lunes, 9 de noviembre de 2020

Fuego inextinguible (cuento) - Martín Rabezzana

   
 
   Allá por mediados del siglo 21, la mujer se volvió un referente muy importante de la oposición a cierto poder, por lo cual, estudiantes de cierta universidad la convocaron para que expusiera allí sus ideas, pero las autoridades de la misma se opusieron ya que lo que ella tenía para expresar, era contrario a lo enseñado en esa misma universidad, fue entonces que los estudiantes realizaron una protesta multitudinaria que resultó en que las autoridades universitarias cedieran y le permitieran a la mujer, conferenciar.
   Los estudiantes le pidieron a la mujer que tratara el tema del tratamiento masivo forzado a un grupo de personas tras pasar por una catástrofe natural, y no era un caso hipotético ya que era algo que en ese momento estaba ocurriendo, lo cual había suscitado un debate público.
   Frente a un gran auditorio compuesto de estudiantes, la mujer dijo:
  -A diferencia de lo que dicen los "profesionales", yo categóricamente afirmo que las experiencias traumáticas no existen; lo que sí existen son experiencias negativas que en algunas personas, en ciertas circunstancias, pueden causar un trauma. La prueba de esto es que hay muchas personas que pasan por situaciones negativas idénticas y algunas tienen secuelas emocionales y otras no, ahora bien: los "profesionales de la salud mental" imponen un tratamiento a todas las personas que pasaron por situaciones negativas sin siquiera hacer el intento de establecer cuáles de entre ellas tienen un trauma y cuáles no lo tienen porque, como ya expresé, según ellos existen experiencias que son necesariamente traumáticas, y esto NO ES CIERTO;… yo no estoy de acuerdo con que se le imponga a nadie nada aun de tratarse de alguien que realmente tiene un problema denominable "estrés postraumático", pero ya que esto se hace, sería sensato que antes de la imposición de tratamiento a la persona por su supuesto bien, se estableciera si realmente tiene o no un trauma en vez de asumir que necesariamente lo tiene por haber pasado por algo negativo; en el caso de las personas a las que tras la catástrofe por todos conocida se le han impuesto "terapias", yo, aunque no las conozca, puedo afirmar que la mayoría de ellas no tiene ningún trauma y, por consiguiente, no necesita ningún tratamiento de ninguna clase, y ¿en base a qué digo esto? En base a las estadísticas procedentes de diversos países en que se constata que personas que pasaron por situaciones negativas similares, en literalmente 9 de 10 casos, no evidenciaron ningún trauma si bien tuvieron cierto malestar anímico durante un corto período de tiempo, pero tras el mismo siguieron normalmente con sus vidas demostrando esto que ninguna secuela psicológica denominable "trauma" quedó en ellas; las estadísticas demuestran que de todas las personas que lograron salir adelante tras una experiencia muy negativa, la mayoría lo hizo sin ningún tratamiento, y si analizamos qué ocurrió en los casos minoritarios de personas que no lograron salir adelante, encontramos que prácticamente todas ellas recibieron tratamiento psicológico y psiquiátrico, por lo cual, todo indica que tras una experiencia muy negativa, las posibilidades de una persona de recuperarse son muchísimo mayores de no recibir ningún tratamiento que de sí recibir alguno, y no sólo no aumentan las posibilidades de mejoría del estado anímico a causa de los tratamientos oficiales, sino que además, lo que sí aumentan son las posibilidades de empeorar, por esto es que es más probable que un problema emocional se agrave cuando intervienen "profesionales", sin embargo, hay un porcentaje menor de gente que tras estar mal anímicamente y recibir alguna psicoterapia, mejora en lo anímico (y no así con un tratamiento psiquiátrico, ya que la toxicidad de los fármacos que implica dicho tratamiento, no hace absolutamente NADA por mejorar a nadie en lo físico ni en lo anímico, por el contrario, todo empeora a causa de un tratamiento psicofarmacológico, por lo cual el porcentaje de gente recuperada de algún problema gracias a la psiquiatría, es del 0 por ciento); a los casos minoritarios de personas supuestamente mejoradas en lo anímico gracias a alguna psicoterapia, me referiré ahora; les voy a dar un ejemplo: salvo que alguien tenga la suerte de morirse muy joven, necesariamente vive para experimentar la pérdida de seres queridos, y aunque en su momento todos los que pasamos por eso lo hayamos sentido como algo insuperable, en algún momento lo superamos, y la mayoría de nosotros lo ha hecho sin recibir ningún tratamiento, y es lógico que así sea ya que en tal circunstancia, ¿qué le pueden decir a uno para hacerlo sentir mejor? (ya sea quien lo diga una persona cualquiera o un psicólogo) ABSOLUTAMENTE NADA, ya que en tal caso el malestar emocional es inevitable y para superarlo no hay que hacer nada más que dejar pasar el tiempo porque ante un malestar emocional