sábado, 23 de marzo de 2019

MÁRTIR (cuento) - Martín Rabezzana


   A la gente más cobarde se la reconoce por SIEMPRE ponerse del lado ganador al defender a la versión oficial de todas las cosas.

El mártir


   Con gran tranquilidad, el hombre abrió un libro y dijo:
   -Me gustó mucho tu libro; hay conceptos interesantes; en esta parte decís: "…Cuando se da una conversación entre dos personas y una de ellas está en un puesto de autoridad, no hay diálogo horizontal posible ya que ante las palabras del poseedor de poder, su interlocutor existe para asentir y expresarse de modo condescendiente para con su superior, y de no ser así, el conflicto es inminente y las consecuencias para el inferior, inevitables; esto ocurre no sólo cuando se está ante psiquiatras, sino también ante psicólogos, ya que si bien estos últimos carecen de las facultades represivas otorgadas por la ley de los primeros, el estado también los usa para sus propios fines ya que su supuesta función de ayudar a las personas a mejorar su estado emocional al inducirlas a racionalizar aquello que las aqueja y que, por supuestamente estar en su subconsciente, no perciben, tiene por objetivo auténtico hacerlas complacientes de la situación social de turno ya que la misma siempre condiciona y hasta llega a determinar sus situaciones personales. Es decir, la provisión de asistencia psicológica por parte del estado tiene el objetivo de preservar la integridad del mismo al infundir en las personas el conformismo que impide todo intento de cambio y oposición a las normativas legales; a través de la psicoterapia y la psiquiatría, el estado intenta moldear a voluntad a nuestra personalidad en pos de que seamos dóciles y funcionales al sistema que impone, y no lo seríamos si en vez de dejarnos moldear, intentáramos fortalecer y dejar aflorar a nuestra esencia." ¡Muy bueno! –y aplaudió; después prosiguió diciendo: -Y más abajo decís: "…A algo tan nefasto como es la psicoterapización de todos, personas como Bleger lo consideran "utópico"; esa "utopía" es para mí una distopía que, lamentablemente, se parece demasiado a la realidad actual… Como ya lo expuso Szasz: el psicólogo es la versión laica del cura confesor, y por culpa de las llamadas "ciencias" hemos llegado a un grado tal de absurdo, que más progresista que defender al empleado del sistema de "salud mental" actual, parece ser la reivindicación del cura confesor (claro que también se puede rechazar a ambos)."; y yo te respondo: de esto último ocurrir, sobrevendría un nuevo equivalente a ellos (a nosotros) ya que la esencia de las cosas es indestructible; sólo las formas cambian, la energía no se destruye;… No se puede destruir a NADA ni a NADIE, por lo que matar es inducir al cambio de forma, y es realmente frustrante entender esto si lo que se quiere es justamente, destruir… matar…
   El hombre hizo una pausa y se acercó a una mesa; agarró una botella de vino y tomó directamente de la misma, después, señalando a la persona a la que le había hablado, dijo:
