martes, 4 de mayo de 2021

Prueba de odio (cuento) - Martín Rabezzana


   El hombre se había quedado trabajando hasta muy tarde en su estudio jurídico. Era tan tarde, que él era la única persona que quedaba en el lugar.
   En cierto momento de la noche, decidió hacer una pausa en su trabajo y salir a la vereda a fumar un cigarrillo; tras terminarlo volvió a la oficina con la intención de trabajar un poco más y después irse finalmente a su casa donde lo esperaban su esposa e hijos, pero cuando reingresaba a la oficina, de la nada apareció un joven de unos 24 años que lo empujó por detrás, y cuando el abogado se dio vuelta, el intruso le dijo:
   -Ahora te voy a pegar. ¡Defendete!
   Totalmente sorprendido, el hombre dijo:
   -¿Qué?
   Entonces el joven le dio un derechazo en el rostro que lo hizo caer; una vez en el suelo, lo siguió golpeando; tras algunos segundos, lo levantó y lo puso contra una pared. Entonces el agredido, señalando un escritorio, dijo:
   -Hay plata en el cajón.
   El joven dijo:
   -No quiero plata.
   -¿Y qué querés?
   -Que recuerdes.
   El hombre no entendió, por lo que preguntó:
   -¿Que recuerde?
   Y ni bien terminó de decir esto último, tuvo un flashback en el que se vio a sí mismo en el último periodo de su primera juventud (marcada por los excesos) blandiendo un arma de fuego a la que había cargado con una sola bala, frente a una mujer y un chico de unos 6 años que se mantenía en silencio y paralizado por el miedo; él le pedía a la mujer una “prueba de amor” consistente en “jugar” a la ruleta rusa; él ya había gatillado el revólver tras ponerlo en su propia sien, por lo que le dijo que ahora le tocaba a ella, pero ella se negaba a hacerlo, entonces le dijo que si no “jugaba”, lo haría jugar al nene; ante esto último, la mujer, entre sollozos, aceptó “jugar” y llevó el arma a su cabeza; la remembranza entonces terminó y el hombre, con voz muy débil, dijo:
   -Vos eras… ...el pibe… -y tras algunos segundos de silencio, preguntó: -¿Cómo está tu mamá?
   Y por algún motivo, el agresor, que había ido a buscar al hombre dispuesto a lo peor, sintió en el tono de la voz del agredido, una fragilidad extrema cargada de pena, temor y dolor, tanto así que, contrariamente a lo que había creído que sentiría por él en esa instancia, sintió lástima, por lo cual, lo soltó y se fue.
   El hombre se quedaría un largo rato en el suelo tras la partida del agresor.

   Poco antes de que el joven se fuera, el abogado estuvo a punto de decirle lo siguiente: “Perdón”, pero no lo hizo porque, como tantas otras veces le había ocurrido en la vida, no tuvo el coraje.




Gracias M. L. S.

lunes, 9 de noviembre de 2020

Fuego inextinguible (cuento) - Martín Rabezzana

   
 