profundo, lo único que tiene poder curativo es el paso del tiempo;… si bien no se le puede sensatamente poner un plazo al duelo, supongamos que en una determinada persona, dura 4 meses; pasado ese tiempo, la persona va a sentirse mucho mejor aunque no reciba ninguna psicoterapia porque el paso del tiempo habrá reconstruido en gran medida su integridad emocional, pero si esa misma persona al iniciarse el duelo hubiera ido al psicólogo y a los 4 meses se hubiera empezado a sentir mucho mejor, seguramente le atribuiría su mejoría a la psicoterapia y no advertiría que no fue a causa de ella que se recuperó, sino a causa del paso del tiempo;… …El "solo no se puede", es un mensaje muy negativo difundido por los "profesionales de la salud mental" cuyo objetivo es el de proteger sus intereses comerciales y estatus privilegiado, y es MENTIRA, ya que en la mayoría de los casos, la gente que atraviesa una experiencia muy negativa, sí puede salir adelante sola, pero no significa esto que yo considere que ante un malestar emocional, hablar con alguien no pueda ser útil, lo que yo digo es que es igual hablar con un psicólogo que con cualquier otra persona ya que no es cierto que los psicólogos posean un conocimiento especial del cual carece el común de la gente que les permite ayudar a sus clientes (a los que absurdamente llaman "pacientes") ya que no existe materia cuyo estudio le dé a nadie maestría en temas de la psiquis, por lo cual los "profesionales de la salud mental" NO EXISTEN, y es muy importante que esto se sepa en pos de desempoderar a dichos "profesionales" (psiquiatras y psicólogos) que, a fin de cuentas, no son en la inmensa mayoría de los casos, otra cosa que elementos de control y represión al servicio del estado.
   Entonces una joven le dijo:
  -Sin embargo usted recomienda ciertas psicoterapias en sus libros alegando que en ciertos casos pueden ser válidas; ¿puede aclarar este punto aparentemente contradictorio?
  -Como no -respondió la mujer, después dijo: -En algunos casos minoritarios, hay personas que sufren de estrés postraumático que, como ya expresé, aunque por efecto del paso del tiempo se supere, dura demasiado; en dichos casos algunas psicoterapias específicas (y no así la de la mayoría de las escuelas), o sea, las que buscan reconfigurar positivamente al sistema emocional mediante la estimulación de ambos hemisferios cerebrales (esto lo hacen casi todas -si no todas- las hipnosis y algunas técnicas cercanas a la hipnoterapia), pueden acelerar el proceso de recuperación aunque, en mi opinión, no puedan generarlo, y alguno me dirá que no tiene mucho sentido promover el uso de tales terapias ya que si solamente aceleran un proceso de recuperación que se da espontánea e inevitablemente, basta con tener paciencia, pero no es así, ya que cuando alguien tiene un trauma, toda su vida se ve afectada de un modo en extremo negativo al punto que la misma pasa a estar "en pausa", por lo cual el hecho de acelerar el proceso de recuperación, no es algo de poca importancia. Es algo extremadamente importante, de ahí que si bien yo considere que las psicoterapias en general, son inútiles, haga una excepción con algunas y en ciertos casos muy específicos como los que acabo de mencionar, y algo importantísimo por decir es que si un trauma tiene o no lugar en alguien, sólo lo sabe la persona en cuestión, NUNCA un "profesional de la salud mental", de ahí que el único diagnóstico válido sea el autodiagnóstico. Y considerando que las psicoterapias pueden ser válidas sólo en casos muy concretos y, por consiguiente, minoritarios, digo que la mayoría de las veces en que tales terapias son indicadas, son indicadas incorrectamente. Otra cosa que quiero decir al respecto es que si bien las técnicas psicológicas que van por el lado de la hipnosis son por mí consideradas en algunos casos, válidas, y son en general realizadas por psicólogos, las mismas pueden ser aprendidas, enseñadas y aplicadas por cualquier persona poseedora de un mínimo de instrucción sin necesidad de que haya estudiado psicología, por lo cual es muy importante que tales técnicas se expandan fuera del ámbito de los psicólogos en pos de que la dependencia a dicha gente disminuya hasta volverse totalmente nula. Y otro punto muy importante por destacar en lo referente a la recuperación anímica de las personas tras haber pasado por una experiencia muy negativa, es que quienes por algo muy negativo pasaron y se recuperaron rápidamente, suelen tener como denominador común el haber realizado actividades solidarias, ya que quienes ante un malestar emocional grave empiezan a realizar acciones que contribuyen al bienestar ajeno, experimentan rápidamente un aumento notable en su propio bienestar.
   La conferencia siguió un largo rato más y tras la misma concluir, la mujer fue ovacionada, felicitada e invitada a volver en algún otro momento, lo cual ella prometió hacer; después se subió a su auto y se fue rumbo a su casa.
 