   -Vos sos de los que concluyeron que nuestra personalidad es el resultado de nuestro contexto social, cultural y económico, por lo que del mismo ser otro, nuestra forma de ser sería también otra, por lo que nuestro verdadero ser (nuestra esencia) está debajo de ese "barniz" con que nuestro medio ambiente nos reviste; esto es algo cuya racionalización ha llevado a algunos a diferenciar al "yo" del "ego", marcándose así una distinción como la que hay entre un actor ("yo" = esencia) y su personaje ("ego" = superficie), y algo común a los idearios (como el tuyo) en que esta idea se expone, es la idealización de lo subyacente, o sea, de la esencia, y paralelamente, la denostación continua de lo superficial creado por la "civilización", de ahí el conocido concepto de "el buen salvaje", expresándose con esto que lo civilizado es "malo" y lo salvaje, "bueno", pero… ¿qué pasaría si uno lograra ver a la esencia humana y resolviera que la misma es peor que lo que hay en la superficie?... Pasaría que dejaríamos de idealizar a los "actores" y empezaríamos a apreciar a los "personajes", es decir, a nosotros mismos y a los demás como YA somos… …¿Sería eso tan terrible?... …Tal vez la vida TODA sea ficción, y eso no tiene por qué ser considerado malo, de hecho es justamente la condición ficcional de nuestras vidas lo que nos redime ya que TODAS nuestras faltas (hasta las que consideramos imperdonables) son parte de un guión;… esto nos permite a todos (hagamos lo que hagamos) ser puros y salvos ya que al final… todo era ficción…
   El hombre volvió a hacer una pausa en la que caminó por la habitación y volvió a tomar un trago de vino, tras lo cual prosiguió hablando.
   -Yo también creía en lo negativo de nuestra superficie y en lo positivo de lo subyacente, pero un día vi a nuestra esencia humana, por lo que con conocimiento de causa te digo que es aun más horrible que el "barniz" con que nuestra cultura nos reviste. –Y con tono melancólico agregó: -¡Tanto que denostan al "ego", y al final, el "yo" es muchísimo peor! Es por eso que aunque considere al sistema social mundial, nefasto, por ser el mal menor, YO LO DEFIENDO, y es en su defensa que estoy cazando a la gente como vos que pretende destruirlo al abogar por el resurgimiento de la esencia humana.
   Su interlocutor (por llamarlo de alguna manera ya que no lo era por estar amordazado además de atado a una silla) sabía que por la posición en que estaba, no sería él quien decidiera si saldría de ahí o no, pero como para todo aquel que tiene firmes convicciones las mismas valen más que la propia vida, el morir por ellas es no sólo justificado, sino hasta anhelado por glorioso, por lo que a diferencia de lo que su enemigo habría querido, no sentía miedo alguno.
   El opresor le sacó a su víctima la mordaza y le dijo:
   -¿Querés decir algo?
   Tras unos segundos de mirar a su victimario en silencio, la víctima se rió, lo insultó y después lo escupió; el victimario sacó de entre sus ropas un revólver y le disparó varias veces causándole la muerte y transformándolo con la misma, en mártir de una causa que, justamente por este hecho, se fortalecería.