   Allá por mediados del siglo 21, la mujer se volvió un referente muy importante de la oposición a cierto poder, por lo cual, estudiantes de cierta universidad la convocaron para que expusiera allí sus ideas, pero las autoridades de la misma se opusieron ya que lo que ella tenía para expresar, era contrario a lo enseñado en esa misma universidad, fue entonces que los estudiantes realizaron una protesta multitudinaria que resultó en que las autoridades universitarias cedieran y le permitieran a la mujer, conferenciar.
   Los estudiantes le pidieron a la mujer que tratara el tema del tratamiento masivo forzado a un grupo de personas tras pasar por una catástrofe natural, y no era un caso hipotético ya que era algo que en ese momento estaba ocurriendo, lo cual había suscitado un debate público.
   Frente a un gran auditorio compuesto de estudiantes, la mujer dijo:
  -A diferencia de lo que dicen los "profesionales", yo categóricamente afirmo que las experiencias traumáticas no existen; lo que sí existen son experiencias negativas que en algunas personas, en ciertas circunstancias, pueden causar un trauma. La prueba de esto es que hay muchas personas que pasan por situaciones negativas idénticas y algunas tienen secuelas emocionales y otras no, ahora bien: los "profesionales de la salud mental" imponen un tratamiento a todas las personas que pasaron por situaciones negativas sin siquiera hacer el intento de establecer cuáles de entre ellas tienen un trauma y cuáles no lo tienen porque, como ya expresé, según ellos existen experiencias que son necesariamente traumáticas, y esto NO ES CIERTO;… yo no estoy de acuerdo con que se le imponga a nadie nada aun de tratarse de alguien que realmente tiene un problema denominable "estrés postraumático", pero ya que esto se hace, sería sensato que antes de la imposición de tratamiento a la persona por su supuesto bien, se estableciera si realmente tiene o no un trauma en vez de asumir que necesariamente lo tiene por haber pasado por algo negativo; en el caso de las personas a las que tras la catástrofe por todos conocida se le han impuesto "terapias", yo, aunque no las conozca, puedo afirmar que la mayoría de ellas no tiene ningún trauma y, por consiguiente, no necesita ningún tratamiento de ninguna clase, y ¿en base a qué digo esto? En base a las estadísticas procedentes de diversos países en que se constata que personas que pasaron por situaciones negativas similares, en literalmente 9 de 10 casos, no evidenciaron ningún trauma si bien tuvieron cierto malestar anímico durante un corto período de tiempo, pero tras el mismo siguieron normalmente con sus vidas demostrando esto que ninguna secuela psicológica denominable "trauma" quedó en ellas; las estadísticas demuestran que de todas las personas que lograron salir adelante tras una experiencia muy negativa, la mayoría lo hizo sin ningún tratamiento, y si analizamos qué ocurrió en los casos minoritarios de personas que no lograron salir adelante, encontramos que prácticamente todas ellas recibieron tratamiento psicológico y psiquiátrico, por lo cual, todo indica que tras una experiencia muy negativa, las posibilidades de una persona de recuperarse son muchísimo mayores de no recibir ningún tratamiento que de sí recibir alguno, y no sólo no aumentan las posibilidades de mejoría del estado anímico a causa de los tratamientos oficiales, sino que además, lo que sí aumentan son las posibilidades de empeorar, por esto es que es más probable que un problema emocional se agrave cuando intervienen "profesionales", sin embargo, hay un porcentaje menor de gente que tras estar mal anímicamente y recibir alguna psicoterapia, mejora en lo anímico (y no así con un tratamiento psiquiátrico, ya que la toxicidad de los fármacos que implica dicho tratamiento, no hace absolutamente NADA por mejorar a nadie en lo físico ni en lo anímico, por el contrario, todo empeora a causa de un tratamiento psicofarmacológico, por lo cual el porcentaje de gente recuperada de algún problema gracias a la psiquiatría, es del 0 por ciento); a los casos minoritarios de personas supuestamente mejoradas en lo anímico gracias a alguna psicoterapia, me referiré ahora; les voy a dar un ejemplo: salvo que alguien tenga la suerte de morirse muy joven, necesariamente vive para experimentar la pérdida de seres queridos, y aunque en su momento todos los que pasamos por eso lo hayamos sentido como algo insuperable, en algún momento lo superamos, y la mayoría de nosotros lo ha hecho sin recibir ningún tratamiento, y es lógico que así sea ya que en tal circunstancia, ¿qué le pueden decir a uno para hacerlo sentir mejor? (ya sea quien lo diga una persona cualquiera o un psicólogo) ABSOLUTAMENTE NADA, ya que en tal caso el malestar emocional es inevitable y para superarlo no hay que hacer nada más que dejar pasar el tiempo porque ante un malestar emocional profundo, lo único que tiene poder curativo