   A mediados del siglo 21, el ámbito universitario será similar en pasión a aquel de los años 60 y 70 del siglo 20, lo cual significa que será también igual en discusiones febriles que comúnmente llegarán hasta la agresión física, lamentablemente también será similar el accionar represivo de las autoridades, por lo cual las mismas estarán muy atentas a todo lo que en las universidades ocurra, por eso es que, tras la mujer irse en su auto, dos agentes gubernamentales la siguieron en un vehículo que no era un Falcon, pero que servía a los mismos fines que aquel modelo había, en los años setenta del siglo 20, servido.
 
   La mujer fue asesinada y se volvió un nuevo mártir que habría de avivar el fuego de las luchas por los derechos de las personas.

viernes, 23 de octubre de 2020

Lazo de separación (cuento) - Martín Rabezzana



Cuando lo que separa es también lo que une, la separación es ilusoria, tan ilusoria como verdadera, la unión.

Martín Rabezzana


   Era mil nueve setenta y algo; el adolescente estaba escuchando música procedente de un tocadiscos que, por tercera vez en la semana, había dejado de funcionar, por lo que hizo lo que (casi) todos hacen en tal caso en un intento de restaurar el funcionamiento del aparato: le dio un golpe de puño. Eso suele funcionar, pero generalmente una o dos veces, ya que a la tercera, es muy probable que el desperfecto no sólo no se revierta sino que hasta se agrave irreversiblemente; esto último le acababa de ocurrir, por lo cual se puso a putear en voz alta; podía darse ese lujo incluso a altas horas de la noche aunque sus padres y hermanos estuvieran entonces durmiendo, porque se encontraba en el galpón de su casa que sus padres le habían permitido meses antes, acondicionar para que oficiara de dormitorio; el cuarto se encontraba bastante lejos del resto de la casa; estaba cruzando un amplio patio y tenía salida a la calle, por lo que haberse mudado ahí era casi como haberse independizado; la cuestión es que interrumpió las puteadas que estaba pronunciando al escuchar ruidos en el patio; tuvo cierta reticencia en salir a ver pero sólo por algunos escasos segundos, tras los cuales decidió investigar qué (o quién) había producido los ruidos; una vez fuera, miró en derredor pero no vio a nadie, por lo cual se dispuso a volver a su cuarto, pero en ese momento escuchó a una voz femenina decir:
   -Ayudame por favor.
   Entonces se dio vuelta y vio a una mujer de unos 25 años muy malograda; tenía ropa en pésimas condiciones y moretones en los antebrazos propios de quien ha caído desde una altura considerable; se la veía totalmente agotada.
   El joven se le acercó y, viendo que caminaba hacia él con dificultad, la ayudó a llegar hasta su pieza. Una vez ahí la condujo a un sillón en el cual ella se desplomó y suspiró aliviada; tras un rato de silencio, él le preguntó:
   -¿Tenés hambre?
   Ella asintió, entonces él le dijo que iría a buscar algo de comer, pero ella se sobresaltó y con tono suplicante, dijo:
   -¡No no! ¡Esperá!
   -¿Qué pasa?
   -No le digas a nadie que estoy acá.
   -No te preocupes. No voy a decir nada; enseguida vuelvo.
   Y fue hasta la cocina de su casa de cuya alacena y heladera sacó varias cosas que rápidamente llevó hasta su pieza; cuando ingresó a la misma, encontró a la mujer dormida en su cama, por lo cual dejó sigilosamente la comida sobre la mesa, se sentó en una silla y la miró dormir.
   Él no sabía quién era ella ni de qué escapaba, pero lo podía imaginar. No sabía qué consecuencias tendría el hecho de darle refugio en su cuarto, pero en ese momento eso lo tenía totalmente sin cuidado, ya que el tenerla ahí, en su cuarto, durmiendo en su cama, era un sueño hecho realidad.
   Tras poco menos de una hora ella se despertó, lo vio y le sonrió; él le pidió que se acercara a la mesa y ella lo hizo; se sentó y él le dijo:
   -Te traje esto.
   Ella, muy contenta le agradeció y se puso a comer pan, queso, y otras cosas que él le había llevado.
   El joven le preguntó si quería tomar mate, y ella le dijo que sí; entonces puso la pava en el calentador y preparó el mate.
   La mujer, a pesar del mal momento del cual venía, estaba muy animada; hablaba tan alegre y despreocupadamente, que nadie habría pensado que acababa de pasar por cosas terribles.
   Al ella ver una máquina de escribir, le preguntó si era escritor, a lo que él respondió:
   -Pretendo serlo.
   La mujer en ningún momento le dijo qué le había pasado, de dónde venía ni de quienes escapaba; tampoco le dijo cómo se llamaba ni le preguntó a él su nombre; él tampoco le preguntó ninguna de estas cosas; había entre ellos un acuerdo tácito de no hablar de nada de eso por motivos de seguridad; hablaron de cosas sencillas propias de la cotidianeidad de las vidas ordinarias.
   Tras varias horas de conversación, ella volvió a mostrarse cansada, entonces él le dijo que se acostara de nuevo en su cama y que él dormiría en el sillón; ella le sonrió muy dulcemente, se acostó, y rápidamente se durmió.
   Él la miró dormir por segunda vez en la noche sabiendo que ya la había empezado a querer, entonces, con tristeza pensó que ella nunca lo sabría; nunca sabría que se había iniciado en él un sentir profundo de deseo, amor y necesidad por ella de carácter inextinguible. También sabía que la presencia de la mujer en su vida, no podía durar; presentía a la inminencia de la separación y ya se sentía por eso, apesadumbrado.
   Ella estaba tan frágil, débil e indefensa… ¡y había encontrado en él a un protector!... él tuvo entonces plena conciencia de lo privilegiado que era por eso y en voz muy baja, para no despertarla, viéndola desde la distancia, le diría repetidamente: "gracias".
   El joven se durmió recostado en el sillón y cuando la luz de la madrugada lo despertó, ella ya no estaba.
   Había dejado una nota sobre la mesa en que le agradecía, le deseaba lo mejor y le pedía que tras leer el papel, lo quemara (lo cual él nunca hizo).

   Pasaron algunos meses en los que fue disminuyendo en el joven la esperanza que tenía de volver a ver a la mujer, y una noche, cuando dicha esperanza era ya casi nula, volvió a escuchar ruidos en el patio, entonces salió y se encontró con ella que muy efusivamente lo besó y abrazó; después lo llamó por su nombre y él, sorprendido, le preguntó cómo lo sabía, pero ella le dijo que eso no importaba; entonces él le preguntó a ella el suyo y ella le dijo su nombre y apellido; después volvió a abrazarlo y le pidió que no se preocupara por ella, ya que donde entonces estaba se encontraba bien; le dijo que tenía que irse y pese a las súplicas de él porque se quedara, ella se fue. Entonces el joven se despertó y no pudo contener el llanto al concluir que el reencuentro con la mujer, había sido solamente un sueño.

   Muchos años después (en la década posterior) el joven vio en una revista una foto de la mujer y su nombre junto a una lista macabra (1); … Era ella, no había ninguna duda; su nombre y apellido eran los que en el sueño mencionado había pronunciado, entonces se dio cuenta de que el sueño no había sido solamente un sueño.