   La víctima era un sobreviviente de la psiquiatría y la psicoterapia y era además militante de la antipsiquiatría y la contrapsicología; el victimario era un licenciado en psicología y tenía habilitación para prescribir psicofármacos como todos los psicólogos la tienen/tendrán allá por mediados del siglo veintiuno, que es el tiempo en que lo contado en este texto ocurrió/ocurrirá. 

domingo, 10 de febrero de 2019

Decadencia, final y reinicio (cuento) - Martín Rabezzana


  
   Ella era una de esas almas en pena cuyo cuerpo habíase hecho toxicodependiente; a causa de eso se había vuelto también una de esas mujeres que se entregan sexualmente a cualquiera a cambio de unos billetes que le permitan acceder a un poco más de material de deconstrucción.
   Una tarde, en medio de una crisis de abstinencia, salió a buscar a alguien que le permitiera acceder a la plata que a su vez le permitiera pagar un pasaje más hacia ese destino incierto en formato, pero claramente cierto en negatividad; tras un rato de caminar encontró a un hombre por la calle al que se le ofreció haciendo uso de lo mejor que tenía que era la dulzura de sus gestos y palabras; ese trato cálido es mucho más poderoso que el atractivo sexual y le hace mucho efecto a aquellos que no están acostumbrados a recibirlo, y esto bien lo saben las prostitutas, por lo que a dicho trato recurren al buscar clientes cuyo principal motivo para estar con ellas es justamente la necesidad de recibirlo, a diferencia de lo que se pueda pensar.
   Tras la mujer habérsele ofrecido y el hombre haber aceptado, él le dijo que fueran hasta su casa; ella aceptó.
   Caminaron una cuadra hasta una vivienda y tras cruzar su puerta de entrada, atravesaron un largo pasillo que daba a un patio; una vez ahí el hombre detuvo su marcha, entonces la mujer intentó desabrocharle el cinturón para practicarle sexo oral pero él la detuvo y dijo:
   -No;… -y señalando una mesa y sillas dispuestas en medio del jardín a la sombra de un árbol, le dijo –Sentate. Yo enseguida vuelvo.
   La mujer se acercó lentamente a una silla y se sentó; tocó el mantel de la mesa y sintió lo fino de la tela y lo agradable de sus diseños; inhaló profundamente y sintió el aroma de las flores de los rosales y jazmineros que estaban a su alrededor; dirigió su vista al suelo y contempló con admiración lo cuidado del césped; extendió una mano y sintió con ella a la brisa fresca y suave que la acariciaba como si estuviera cerca del mar; prestó atención a los sonidos y notó que el silencio que en ese lugar había, sólo era interrumpido por el cantar de los pájaros; la temperatura, que en el exterior era en extremo fría, era en ese jardín, primaveral;… la paz que experimentó en ese lugar no recordaba haberla vivido nunca antes, entonces el hombre volvió con una bandeja de la cual bajó una cafetera, una azucarera y dos tazas en las que vertió café; puso una de ellas frente a la mujer y después bajó de la bandeja, un plato con pan dulce que cortó y dispuso en dos porciones en platos de los cuales, le acercó uno; ella lo aceptó sonriendo, lo probó y dijo que era el pan dulce más rico que había comido en su vida; después le puso azúcar al café y tomó un trago, tras lo cual dijo que era el café más rico que había tomado en su vida; sonrió con enorme bienestar y dijo que el jardín en que estaban era el más hermoso que había visto en su vida, y tras ella decir esto último, el hombre dijo:
   -Lo único que te falta decir es que yo soy el hombre más hermoso que viste en tu vida -y se rió.
   La mujer, sin mentir, dijo:
   -Sí… sos el hombre más hermoso de todos.
   Él sonrió en silencio, después dijo:
   -Ya no tenés síndrome de abstinencia.
   Ella asintió con la cabeza con un gesto de bienestar y sorpresa, después dijo:
   -Es raro todo esto;… …Sé que me sentía mal, pero no sólo no me siento así ahora, sino que ni siquiera recuerdo cómo es sentirse mal… ¡Me siento mejor que nunca! –y se rió.
   Pasó más de una hora en compañía del hombre en la que se sintió llena de un sentir positivo que llegaba al punto de ser felicidad, pero entonces, por algún motivo empezó a sentir la necesidad de salir, por lo que le dijo a su interlocutor:
   -Voy hasta la puerta y enseguida vuelvo.
   Él le sonrió dulcemente y la saludó con la mano.
   La mujer abrió la puerta de calle y vio a su propio cuerpo siendo subido a una ambulancia; le preguntó a varias personas que presenciaban la escena qué le había pasado a la mujer asistida por el personal médico, pero nadie le respondió.
   La ambulancia se fue y la mujer empezó a correr tras la misma, de pronto se vio en su interior frente a su propio cuerpo que recibía primeros auxilios y no reaccionaba, entonces, totalmente desconcertada, tocó a su propia mano e inmediatamente sintió a su conciencia adentrarse en ese cuerpo que entonces sí reaccionó; las personas que componían el grupo médico se pusieron muy contentas y ella volvió a experimentar el malestar físico y emocional que hasta apenas momentos atrás era inexistente, pero lo superaría, ya que tiempo después se recuperó del daño que su estilo de vida le provocó y nunca volvió a ser la misma.

   Tras la experiencia extracorporal, la mujer ingresó a una nueva etapa en la que empezó a creer en el sentido de todas las cosas y también a transmitirlo a otros; una etapa totalmente opuesta a la anterior.

viernes, 1 de febrero de 2019

La criatura de la Reserva Ecológica o: Reservito: el ángel guardián de los proletarios (cuento) - Martín Rabezzana



