó a sus tres amigos el contenido del panfleto, leyó en voz alta algunos pasajes del mismo y entre los cuatro se rieron y burlaron del redactor por considerar que lo por él expresado, constituía un delirio.
   La chica, así como sus tres amigos, se dirigía a la Universidad Nacional de La Plata; ella estudiaba en la facultad de psicología, la otra chica estudiaba en la facultad de periodismo y comunicación social; uno de los muchachos estudiaba en la facultad de ciencias médicas y el otro, en la facultad de trabajo social; dicho esto, no es de extrañar que los cuatro se hayan burlado de lo expresado en el texto ya presentado, dado que, por las carreras que cursaban, los estudiantes eran cuatro futuros guardianes del establishment, es decir: cuatro mierdas.

domingo, 25 de septiembre de 2022

Lili Combatiente (tercer -y último- capítulo) (cuento) - Martín Rabezzana

-Palabras: 1.532-
Dedicado a María Antonia Berger.

Árboles humanos

   Tras los hechos de sangre que resultaron en que Lili, militante social, convirtiérase vertiginosa e inesperadamente en una combatiente destacada, ella, junto a otros partisanos, decidieron abandonar la provincia de San Luis por el control mayor que necesariamente en dicha provincia, sobrevendría justamente por lo recientemente hecho por ella y sus compañeros.
   En dos autos partieron los seis guerrilleros rumbo a La Pampa, lugar en el que planeaban reunirse con otros montoneros para coordinar acciones ofensivas dirigidas a las fuerzas represivas, pero fue que al llegar a la ya mencionada provincia, sólo pudieron contactar a un montonero procedente de Santa Fe que les dijo:
   -Cayeron todos los combatientes de mi pelotón; están cayendo como moscas todos los compañeros de todas las provincias, incluso los de “Lealtad” (*), y acá no termina lo dramático de la situación: cuando la conducción nacional se enteró del caso de mi grupo, me dijo que me “guardara” por un tiempo, y que no me preocupe, ya que en cualquier momento me pondría en contacto con otros combatientes para conformar otro pelotón que será uno de muchos otros que en todo el país enfrentará a los milicos, y que de ese enfrentamiento saldremos triunfantes y el pueblo nos reconocerá como héroes libertadores de la patria;… ¿Pueden creer lo delirante de estos tipos?… ¡No hay medios materiales ni humanos para seguir!… Sí, claro que podemos contraatacar un poco más, pero es cuestión de poco tiempo para que nos maten a todos, salvo que antes nos exiliemos, y esto, que muchos de los integrantes de la conducción ya han hecho, no pretenden que lo hagamos nosotros, y si en algún momento lo llegan a pretender, va a ser por un tiempito, después querrán que volvamos para inmolarnos por una causa que sabemos perdida… ...¿Qué quieren que les diga?… A esta altura ya no sé si odio más a los milicos o a la cúpula montonera.
   Tras escuchar lo dicho por su compañero, uno de los montoneros, que al igual que tantos otros había llegado a conclusiones similares, dijo:   
   -Para liberarnos de la opresión, tenemos que apuntar y disparar nuestras armas hacia arriba, y por encima de nosotros, además de tener a los milicos y a la oligarquía, tenemos a la cúpula de nuestra propia organización.
   Entonces el combatiente santafecino, dijo:
   -Sí, el problema es que sin la logística, las armas y la plata que vienen de la cúpula, se acaba la resistencia armada contra los militares, por eso tenemos que dejar el ataque contra nuestra conducción, para después de terminada la dictadura.
   Lili dijo:
   -Lo terrible es que por lo que vos mismo expresaste, evidentemente sabés que antes de que la dictadura termine, ella va a terminar con nosotros.
   El combatiente asintió tristemente con la cabeza y un silencio prolongado fue lo que siguió; todos dieron así por concluida la cuestión, ya que se sabían ante un problema irresoluble, de ahí que debieran seguir resignadamente afiliados a una organización que ya no los representaba en pos de tener los medios como para poder morir dignamente, es decir: peleando; de darse esto, los combatientes, lejos de caer, cual los árboles, morirían de pie.