es el paso del tiempo;… si bien no se le puede sensatamente poner un plazo al duelo, supongamos que en una determinada persona, dura 4 meses; pasado ese tiempo, la persona va a sentirse mucho mejor aunque no reciba ninguna psicoterapia porque el paso del tiempo habrá reconstruido en gran medida su integridad emocional, pero si esa misma persona al iniciarse el duelo hubiera ido al psicólogo y a los 4 meses se hubiera empezado a sentir mucho mejor, seguramente le atribuiría su mejoría a la psicoterapia y no advertiría que no fue a causa de ella que se recuperó, sino a causa del paso del tiempo;… …El "solo no se puede", es un mensaje muy negativo difundido por los "profesionales de la salud mental" cuyo objetivo es el de proteger sus intereses comerciales y estatus privilegiado, y es MENTIRA, ya que en la mayoría de los casos, la gente que atraviesa una experiencia muy negativa, sí puede salir adelante sola, pero no significa esto que yo considere que ante un malestar emocional, hablar con alguien no pueda ser útil, lo que yo digo es que es igual hablar con un psicólogo que con cualquier otra persona ya que no es cierto que los psicólogos posean un conocimiento especial del cual carece el común de la gente que les permite ayudar a sus clientes (a los que absurdamente llaman "pacientes") ya que no existe materia cuyo estudio le dé a nadie maestría en temas de la psiquis, por lo cual los "profesionales de la salud mental" NO EXISTEN, y es muy importante que esto se sepa en pos de desempoderar a dichos "profesionales" (psiquiatras y psicólogos) que, a fin de cuentas, no son en la inmensa mayoría de los casos, otra cosa que elementos de control y represión al servicio del estado.
   Entonces una joven le dijo:
  -Sin embargo usted recomienda ciertas psicoterapias en sus libros alegando que en ciertos casos pueden ser válidas; ¿puede aclarar este punto aparentemente contradictorio?
  -Como no -respondió la mujer, después dijo: -En algunos casos minoritarios, hay personas que sufren de estrés postraumático que, como ya expresé, aunque por efecto del paso del tiempo se supere, dura demasiado; en dichos casos algunas psicoterapias específicas (y no así la de la mayoría de las escuelas), o sea, las que buscan reconfigurar positivamente al sistema emocional mediante la estimulación de ambos hemisferios cerebrales (esto lo hacen casi todas -si no todas- las hipnosis y algunas técnicas cercanas a la hipnoterapia), pueden acelerar el proceso de recuperación aunque, en mi opinión, no puedan generarlo, y alguno me dirá que no tiene mucho sentido promover el uso de tales terapias ya que si solamente aceleran un proceso de recuperación que se da espontánea e inevitablemente, basta con tener paciencia, pero no es así, ya que cuando alguien tiene un trauma, toda su vida se ve afectada de un modo en extremo negativo al punto que la misma pasa a estar "en pausa", por lo cual el hecho de acelerar el proceso de recuperación, no es algo de poca importancia. Es algo extremadamente importante, de ahí que si bien yo considere que las psicoterapias en general, son inútiles, haga una excepción con algunas y en ciertos casos muy específicos como los que acabo de mencionar, y algo importantísimo por decir es que si un trauma tiene o no lugar en alguien, sólo lo sabe la persona en cuestión, NUNCA un "profesional de la salud mental", de ahí que el único diagnóstico válido sea el autodiagnóstico. Y considerando que las psicoterapias pueden ser válidas sólo en casos muy concretos y, por consiguiente, minoritarios, digo que la mayoría de las veces en que tales terapias son indicadas, son indicadas incorrectamente. Otra cosa que quiero decir al respecto es que si bien las técnicas psicológicas que van por el lado de la hipnosis son por mí consideradas en algunos casos, válidas, y son en general realizadas por psicólogos, las mismas pueden ser aprendidas, enseñadas y aplicadas por cualquier persona poseedora de un mínimo de instrucción sin necesidad de que haya estudiado psicología, por lo cual es muy importante que tales técnicas se expandan fuera del ámbito de los psicólogos en pos de que la dependencia a dicha gente disminuya hasta volverse totalmente nula. Y otro punto muy importante por destacar en lo referente a la recuperación anímica de las personas tras haber pasado por una experiencia muy negativa, es que quienes por algo muy negativo pasaron y se recuperaron rápidamente, suelen tener como denominador común el haber realizado actividades solidarias, ya que quienes ante un malestar emocional grave empiezan a realizar acciones que contribuyen al bienestar ajeno, experimentan rápidamente un aumento notable en su propio bienestar.
   La conferencia siguió un largo rato más y tras la misma concluir, la mujer fue ovacionada, felicitada e invitada a volver en algún otro momento, lo cual ella prometió hacer; después se subió a su auto y se fue rumbo a su casa.
 