(1) Lista de desaparecidos.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

La que reía hasta el frenesí (cuento) - Martín Rabezzana



   Me acuerdo de que una vez, al yo ver una foto antigua sobre un estante de un tipo con pinta de levantador de pesas, le pregunté a la organizadora de la reunión en que me encontraba, quién era el forzudo que en la misma se veía, entonces ella me dijo que era un familiar suyo lejano que, en su país era famoso por hacer pruebas de fuerza pelotudas tipo: acostarse en la calle y hacerse pasar una camioneta por encima de la panza; ella dijo:
   -La prueba le había salido bien varias veces, por lo cual había mucho interés en presenciar esa demostración de fuerza "sobrehumana", pero un día, ante una muchedumbre expectante que incluía cronistas de radio y televisión, fue a hacer su famosa prueba pero no le salió… por lo cual, al la camioneta pasarle por encima, le causó la muerte. Y lo más gracioso (bah, "gracioso";… es una forma de decir) es que el que manejaba el vehículo (que era amigo suyo), tras frenar, mirar hacia atrás y ver al forzudo hecho pedazos, arrancó a toda velocidad por miedo a ir preso, y de él no se supo nunca más nada.
   Entonces se empezó a reír y yo también me reí, pero no de la desgracia del tipo, sino por el efecto contagioso de la risa.
   Ella, entre risas, dijo:
   -¡Ja ja ja! ¡Lo peor del caso no es la muerte, sino el papelón! ¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!
   Y no se paraba de reír, al punto que el cuadro era bizarro, pero finalmente (tras más o menos dos minutos) pudo dejar de reírse. Después, tras agarrar una revista y mostrarme una foto en que se veía a varias personas, dijo:
   -¿Qué edad le das a esta gente?
   -No sé; son personas de la tercera edad.
   -¡Ja ja ja! Noooo; por eso te la mostré; son personas de treinta y pico de años de países "nórdicos", y como sabrás, a esa gente le dura la juventud lo que en sus países dura la luz del sol un día de invierno.
   Y se río enérgicamente.
   -¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!
   Yo también me reí (si bien, no tanto como ella), y cuando paró de reírse, recordando la siguiente situación, dije:
   -Esto me hace acordar a que una vez, estando yo de vacaciones en Bariloche, me choqué sin querer en un negocio con alguien a quien creí anciano, por lo que le dije:
   -Disculpe, abuelo.
   Y el tipo, como era turista y no hablaba castellano (por suerte), no me entendió, ya que tal vez se habría ofendido de haberme entendido, entonces una persona que había visto la situación y que al tipo lo conocía, me dijo:
   -Tiene 31 años ese tipo, pero es "nórdico", y esa gente a los 31 parece de 84.
   Entonces yo pensé: "Uuuhhhh… ¡Está hecho pelota!... Yo tengo varios años más que él… ¡y parezco varias décadas más joven!" (y eso que yo también estoy hecho mierda, pero al lado de ese nórdico, ¡soy un pibe!).
   La mina volvió a reírse frenéticamente y de nuevo no podía parar, mientras exclamaba:
   -¡La "superioridad nórdica"! ¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!... …¿No tuvo en cuenta esto al exaltar el "nordicismo", el pelotudo ese de Hitler? -Y siguió riéndose.
   -¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!... ….¡Je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je!
   A todo esto habían pasado un par de minutos y la mina pudo finalmente parar de reírse, pero casi inmediatamente volvió a empezar:
   -¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja! ¡Je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je! ¡Ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji! ¡Ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju!... ¡¡¡JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA!!!
   Y así siguió hasta que, dos horas después, me fui de la reunión.
   De todos los en ese lugar presentes, sólo yo me sorprendí de cómo se reía la mujer ya que los demás, evidentemente ya la conocían, por lo que estarían acostumbrados a escucharla reírse de ese modo.
  
   Mientras esperaba en la esquina al colectivo que me llevaría a mi casa, desde la distancia, todavía podía escucharla reírse.

