Bar literario
Siendo adolescente, allá por los
años noventa, asistí a un bar literario en donde poetas recitan sus obras.
En las paredes
había cuadros de los "grandes" de la literatura argentina: Borges, Bioy
Casares, Cortázar… o sea, esos literatos que en realidad no le gustan a (casi)
nadie (¿o podés honestamente decir que al leer a Borges no te aburrís
terriblemente? Yo me reee aburro, y lo mismo me pasa al leer a los otros dos
mencionados); su vigencia no se debe a su calidad, sino al hecho de que el
sistema está diseñado para que no aparezcan nuevos escritores más que excepcionalmente ya que casi los
únicos autores que publican con una cantidad digna de ejemplares, son los que llegan a
las grandes editoriales, y los pocos que están en las mismas llegaron por diversos
motivos como ser: tener mucha plata, tener conocidos en el ámbito editorial,
ser famosos (de ahí que tantos escritores se hayan hecho periodistas ya que
estando en los medios es más probable que a uno le editen sus textos, editoriales importantes, y es lamentable que un escritor se haga periodista ya
que ser periodista es dedicarse a hablar de lo que hacen los demás, no es
buscar destacarse por hacer algo uno, por lo que según mi criterio, pasar de
escritor a periodista, es rebajarse) y tener talento, siendo, quienes llegan por
esto último, excepciones que confirman la regla; la cuestión es que quienes
llegan a las grandes editoriales son los únicos que son tenidos en cuenta a la
hora de hablarse de los "grandes escritores" de un país, y como los escritores
que a las mismas llegan no son más que un puñado, es casi imposible que entre
ellos estén realmente los mejores.
(Si creés que hay resentimiento en lo recién expresado, no te equivocás; no podés no esperarlo de
un escritor que siente que nunca va a llegar a ninguna parte).
Varios de los
que recitaban sus obras hacían todo un acto teatral; una chica que era parte de
mi grupo, me dijo:
-Tienen que
hacer esos gestos y movimientos raros para destacarse, ya que si no lo hacen,
nadie les da bola.
Yo le dije:
-Es bastante
bochornoso…
-Sí, y lo saben,
pero prefieren hacer el ridículo a pasar desapercibidos.
Yo no entendí el
sentido de cosa tal en ese momento, pero después sí; de hecho, hasta terminaría considerando a
tal desinhibición y ausencia de miedo al ridículo, envidiable.
Uno que vestía ropa oscura y lucía maquillaje
de payaso, recitó sus versos; mientras tanto, tras habérsenos servido cerveza,
la mina que me había explicado el por qué del proceder de los poetas, sacó una
botellita de vodka y subrepticiamente empezó a añadirle su contenido a los
vasos de birra de sus amigos (yo incluido) ya que las bebidas en los bares
cuestan demasiado caras, por lo que no teniendo mucha plata, tendríamos que
tomar con moderación lo que ahí pidiéramos, y no tiene mucho sentido tomar
alcohol si no es para emborracharse (¿o sí?); la cuestión es que la
presentación del payaso gótico concluyó y le dije a los de mi grupo:
-Ese poeta me
hizo acordar de que una vez, cuando era chico, acompañé a un familiar a hacer compras
a un negocio; en un momento me acerqué a la puerta, miré al exterior y vi a uno
de esos jóvenes que trabajan de artistas callejeros haciendo malabares ante los
autos cuando el semáforo está en rojo disfrazado de payaso, pero estaba
descansando sentado contra un árbol, entonces un auto frenó por el semáforo en rojo y
cuando pasó a amarillo y estaba por arrancar, dirigiéndose al joven payaso, de
modo totalmente cobarde el automovilista dijo: "¡Andá a laburar, vago de mierda!" Entonces
el joven, con una agilidad increíble, se levantó, se subió al capot del auto y
saltó sobre el mismo varias veces abollándolo;… No me olvido más de la
expresión de terror del conductor; ni siquiera se animó a insultar al payaso,
sólo se limitó a arrancar a toda velocidad cuando éste hubo bajado.
Los jóvenes
sentados a la mesa se rieron; yo proseguí:
-Entonces, sin
racionalizarlo, sentí que ese tipo era mi ídolo y que quería ser como él, pero
también, por haber sentido que se condujo justamente, me sentí por primera vez,
malo.
Uno de los de mi
grupo me preguntó:
-¿Por qué?
-Porque
instintivamente concluí (ya que tampoco lo racionalicé) que la gente buena no
puede sentir que en el castigo haya justicia.
Tras unos
segundos de silencio, uno de los que me acompañaba, dijo:
-Entonces yo
también seré malo porque para mí, el payaso actuó justamente porque el tipo ese
se re merecía lo que le hizo.
Todos los demás
que componían el grupo estuvieron de acuerdo.
