domingo, 2 de abril de 2017

Para que el sueño no se repita (cuento) - Martín Rabezzana



   -Tengo desde hace mucho tiempo un sueño recurrente y no sé por qué; voy a encontrarme con una amiga que conozco desde la primaria (mi mejor amiga), estoy en el colectivo rumbo a su casa y miro por la ventanilla la calle, los negocios, las plazas y estoy contenta porque voy a reencontrarme con ella tras un largo viaje que hizo que la tuvo lejos mucho tiempo; cuando estoy por llegar y me levanto para bajarme, me despierto; nunca me reencuentro con ella en el sueño, y cuando me despierto me siento terriblemente mal. Al rato se me pasa, pero esos minutos tras despertarme son de profunda angustia.
   Su amigo le preguntó:
   -¿Desde cuándo soñás lo mismo?
   -Desde que murió.
   Tras unos segundos de silencio, su amigo le dijo lo siguiente:
   -Al morir el cuerpo, la conciencia que lo habitaba cambia de dimensión y nada de trágico tiene esto, por más que nuestra incomprensión del tema nos lleve a creer que alguien es compadecible por morirse, ya que en realidad el cambio dimensional que hace la energía vital es apacible, salvo cuando algo la retiene porque esa retención le dificulta el avance hacia otro nivel… A veces es la misma alma la que se lo dificulta al no querer soltar lo que tuvo en el mundo material, y otras, ese no querer soltar procede de los materialmente vivos que, sin querer, perjudican al alma por, como ya dije, dificultarle avanzar… …El que sueñes seguido con un reencuentro frustrado con ella significa que no la soltaste. No aceptaste emocionalmente su muerte y tu subconsciente te está mostrando que el reencuentro no es posible porque tu amiga ya no está acá;… tenés que dejar de soñar con ese reencuentro ya que eso te impide recordarla con alegría además de que, como ya dije, le causás malestar a su energía vital incorpórea al dificultarle seguir adelante.
   Ella lo miró entre esperanzada y triste y le dijo:
   -Pero, ¿cómo hago para dejar de soñar algo a voluntad?
   -Escribile una carta agradeciéndole por todo lo bueno que te dio su presencia en tu vida y no pongas nada triste; nada de “te extraño”, ni cosas semejantes; no expreses ningún deseo de hacer volver el tiempo atrás y reencontrarla; expresale sólo cosas positivas, deseale éxito en su camino y no te dirijas a ella como si hubiera muerto, sino como si se hubiera ido a otro país, ya que en realidad, eso es morir; no hace falta que sea una carta larga; algo sencillo y breve basta mientras sea sentido; ella donde está la va a leer, y si no podés escribirla sin llorar, rompé el papel y volvé a empezar las veces que te sea necesario para lograr escribir sin lágrimas (aunque una lágrima chiquita esté permitida); una vez terminada la carta, ponela bajo tu almohada; al otro día vas a despertarte con bienestar por haberla dejado ir, permitiéndole así seguir su camino de evolución espiritual y vas a poder recordarla con alegría; después de eso el sueño no se va a repetir (si se repite, volvé a intentarlo, pero no se va a repetir), y la carta, al otro día desechala; no te inhibas en ponerla en la basura ya que las palabras ya habrán llegado hasta ella y permanecerán en su conciencia para siempre haciendo innecesario que vos la conserves.
   La mujer asintió en silencio y esa noche, tras varios intentos, logro escribir la carta sin llorar, la puso bajo su almohada y al día siguiente se despertó sintiéndose bien; el sueño nunca más se repitió.