   Tras salir de mi trabajo en CABA decidí (antes de volver al glorioso e injustamente despreciado por los malditos multimedios, sur del Gran Buenos Aires) -o sea: Magdalena del Buen Ayre- aventurarme en la reserva ecológica para pasar horas nocturnas en soledad en ese medio ambiente natural; como hacía frío, llevé conmigo una botella de Fernet; cuando estaba por adentrarme en la reserva me crucé con un par de jóvenes de apariencia acomodada; al ver que yo llevaba en la mano una bolsa con una botella, uno de ellos me dijo:
   -¡Flaco! ¿Me das un trago?
   Yo me acerqué para convidarle pero entonces el otro, con evidente miedo lo disuadió de acercárseme y lo instó a seguir su camino; el miedo se debía a que mi apariencia no coincidía con la de ellos, es decir, ellos eran conchetos y yo (aunque al verme muchos no lo crean y asuman que soy de clase baja) soy de la históricamente ninguneada clase media; ¿por qué ninguneada? Porque cuando se habla de los diversos sectores sociales se suele hacer alusión a la clase alta y a la baja; rara vez se menciona a la media; tal vez se deba a que uno ve a los demás en relación con el lugar en que se encuentra, por lo que si sos de clase media, sos un croto para los chetos y un cheto para los crotos; el punto intermedio (siempre existente) por algún motivo no es generalmente tenido en cuenta siquiera por quienes están en el mismo. Claro ejemplo de este ninguneo es la división (absurda) que se hace del planeta con las expresiones "primer" y "tercer mundo"; casi nadie habla del "segundo", y casi nadie sabe tampoco que tal divisionismo nefasto no era originalmente alusivo a la situación económica de los países sino a su alineación política, es decir, los países alineados con las dos mayores (pre)potencias de mediados del siglo veinte eran considerados como pertenecientes al primer y al segundo mundo (de acuerdo al país con que se alinearan eran considerados de uno o de otro), y los países que no estaban alineados con ninguna de las dos, eran considerados del tercero independientemente de su situación económica… pero bueh… volvamos a la historia.
   Tras un rato de caminar, me senté en un banco en ese lugar tan abundante en paz y silencio; en determinado momento apareció un grupo de jóvenes conchetos entre los que se encontraban los dos que había visto un rato antes; el que anteriormente me había tenido miedo, no lo tuvo en ese momento ya que a los cobardes suele ocurrirles que al estar en grupo se envalentonen al punto de ser prepotentes con aquellos con quienes no lo serían estando solos, por lo que desde la lejanía me empezó a bardear; hizo chistes sobre mi apariencia y sus amigos se sumaron a las burlas, y yo, si bien me la banco a las piñas, soy realista, por lo que sabía que siendo cinco (y ellos eran cinco) si querían me podían cagar a palos, por eso no les respondí pero me preparé mentalmente para pelear si llegaban a acercárseme y planeé aludir a su falta de hombría por provocar a una persona siendo ellas cinco en pos de que de darse una pelea, vinieran de a uno, pero no hizo falta porque cuando el grupo de conchetos se me acercó, se escuchó un gruñido aterrador como si fuera de un lobo, pero el volumen era tan alto, que no parecía proceder de un lobo de tamaño ordinario sino de uno gigante; ante eso los jóvenes se paralizaron; tras unos segundos la criatura que había gruñido apareció de entre los pastizales, saltó encima de uno de los pibes y literalmente se lo comió en cuestión de segundos, tras lo cual persiguió y devoró a los otros cuatro jóvenes que habían empezado a correr; la velocidad con la que engulló (huesos incluidos) a esas cinco personas, fue increíble; para mí que no le tomó ni veinte segundos; a todo esto yo me había levantado del banco pero no atiné siquiera a intentar escapar ya que por haber visto lo que la criatura era capaz de hacer, lo sabía inútil; estaba a su merced, por lo que si quería comerme, yo nada podría hacer para evitarlo, entonces me resigné a morir de forma inminente ya que el animal se me empezó a acercar lentamente, pero lejos de gruñirme, sollozó lastimosamente como si estuviera triste, y cuando estuvo a pocos metros de mí, me extendió una pata en clara señal de amistad; yo estaba terriblemente asustado, sin embargo logré acercarle una mano y estreché su pata, entonces entendí que la criatura no tenía intención alguna de hacerme daño.
   La criatura (supuestamente mitológica) de la reserva ecológica de Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha sido descrita como una rata con tamaño de perro, pero la que yo vi no era así, ya que tenía más bien una apariencia cercana a la de un lobo negro y era del tamaño de una vaca; la cuestión es que tras el amable saludo, se fue lentamente hacia los pastizales de los cuales había salido y desapareció.
   Lo que ustedes se preguntarán es lo que yo me pregunté: ¿por qué atacó al grupo de jóvenes acomodados y no a mí? La respuesta es la siguiente: la criatura de la reserva ecológica conocida popularmente como "Reservito", con su infalible y envidiable instinto salvaje, reconoció en mí a una persona de clase media y ella sólo se alimenta de conchetos.
   Yo creo que más que por hambre, al ver que los chetos me estaban provocando, Reservito se los comió para protegerme ya que evidentemente es un protector de los no chetos.
   Asi que, quien esté leyendo esto, ya sabe: si usted es un concheto, no se acerque siquiera a la reserva ecológica salvo que quiera morir, y si usted es de clase media o baja, vaya tranquilo que Reservito lo protege.