LOMJE

  Mientras los combatientes se encontraban en la vivienda que “la orga” les había asignado en La Pampa, la cual estaba provista de armas diversas, incluidos muchos explosivos, a Lili empezaron a aparecérsele imágenes en que vio llegar a las fuerzas represivas, las vio irrumpir en la casa y matar a todos sus ocupantes tras una resistencia de fuego infructuosa; esta visión fue para ella, por supuesto, aterradora; al siguiente minuto se le presentaron otras imágenes en que ella junto a sus compañeros, eran capturados vivos tras un escape en auto frustrado, y eran llevados a centros clandestinos de detención en donde a las peores cosas, eran sometidos; esta visión fue aún más pavorosa que la anterior; después se le presentaron otras imágenes acompañadas por tan solo un segundo de sonido en que claramente escuchó un estruendo, previo a percibir un silencio total y absoluto, y en ese silencio reinaba una paz también total y absoluta que en ninguna medida era disminuida por el fuego que veía sobre su persona porque el mismo no la abrasaba; rápidamente diose cuenta de que al fuego era inmune por ser entonces su cuerpo, de carácter espiritual; después vio a cada una de las partes del todo, dispersas en su entorno inmediato, después, a las dispersas por todo el país, después, a las dispersas por todo el mundo, después, a las dispersas por todo el universo, después, a las dispersas por todo el multiverso y finalmente, a las dispersas por todos los multiversos, unirse armoniosamente cual si todos los conflictos previos, generadores en el pasado en todas ellas, de un malestar enorme conformante de enemistades, hubieran sido parte de un guion de una obra de teatro; lo que entonces vio fue el equivalente al abrazo entre actores tras concluida una obra; así se vio ella, y así vio a todos sus compañeros, a todas las personas que alguna vez pasaron por su vida, a todas aquellas a las que nunca conoció, y a todos los seres de las distintas especies existentes en este planeta y en todos los demás de los distintos multiversos pasados, presentes y futuros, fue por esto que, a diferencia de lo que le había ocurrido en ocasiones previas en que las visiones de hechos graves le habían posibilitado entrever una “línea de fuga” que le había permitido elegir entre seguir o desviarse del camino emprendido y salvar así la vida material suya o ajena (y siempre que el camino era conducente a su propia muerte había elegido desviarse), en este caso sentía que el mejor camino era el que conducía hacia delante, fue por esto que le dijo a sus compañeros:
   -Muchachos, no quiero que se asusten; tómense esto con calma: tuve más visiones que me mostraron lo que va a ocurrir.
   -¿Qué viste, Lili? -Le dijo una partisana.
   -Que ya vienen.
   -¡Vámonos ya! -Dijo un montonero, pero Lili, con toda calma, negando con la cabeza, dijo:
  -No; de entre todos los posibles finales que vi, considero que el mejor es el que se va a dar si nos quedamos y resistimos sin el objetivo de sobrevivir.
   Los cinco montoneros, que estaban totalmente persuadidos de que Lili tenía una visión de las cosas mucho más amplia que ellos, no dudaron siquiera un segundo de que lo que ella decía, debía ser tomado en serio, fue por eso que uno de ellos, dijo:
   -Morir peleando es vivir para siempre.
   Todos sus compañeros asintieron y sonrieron en silencio. Después, a modo de despedida, se abrazaron.
   A los pocos segundos se escuchó a una gran cantidad de autos frenar en cercanías de la casa en que los partisanos estaban, entonces los combatientes agarraron sus armas y mientras cuatro de ellos las disparaban desde las ventanas, Lili le hizo a uno de sus compañeros una seña para que la siguiera hasta el cuarto en que, en varias cajas, estaban las granadas que agarraron y entre todos los guerrilleros, repartieron. Una vez que todos tuvieron a los explosivos encima, los montoneros que disparaban, depusieron el fuego y dejaron caer sus fusiles al suelo, entonces Lili, citando a la frase cuyas siglas fueron escritas por María Antonia Berger con su propia sangre cuando creía estar agonizando en una celda patagónica, allá por el año 1972, empezó a decir repetida y progresivamente más fuerte:
   -Libres o muertos, jamás esclavos. Libres o muertos, JAMÁS ESCLAVOS. ¡LIBRES O MUERTOS, JAMÁS ESCLAVOS!
   Entonces sus compañeros repitieron con ella la frase de dignidad que les infundió un coraje y una plenitud emocional, mayores a los por ellos sentidos previamente durante todo el curso de sus vidas.
   Cuando los militares tiraron abajo las dos puertas que en la casa había, los combatientes le sacaron el seguro a las granadas que entre sus ropas tenían y se abrazaron mientras repetían: “¡LIBRES O MUERTOS, JAMÁS ESCLAVOS!”
   Rápidamente fueron sujetados por los militares que entre insultos proferidos a los jóvenes, celebraron una victoria que equivocadamente creyeron suya, ya que en realidad, era de los combatientes.
   Las explosiones que segundos después tuvieron lugar, terminaron con la vida material de los seis combatientes y dieciocho militares.



(*) “Lealtad” fue el término agregado a los grupos de militantes montoneros y de superficie que, a diferencia de la conducción de Montoneros, en 1973 consideraron que por haber ya terminado la dictadura militar autodenominada “Revolución Argentina” (1966-1973), que dio lugar a la vuelta de la democracia representativa, y haberse ya levantado la proscripción del peronismo (ambas cosas eran pretendidas por los partisanos peronistas y fueron logradas por la desestabilización causada por las organizaciones guerrilleras, que a principios de los años ‘70 llegaron a ser más de 50, siendo en su mayoría, peronistas), no era admisible seguir con la lucha armada, así fue que dejaron de responder a Montoneros y conformaron la JP Lealtad, la UES Lealtad, la JUP Lealtad, etcétera; a pesar de esto, ni la Triple A ni la junta militar que dio el golpe de estado en el ‘76, les tuvieron piedad.