jueves, 13 de agosto de 2020

Viajes a un año y a un espacio indeterminados (cuento) - Martín Rabezzana


   No me acuerdo de en qué año fue esto; tampoco me acuerdo de cuál era el lugar del que veníamos; de vagar por ahí, seguramente… de la casa de un amigo-de-un-amigo de alguno (también seguramente), para después volver a salir a vagar por ahí, la cuestión es que en algún momento alguien dijo de ir a la casa de no sé quién, entonces subimos a un colectivo; una vez en el mismo, le dije a uno de mis compañeros de viaje:
   -El problema no es que haya negatividad o toxicidad en la dieta o en la vida en general, ya que si se las mantiene en un nivel bajo, son manejables, pero si pasan de cierto punto, se salen de nuestro control, entonces sí que estamos en problemas… Si de vez en cuando consumimos los productos "informativos" que los grandes medios de difusión nos ofrecen, no llegamos a intoxicarnos en exceso y entonces la toxicidad nos es manejable, pero si a diario nos intoxicamos con lo que nos presentan, dejará de serlo muy pronto ya que la toxicidad nos manejará por completo… y por supuesto que los grandes medios de prensa son una mierda, pero es culpa nuestra que tengan el poder sobre nuestras vidas que tienen, porque nosotros elegimos contaminarnos con lo que nos presentan, y no es lo más grave el hecho de que nos quieran formar en nuestras miradas políticas (ya que detrás de cada periodista de un gran medio, hay intereses económicos y políticos, siempre indivisibles unos de otros), lo peor es que la mirada de TODO en la vida nos es formada por ellos, y al llenarnos a diario de la toxicidad que nos ofrecen, empeora nuestra calidad de vida, ya que vemos al exterior a partir de la podredumbre que desde los medios de comunicación llevamos a nuestro interior, y el resultado es ver negatividad en prácticamente todo, o sea, en las demás personas, en nosotros mismos, en la sociedad… en la vida… y... ¡¡¡¿cómo podemos ser tan forros como para dejarnos joder así?!!!...
   Mi interlocutor dijo:
   -Pero también podemos rechazarlos y elegir consumir productos informativos/culturales, positivos, y tras llenarnos de su positividad, nuestra percepción del exterior inevitablemente mejora.
   Yo exclamé:
   -¡Exactamente!
   Mi interlocutor prosiguió diciendo:
   -El problema es que no es tan fácil desintoxicarse de la porquería mediática, porque genera adicción al igual que el alcohol, la falopa y las grandes ciudades, ya que si bien muchos que las eligen para vivir reconocen a su nocividad (y paralelamente suelen hablar maravillas del estilo de vida distendido de los medio ambientes naturales a los que conocen por haberse ido a ellos de vacaciones), prácticamente nunca un habitante de larga data de una gran ciudad, emigra a una ciudad chica o a un pueblo, y, ¿por qué? Porque como dije: entre las cosas adictivas, están las grandes ciudades, y entre quienes las eligen, estamos nosotros… que… somos unos viciosos de mierda.
   Yo asentí.
   Si hablamos algo más, no lo recuerdo porque yo tenía mucho alcohol encima y estaba cansado, ya que eran como las 5 de la mañana, por eso, sin querer, me dormí; tras un rato, mi interlocutor me despertó y me dijo:
   -Llegamos.
   Entonces me levanté; bajamos del colectivo y caminamos (íbamos sólo él y yo, ya que los demás evidentemente se habían bajado mucho antes); transitamos una zona semi rural que yo no conocía.
   -¿En dónde estamos? –le pregunté.
   -Y… en…naah. No sé qué barrio es exactamente.
    Y señalando una casa, dijo:
   -Es ésa la casa de mis familiares.
   Ya estaba amaneciendo.
   Entramos a la casa y una vez en el living nos recibió una mina que mi compañero me presentó y después se fue. Entonces me quedé solo con ella.