(Dedicado a MI AMIGO Reservito; ¡AGUANTE!) (Ah, y nada de decirle "monstruo" a tal noble criatura).

domingo, 27 de enero de 2019

Valentía, generosidad y redención (cuento) - Martín Rabezzana



   Era un pibe de ocho años que tenía la suerte de vivir en Bariloche, por lo que su vida transcurría en un ámbito compuesto por bosques, lagos, nieve en invierno y otros notables paisajes naturales diversos.
   Un día, como habitualmente lo hacía, fue solo a un bosque cercano a su casa a jugar. De pronto vio aparecer de la nada una especie de niebla que se arremolinaba suavemente a unos treinta metros delante de donde él estaba; tuvo miedo, por lo que inició el camino de vuelta a su casa, pero tras salir del bosque lo ganó la curiosidad de saber qué era lo que había visto, por lo que volvió a adentrarse al mismo; la niebla seguía ahí; se acercó a ella y cuando estuvo a menos de tres metros de distancia, divisó en su centro la sucesión de diversas imágenes; en las mismas se repetía la aparición de un hombre de buen aspecto y muy malvado, ya que tras la apariencia de persona de bien, se escondía alguien cruel; a esa persona el pibe vio realizar actos impiadosos que le provocaron un desagrado y un miedo enormes; tras un par de minutos de visualizar los actos de dicha persona que, con el correr de los segundos eran cada vez más cruentos, no sólo para con unos pocos seres, sino para con comunidades enteras ya que detentaba puestos de poder, el chico no aguantó más y se fue corriendo a su casa; a nadie le contó lo que había visto.
   Pasaron algunas semanas en las que a pesar de su curiosidad que lo llevaba a querer volver al bosque, por miedo no volvió, hasta que un día venció su temor y se decidió a volver; una vez ahí, de nuevo apareció el remolino neblinoso que ya había visto y al mismo se acercó; esta vez las imágenes del hombre cruel volvieron a aparecer pero en retroceso cronológico, es decir, se lo veía primero con más de cuarenta años y las imágenes que se sucedían lo mostraban cada vez más joven; el pibe no se sorprendió al ver al hombre terminar la carrera universitaria, tampoco al verlo terminar la secundaria, pero al verlo en los últimos años de la primaria, sí se sorprendió ya que reconoció en ese rostro algunos años mayor que el suyo, a su propia persona.
   Las imágenes retrocedieron hasta el punto de mostrarlo a él mismo frente a la niebla como si la misma fuera un espejo, y tras unos segundos, esa imagen desapareció y en su lugar apareció una cuerda que, como si estuviera viva, saltó ante él y cayó al suelo; tras superar el miedo que esto le provocó haciéndolo retroceder, se animó a levantarla, entonces en el remolino aparecieron imágenes de enorme bienestar de todos aquellos seres a los que el hombre cruel que había visto, había perjudicado y asesinado, entonces soltó la cuerda y las imágenes en el remolino fueron las de esos mismos seres sufriendo y muriendo; volvió a agarrar la cuerda y dichos seres volvieron a aparecer exponiendo un gran bienestar; tras un rato de hacer lo mismo varias veces, escondió la cuerda detrás de un árbol y volvió a su casa.
   Esa noche el pibe fue muy afectuoso con sus padres, su hermana, su hermano, su perro y su gato y al otro día volvió al bosque, agarró la cuerda y se dispuso a anudar uno de sus extremos en una rama, pero entonces, para su sorpresa, como si estuviera viva la cuerda se escapó de sus manos, se enrolló por sí sola en formato de cuerda de horca y después, también por sí sola, envolvió uno de sus extremos en una rama quedando así colgando de su extremo opuesto el nudo corredizo, entonces el pibe de ocho años, tras trepar al árbol, en un acto de enorme valentía y generosidad propia de un santo, se llevó la cuerda al cuello y se ahorcó.