   A mediados del siglo 21, el ámbito universitario será similar en pasión a aquel de los años 60 y 70 del siglo 20, lo cual significa que será también igual en discusiones febriles que comúnmente llegarán hasta la agresión física, lamentablemente también será similar el accionar represivo de las autoridades, por lo cual las mismas estarán muy atentas a todo lo que en las universidades ocurra, por eso es que, tras la mujer irse en su auto, dos agentes gubernamentales la siguieron en un vehículo que no era un Falcon, pero que servía a los mismos fines que aquel modelo había, en los años setenta del siglo 20, servido.
 
   La mujer fue asesinada y se volvió un nuevo mártir que habría de avivar el fuego de las luchas por los derechos de las personas.

viernes, 23 de octubre de 2020

Lazo de separación (cuento) - Martín Rabezzana



Cuando lo que separa es también lo que une, la separación es ilusoria, tan ilusoria como verdadera, la unión.

Martín Rabezzana


   Era mil nueve setenta y algo; el adolescente estaba escuchando música procedente de un tocadiscos que, por tercera vez en la semana, había dejado de funcionar, por lo que hizo lo que (casi) todos hacen en tal caso en un intento de restaurar el funcionamiento del aparato: le dio un golpe de puño. Eso suele funcionar, pero generalmente una o dos veces, ya que a la tercera, es muy probable que el desperfecto no sólo no se revierta sino que hasta se agrave irreversiblemente; esto último le acababa de ocurrir, por lo cual se puso a putear en voz alta; podía darse ese lujo incluso a altas horas de la noche aunque sus padres y hermanos estuvieran entonces durmiendo, porque se encontraba en el galpón de su casa que sus padres le habían permitido meses antes, acondicionar para que oficiara de dormitorio; el cuarto se encontraba bastante lejos del resto de la casa; estaba cruzando un amplio patio y tenía salida a la calle, por lo que haberse mudado ahí era casi como haberse independizado; la cuestión es que interrumpió las puteadas que estaba pronunciando al escuchar ruidos en el patio; tuvo cierta reticencia en salir a ver pero sólo por algunos escasos segundos, tras los cuales decidió investigar qué (o quién) había producido los ruidos; una vez fuera, miró en derredor pero no vio a nadie, por lo cual se dispuso a volver a su cuarto, pero en ese momento escuchó a una voz femenina decir:
   -Ayudame por favor.
   Entonces se dio vuelta y vio a una mujer de unos 25 años muy malograda; tenía ropa en pésimas condiciones y moretones en los antebrazos propios de quien ha caído desde una altura considerable; se la veía totalmente agotada.
   El joven se le acercó y, viendo que caminaba hacia él con dificultad, la ayudó a llegar hasta su pieza. Una vez ahí la condujo a un sillón en el cual ella se desplomó y suspiró aliviada; tras un rato de silencio, él le preguntó:
   -¿Tenés hambre?
   Ella asintió, entonces él le dijo que iría a buscar algo de comer, pero ella se sobresaltó y con tono suplicante, dijo:
   -¡No no! ¡Esperá!
   -¿Qué pasa?
   -No le digas a nadie que estoy acá.
   -No te preocupes. No voy a decir nada; enseguida vuelvo.
   Y fue hasta la cocina de su casa de cuya alacena y heladera sacó varias cosas que rápidamente llevó hasta su pieza; cuando ingresó a la misma, encontró a la mujer dormida en su cama, por lo cual dejó sigilosamente la comida sobre la mesa, se sentó en una silla y la miró dormir.