   Ella me preguntó si quería tomar algo, le dije que "bueno" y me dio algo de tomar. Después me dijo que iba a ponerse algo más de ropa (ya que estaba en remera, descalza y en bombacha, pero pareció decidir ponerse más ropa por no inhibirme a mí más que por propia inhibición, ya que parecía totalmente desinhibida, por más que hasta claramente pudieran vérsele sobresaliendo de la prenda inferior, los pelos de la concha).
   Empecé a mirar un estante en que había muchos videocasettes y cuando ella volvió y me vio, me dijo:
   -¿Te gusta el cine?
   -Sí, pero la verdad, no tanto como antes… Creo que el cine ya cumplió su ciclo como forma de arte; además, con tanta disponibilidad (no sólo en cable, sino también en internet) de películas, ya vi demasiadas y esa abundancia es, por así decirlo… empalagosa; por eso ya casi no puedo disfrutar demasiado de ver películas ni tampoco de la música… al menos no puedo disfrutar de esas cosas como antes (y no creo que esto me pase sólo a mí).
   Ella dijo:
   -Ah, mirá… yo no tengo cable.
   Después agarró un video y me dijo:
   -¿La viste esta?
   (La película era: "Últimas imágenes del naufragio").
   -Sí.
   -¿Y qué te pareció?
   -La primera vez que la vi, creo que no la terminé porque me pareció una boludez (tengo una buena excusa: era chico); la segunda la vi siendo ya grande y me pareció que estaba bien, y la última vez que la vi (fue hace poco), me pareció una gran película y, por su calidad y profundidad psicológica, una obra maestra del existencialismo.
   Ella dijo:
   -¿La viste de chico?... pero si…
   Y por algún motivo, se calló; después dijo:
   -Yo todavía no la vi porque no tuve tiempo; me regalaron el video hace apenas unos días… ¿Querés que la veamos?
   -Sí, dale.
   Entonces puso el video en la casetera y yo la miré (a la videocasetera) (sí, también le miré a la mina la parte de atrás que estaba rrrreeee bien como el resto de su persona) y dije:
   -¡Es una reliquia esto!... Sos bien retro vos, ¿eh?... ¡Je je! Está buena esa onda.
   Ella me miró sin entender a qué me refería, pero no dijo nada.
   Nos sentamos en un sillón y "la función" empezó. Tras la película terminar, ella dijo:
   -Estuvo muy buena;… me gusta de Subiela que no le tiene miedo a los diálogos extensos, complejos y profundos por más que sepa (ya que no creo que lo ignore) que con los mismos, por ser pretenciosos, se está al borde del ridículo continuamente, pero pasa la prueba exitosamente ya que no cae nunca al vacío.
   Yo dije:
   -Es verdad; es una rareza el que un realizador del llamado "cine intelectual" escriba diálogos extensos ya que suelen ser tildados de "teatrales", y eso es generalmente considerado un error por los críticos (aunque en realidad… eso de que los diálogos televisivos deban ser mayormente triviales, los del teatro, extensos y profundos y los del cine "inteligente", escasos y pausados, son convencionalismos que no hay por qué respetar)… Subiela demuestra que se puede combinar lo "teatral" de los diálogos extensos, profundos y bien elaborados, con imágenes de alto contenido poético que llegan hasta el surrealismo… Igual, no te digo que me gustan todas las películas de este tipo, ¿eh? Pero ésta, sí;… las que hizo ya a fines de los noventa y en la década siguiente, son… bueh… recordémoslo por lo bueno.
   Entonces ella dijo:
   -Me estás jodiendo, ¿no?
   -No, ¿por qué?
   -Porque estamos en mil novecientos noventa y…
   Entonces pensé que era ella la que me estaba jodiendo a mí, pero no… era posta lo que dijo, y no me bastó el diario de ese día que me mostró de páginas tibias y tinta húmeda con fecha en un año de la década del 90 ni la… (bueno… imagínense todo tipo de cosas propias de la era "pizza con shampain", así me evitó el trabajo de escribirlas porque hoy estoy muy cansado) para convencerme de que el viaje que hice en colectivo no había sido solamente en el espacio, sino también en el tiempo; lo que sí me convenció fue verme en el espejo del baño en que me reconocí como el adolescente que era en los años noventa y que ya no soy.
  