Con tono
melancólico, dije:
-Ya había
olvidado todo esto…
Invariabilidad
Salimos del bar
y el clima era frío; lo combatimos con el escabio que la mina que ya lo había
compartido un rato antes seguía compartiendo; fuimos a una plaza y una del
grupo dijo que sería mejor que nos separáramos en dos grupos y fuéramos a
lugares diferentes de la plaza, ya que si caía la policía y se acercaba a un
grupo, los del otro al ver la escena, podrían escapar (no hacíamos nada ilegal
pero los edictos policiales todavía estaban vigentes, lo cual resultaba en que
las detenciones arbitrarias fueran mucho más numerosas que en la actualidad, al
punto que en los años noventa el mayor miedo de los jóvenes no involucrados en
actividades ilícitas al transitar las calles, era a la policía… miedo que no
puede considerarse poco representativo de la era "pizza con shampain")…
Cuatro de los
integrantes del grupo fueron en una dirección y los tres restantes (la mina del
escabio, que se llamaba Noelia, otro pibe y yo) fuimos en otra.
Nos sentamos en
un banco y tras un rato de conversación, el pibe dijo que iba a comprar
cigarrillos, entonces me quedé solo con la chica que, como si hubiera esperado
a quedarse sola conmigo para expresarse, me dijo que había pasado por una serie
de situaciones que llenan de un sentir terriblemente negativo; una negatividad
que los hombres no pueden entender porque "no pasan por las mismas cosas"; me
dijo que ese sentir negativo, lejos de disminuir, aumenta con el paso del
tiempo al punto de hacerle a uno creer que nunca va a superarlo, y de lograrse
cosa tal, no se está exento de que en cualquier momento vuelva a ocurrir lo que
a uno se lo causó y el malestar regrese…
Yo no quise
preguntarle detalles que ella espontáneamente no me contó, pero le dije que
cuando se experimenta algo en extremo negativo, el sentir de unicidad, y por
consiguiente, de incapacidad por parte de los demás de a uno entenderlo, es
lógico pero FALSO, ya que la ira, el dolor, el odio, la frustración y la
humillación, son sentimientos experimentados invariablemente por todos; lo que
varía de una persona a otra es la situación en que los experimenta; de esto le
di algunos ejemplos de mi vida personal y ella se
mantuvo en silencio y atenta y pareció entenderme, ya que pasó de mostrarse
seria y triste a mostrarse distendida.
El pibe volvió
del kiosco con los cigarrillos y nos ofreció; Noelia, rechazándolos con un gesto de la mano, le dijo:
-¡Eso es
malísimo para la salud, flaco! -y tomó un trago más de vodka.
Fantasiosidad
Volví a ver por
casualidad a la chica unos años después en una galería comercial; tras un rato
de conversación relativamente formal, le dije:
-Hasta 1969 acá
había un teatro llamado Colón (se llamaba igual que el de Capital Federal) y llegó a
presentarse Gardel.
Ella dijo:
-¿En serio?
-Sí.
-Naaaa.
-¡Sí!
-¿De verdad?
-De verdad.
-…¡Mirá!
Después nos
acercamos a la vidriera de una rockería en que en un televisor se presentaba un
video de Lacrimosa; al ver al cantante de estética gótica, Noelia dijo:
-Es muy raro
como algunos músicos se producen tanto que pasan a ser personajes que nada
pueden tener que ver con sus personalidades verdaderas; son como actores;… Me imagino
que los fans al conocerlos se deben decepcionar.
Yo dije:
-Ningún artista
se parece demasiado a su obra, por lo que podemos decir que todos los artistas
son personajes cuando crean y exponen su arte, y el hecho de producirse tanto
en la ropa y el maquillaje (como se hace en el ámbito gótico), es una forma de
oficializar la condición de actor que implica ser artista… …Los artistas de
todas las artes son actores, la diferencia con los que actúan oficialmente es
que estos últimos hacen personajes que existen sólo en contextos ficticios,
mientras que los personajes de los artistas de las demás formas de arte,
traspasan la ficción e interactúan con personas reales, y la "decepción" al un
fan conocer al artista que poco o nada tiene que ver con su personaje
interpretado, no necesariamente es tal ya que si bien la persona que encuentra
es distinta a su personaje, lo que encuentra puede ser bueno, y no te
decepciona el encontrar algo distinto a lo que esperabas si eso que encontraste
es bueno, de hecho, si bien se espera de los artistas importantes algo
extraordinario en materia de personalidad, paradójicamente cuando más impresionan,
es cuando son sencillos, de ahí que se destaque tanto cuando alguien que es una
estrella, mantiene la humildad.
Tras unos
segundos, la chica dijo:
-Sí… pero en
realidad, lo de "actor/personaje" es muy discutible en sus implicancias ya que
sin duda a veces hay que "disfrazarse" para ser uno mismo, de ahí que la
versión más "guionada" y producida de uno pueda ser la auténtica y la "sencilla", la falsa.
Yo asentí ya que
realmente me identifiqué con lo que dijo.
Después salimos
a la calle y tras pasar frente a un grupo de propagandistas del feminismo, una
de sus integrantes le dio a Noelia un folleto y ella lo miró; mientras caminábamos me
dijo:
-Habla del "mito
del amor romántico"… (y leyó en voz alta) "…el patriarcado inventa y promueve fantasías sobre el
romanticismo y las impone a las mujeres haciéndoles creer que las
mismas son inherentes a ellas para así mantenerlas sometidas al hombre al
mostrarles como único medio de realización personal, a la relación
sentimental"… ¿Habías escuchado algo de esto?