   Él no sabía quién era ella ni de qué escapaba, pero lo podía imaginar. No sabía qué consecuencias tendría el hecho de darle refugio en su cuarto, pero en ese momento eso lo tenía totalmente sin cuidado, ya que el tenerla ahí, en su cuarto, durmiendo en su cama, era un sueño hecho realidad.
   Tras poco menos de una hora ella se despertó, lo vio y le sonrió; él le pidió que se acercara a la mesa y ella lo hizo; se sentó y él le dijo:
   -Te traje esto.
   Ella, muy contenta le agradeció y se puso a comer pan, queso, y otras cosas que él le había llevado.
   El joven le preguntó si quería tomar mate, y ella le dijo que sí; entonces puso la pava en el calentador y preparó el mate.
   La mujer, a pesar del mal momento del cual venía, estaba muy animada; hablaba tan alegre y despreocupadamente, que nadie habría pensado que acababa de pasar por cosas terribles.
   Al ella ver una máquina de escribir, le preguntó si era escritor, a lo que él respondió:
   -Pretendo serlo.
   La mujer en ningún momento le dijo qué le había pasado, de dónde venía ni de quienes escapaba; tampoco le dijo cómo se llamaba ni le preguntó a él su nombre; él tampoco le preguntó ninguna de estas cosas; había entre ellos un acuerdo tácito de no hablar de nada de eso por motivos de seguridad; hablaron de cosas sencillas propias de la cotidianeidad de las vidas ordinarias.
   Tras varias horas de conversación, ella volvió a mostrarse cansada, entonces él le dijo que se acostara de nuevo en su cama y que él dormiría en el sillón; ella le sonrió muy dulcemente, se acostó, y rápidamente se durmió.
   Él la miró dormir por segunda vez en la noche sabiendo que ya la había empezado a querer, entonces, con tristeza pensó que ella nunca lo sabría; nunca sabría que se había iniciado en él un sentir profundo de deseo, amor y necesidad por ella de carácter inextinguible. También sabía que la presencia de la mujer en su vida, no podía durar; presentía a la inminencia de la separación y ya se sentía por eso, apesadumbrado.
   Ella estaba tan frágil, débil e indefensa… ¡y había encontrado en él a un protector!... él tuvo entonces plena conciencia de lo privilegiado que era por eso y en voz muy baja, para no despertarla, viéndola desde la distancia, le diría repetidamente: "gracias".
   El joven se durmió recostado en el sillón y cuando la luz de la madrugada lo despertó, ella ya no estaba.
   Había dejado una nota sobre la mesa en que le agradecía, le deseaba lo mejor y le pedía que tras leer el papel, lo quemara (lo cual él nunca hizo).

   Pasaron algunos meses en los que fue disminuyendo en el joven la esperanza que tenía de volver a ver a la mujer, y una noche, cuando dicha esperanza era ya casi nula, volvió a escuchar ruidos en el patio, entonces salió y se encontró con ella que muy efusivamente lo besó y abrazó; después lo llamó por su nombre y él, sorprendido, le preguntó cómo lo sabía, pero ella le dijo que eso no importaba; entonces él le preguntó a ella el suyo y ella le dijo su nombre y apellido; después volvió a abrazarlo y le pidió que no se preocupara por ella, ya que donde entonces estaba se encontraba bien; le dijo que tenía que irse y pese a las súplicas de él porque se quedara, ella se fue. Entonces el joven se despertó y no pudo contener el llanto al concluir que el reencuentro con la mujer, había sido solamente un sueño.

   Muchos años después (en la década posterior) el joven vio en una revista una foto de la mujer y su nombre junto a una lista macabra (1); … Era ella, no había ninguna duda; su nombre y apellido eran los que en el sueño mencionado había pronunciado, entonces se dio cuenta de que el sueño no había sido solamente un sueño.