  No me acuerdo de qué siguió inmediatamente a lo contado, lo siguiente que recuerdo es encontrarme en la calle (la calle otra vez) y ver luces, pero no de las comunes, sino de otras, inusuales, de brillo único, distinto a los previamente por mis ojos percibidos, de colores cambiantes, en continua fluctuación de intensidad;…  recuerdo sentir y escuchar una brisa melódica, como de música nueva, hermosa, recientemente creada e imposible de escuchar con los oídos, pero entonces por mí, de un modo que no puedo explicar, escuchable (y hasta palpable);… recuerdo ver hojas de árboles que caían y alzaban vuelo sin impulso del viento, como si fueran pájaros;… a su vez vi a pájaros que en su cantar expresaban lo que entonces yo comprendía, así como ellos me comprendían a mí por más que no hablara;… recuerdo transitar calles que se transformaban en sendas ascendentes y descendentes que me llevaban sin necesidad de que yo caminara, y muuuchas otras cosas maravillosas e imposibles de transmitir por escrito.
   Entonces me sentí identificado con lo que dice el protagonista de la película ya referida; es algo así como que por ahí, él y las personas con las que estaba, eran parte de una película; una película que tal vez nadie estuviera viendo.
   Tal vez mi vida toda sea parte de un cuento que nadie lee.
   La "película" surrealista recién contada (tal vez no vista por nadie), concluyó conmigo llegando a mi casa tras mucho caminar.

    A la mina la volvería a ver, pero no es en este espacio que les contaré en qué circunstancias, sino (tal vez) en otro.