-Sí.
-¿Y qué te
parece?
-Qué es absurdo
(¿qué me va a parecer?) ya que el romanticismo que condenan, es propio de la
humanidad, por ende, es inherente a las mujeres y los hombres, por lo que existe inevitablemente en donde haya seres humanos independientemente
de su contexto cultural, y la cultura no crea sentimientos, puede potenciar los
ya existentes, pero no crearlos, por lo que el romanticismo no es una creación
artificial de la cultura, es, como ya expresé, una cosa inherente a la humanidad, y si la cultura
fomenta el fortalecimiento del romanticismo (y no sólo entre las mujeres, a
diferencia de lo que dicen las feministas), ¿por qué estaría mal?
-Porque lleva a
la idealización que siempre es fantasiosa, y se supone que la fantasía tarde o
temprano choca con la realidad que es muy distinta, de ahí que al enfrentarse
con los hechos, el idealista se haga daño.
Yo, tras pensar
un poco, dije:
-Creo que fue en
un libro de Laing que leí que los psicoterapeutas suelen reprobar a las
fantasías (no sólo en el ámbito romántico) con fundamentos muy parecidos a los
expuestos por las feministas, pero lo hacen sin entender que esa cuota de
fantasía que uno pone en las cosas, es lo que le da el sentido a las mismas,
entonces, entendiendo esto… ¿no sería más positivo cultivar a las fantasías e idealizaciones en
vez de tratar de suprimirlas?... Yo creo que la fantasía y las ilusiones que la
cultura promueve no son las culpables de la decepción que uno encuentra al
enfrentarse con la llamada realidad; la culpa es de uno por no cultivar su
fantasía lo suficiente resultando esto en una incapacidad de trasladar esa
visión positiva propia de lo fantasioso, a todo ámbito de su realidad personal,
además, cuando se critica a una forma de ver las cosas por supuestamente no ser "realista", no se tiene en cuenta la posibilidad de que la "realidad" podría no
existir fuera de nuestra percepción, por lo que yo no considero negativo llevar
positividad en forma de fantasía a nuestra percepción ya que, como reza el
dicho: "Creamos aquello en lo que creemos".
Ella pensó en
silencio varios segundos y después dijo:
-Entonces, ¿te
parece mal que las feministas promuevan erradicar a lo que llaman "mito del amor romántico" o
a cualquier otro?
-No; me parece
bien que hagan lo que quieran; si quieren promover al antifantasismo en el
orden de cosas que sea, que lo hagan, pero que no cuenten conmigo para cosa tal.
Noelia, en voz
baja pero clara y audible, dijo:
-Conmigo
tampoco.
(Uaaaaauu... La
hice sentir bien con lo que le dije; no me creía capaz de eso; le brindé mucha positividad
con el solo hecho de compartir mis pensamientos con ella, y ella también a mí,
sobretodo con cosas que me confió que por respeto a su privacidad, no expuse).
Fue la segunda y
última vez que hablé con ella.
Eligió no lastimar; eligió el camino menos transitado
Cuando no me hago
daño, temo hacer daño.
Antonio Porchia
La siguiente vez
que vi a Noelia fue unos meses después de nuestro último encuentro; la vi de
lejos; estaba con unos vagos "jugando" a esconderse tras los árboles y al ver
llegar al tren, cruzar corriendo las vías; en tal juego, ganar era sobrevivir (cada tanto alguien perdía).
La observé
fijamente con tristeza pero ni siquiera se me ocurrió acercarme a ella ya que
presentía que su libertad (su bien más preciado) se habría visto limitada por mi intervención
por bienintencionada que fuera, y sé que aunque haya disimulado, ella también
me vio; fue entonces que decidió suspender el "juego" e irse, y no por
desairarme, sino por advertir mi pena al verla buscando la muerte;…
Evidentemente no me quería lastimar (¡pero yo quería que me lastimara!)
Al sentirnos
mal, los humanos queremos castigar, queremos que alguien pague por la vida
horrible que tenemos, de ahí que al experimentar bienestar, la intención de
castigar esté ausente, y de ahí lo loable de la autoflagelación ya que ante el
malestar de la propia vida, el deseo de hacer daño es inevitable, y quien
decide autoflagelarse está eligiendo no lastimar a otro, por eso me inspira
respeto quien elige el camino del autocastigo, el de la autodestrucción; tal
camino es sin duda el más difícil de todos, por eso es el que menos transitado
está.
Supervivencia
Gracias a
internet, actualmente se pueden encontrar a personas en otros tiempos por uno conocidas
con las que se perdió todo contacto; se puede saber qué fue de ellas como no se
podría de tal medio de difusión no existir, y fue justamente por internet que años
después de haber visto por última vez a Noelia pude encontrar un sitio de fotos
suyo en que, por los comentarios publicados, me enteré de que había muerto, y
así como me enteré de su muerte, también por el ya mencionado medio pude saber
que de todos los asistentes al bar literario en aquella ya referida noche de
los años noventa, el único que todavía está vivo, soy yo.