(1) Lista de desaparecidos.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

La que reía hasta el frenesí (cuento) - Martín Rabezzana



   Me acuerdo de que una vez, al yo ver una foto antigua sobre un estante de un tipo con pinta de levantador de pesas, le pregunté a la organizadora de la reunión en que me encontraba, quién era el forzudo que en la misma se veía, entonces ella me dijo que era un familiar suyo lejano que, en su país era famoso por hacer pruebas de fuerza pelotudas tipo: acostarse en la calle y hacerse pasar una camioneta por encima de la panza; ella dijo:
   -La prueba le había salido bien varias veces, por lo cual había mucho interés en presenciar esa demostración de fuerza "sobrehumana", pero un día, ante una muchedumbre expectante que incluía cronistas de radio y televisión, fue a hacer su famosa prueba pero no le salió… por lo cual, al la camioneta pasarle por encima, le causó la muerte. Y lo más gracioso (bah, "gracioso";… es una forma de decir) es que el que manejaba el vehículo (que era amigo suyo), tras frenar, mirar hacia atrás y ver al forzudo hecho pedazos, arrancó a toda velocidad por miedo a ir preso, y de él no se supo nunca más nada.
   Entonces se empezó a reír y yo también me reí, pero no de la desgracia del tipo, sino por el efecto contagioso de la risa.
   Ella, entre risas, dijo:
   -¡Ja ja ja! ¡Lo peor del caso no es la muerte, sino el papelón! ¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!
   Y no se paraba de reír, al punto que el cuadro era bizarro, pero finalmente (tras más o menos dos minutos) pudo dejar de reírse. Después, tras agarrar una revista y mostrarme una foto en que se veía a varias personas, dijo:
   -¿Qué edad le das a esta gente?
   -No sé; son personas de la tercera edad.
   -¡Ja ja ja! Noooo; por eso te la mostré; son personas de treinta y pico de años de países "nórdicos", y como sabrás, a esa gente le dura la juventud lo que en sus países dura la luz del sol un día de invierno.
   Y se río enérgicamente.
   -¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!
   Yo también me reí (si bien, no tanto como ella), y cuando paró de reírse, recordando la siguiente situación, dije:
   -Esto me hace acordar a que una vez, estando yo de vacaciones en Bariloche, me choqué sin querer en un negocio con alguien a quien creí anciano, por lo que le dije:
   -Disculpe, abuelo.
   Y el tipo, como era turista y no hablaba castellano (por suerte), no me entendió, ya que tal vez se habría ofendido de haberme entendido, entonces una persona que había visto la situación y que al tipo lo conocía, me dijo:
   -Tiene 31 años ese tipo, pero es "nórdico", y esa gente a los 31 parece de 84.
   Entonces yo pensé: "Uuuhhhh… ¡Está hecho pelota!... Yo tengo varios años más que él… ¡y parezco varias décadas más joven!" (y eso que yo también estoy hecho mierda, pero al lado de ese nórdico, ¡soy un pibe!).
   La mina volvió a reírse frenéticamente y de nuevo no podía parar, mientras exclamaba:
   -¡La "superioridad nórdica"! ¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!... …¿No tuvo en cuenta esto al exaltar el "nordicismo", el pelotudo ese de Hitler? -Y siguió riéndose.
   -¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!... ….¡Je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je!
   A todo esto habían pasado un par de minutos y la mina pudo finalmente parar de reírse, pero casi inmediatamente volvió a empezar:
   -¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja! ¡Je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je! ¡Ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji! ¡Ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju!... ¡¡¡JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA!!!
   Y así siguió hasta que, dos horas después, me fui de la reunión.
   De todos los en ese lugar presentes, sólo yo me sorprendí de cómo se reía la mujer ya que los demás, evidentemente ya la conocían, por lo que estarían acostumbrados a escucharla reírse de ese modo.
  
   Mientras esperaba en la esquina al colectivo que me llevaría a mi casa, desde la distancia, todavía podía escucharla reírse.