miércoles, 8 de marzo de 2017

El ser alado de San Pedro (cuento) - Martín Rabezzana


   
   Una madrugada del año 2014, dos parejas amigas se dirigieron a una laguna de la ciudad de San Pedro para contemplar el amanecer; faltaba casi una hora para que el sol saliera cuando llegaron; estacionaron la camioneta y bajaron; el frío era agradable y hacía a la infusión que compartían (mate) muy valorada; tras decenas de minutos uno de los varones se alejó de los demás y se acercó a la parte más elevada de los alrededores de la laguna, entonces divisó a lo lejos una especie de pájaro negro que se acercaba a la misma; cuanto más se acercaba, más se advertía lo extraño que era, por lo que llamó a su novia y amigos.
   -¡Che! ¡Vengan rápido!
   No estando seguro de que hubieran oído, insistió:
   -¡Vengan a ver esto! ¡Apúrensé!
   La novia de su amigo se acercó.
   -¿Qué pasa?
   -¡Mirá ese pájaro!
   El ser alado ya estaba a una distancia no muy lejana de ellos, entonces pudieron darse cuenta de que no era lo que parecía ser visto de lejos; sus alas negras se batían en el aire y poco antes de descender a orillas de la laguna, dejaron de agitarse y planearon. En ese planeo los dos espectadores pudieron apreciarlas en su verdadera y majestuosa dimensión; la mujer dijo:
   -No es un pájaro.
   El ser alado se acuclilló en una orilla como si buscara recuperar fuerzas; tras más o menos un minuto en que el hombre y la mujer, sumidos en una total sorpresa, lo miraron en silencio, el ser alado dirigió su mirada a ellos; lo más luminoso que había en él estaba en el brillo de sus ojos que, dirigidos hacia los espectadores, causaron miedo en ambos, lo cual llevó a la mujer a tomar la mano del hombre, entonces el miedo disminuyó y sintieron que los unía poderosamente algo que ya no era el temor; así permanecieron un rato; el miedo que habían sentido era infundado ya que el ser alado ningún daño iba a hacerles.
   Poco después, el ser se levantó, abrió sus alas, las agitó y se elevó; una vez que hubo llegado muy alto, se dirigió a media velocidad unos cien metros hacia el sur de la laguna como para tomar impulso, hizo una breve pausa y se fue a gran velocidad en dirección opuesta a la anterior exponiendo sus enormes y hermosas alas negras relucientes como el petróleo.
   El episodio duró unos tres minutos; en ese momento se acercaron los dos miembros restantes del grupo y la mujer le soltó la mano al hombre.
   El novio de la mujer, al acercarse, dijo:
   -¿Qué pasa? ¿Qué querías que viéramos?
   Él no respondió, la que respondería sería ella, pero en vez de contarles lo que habían visto, en parte por sentir que ellos no les creerían y en parte por sentir que al revelar su experiencia habría indirectamente revelado el lazo sentimental que se había creado durante el curso del acontecimiento, dijo:
   -Es que había una bandada de pájaros muy lindos; se la perdieron, pero bueh; ya pasará otra.
   El otro testigo del acontecimiento tampoco reveló nada y al rato llegó el sol cuya salida habían ido a ver.

   Como a las siete y media de esa mañana fueron a una cafetería a desayunar, y tras comentarle a la camarera que habían estado en la laguna, ella les dijo:
   -¿Y? ¿Lo vieron?
   -¿A quién? -dijo la mujer del grupo que no había presenciado el suceso.
   -Al ser alado; pensé que habían venido a verlo porque cada vez más gente viene por eso… es que hay una leyenda reciente en San Pedro sobre un ser alado que aparece de noche en la laguna; dicen que parece un pájaro negro enorme que sería el alma en pena de una persona que se suicidó por desamor ahogándose en sus aguas… se dice que vuelve para ayudar a las personas a encontrar el amor… ¡Pero claro! Es una leyenda; yo no creo mucho pero hay gente de mi confianza que dice haberlo visto, eso te hace dudar.
   Se miraron entre todos y el varón del grupo que no asistió al avistamiento del ser alado dijo sonriendo:
   -No. No vimos nada; ¡lástima! Habría estado bueno ver algo así; por ahí la próxima.
   La mujer y el hombre que habían visto al ser alado se miraron y sintieron una complicidad propia de la infidelidad, pero… ¡no habían hecho nada ni lo harían en esta vida!, por lo que la infidelidad había sido y seguiría siendo nula, sin embargo, en esos tres minutos que duró la contemplación por ellos compartida del ser alado, se había creado entre los dos un lazo sentimental cuya materialización habría de sucederse en el curso de futuras vidas.

miércoles, 15 de febrero de 2017

El dolor no nos sigue… (cuento) - Martín Rabezzana


   -¿No te gustaría ir al Caribe? Yo tengo el sueño de ir… debe estar buenísimo; también sueño con ir a la India, a Japón… ¡bah! Sueño con viajar en realidad, y a muchos lugares… …Para mí que es mentira eso de que el bienestar y el malestar los lleva uno consigo y el lugar en que esté no los determina… yo creo que mi felicidad no puede estar acá, yo siento que está esperándome en uno de esos lugares hermosos lejanos y cuando junte plata, hacia ellos voy a ir y la voy a alcanzar… …¿No te pasa igual?
   Su familiar lo miró con expresión de desacuerdo y dijo:
   -A mí no me interesa ir a ninguna parte más que de turista, y en lo referente a la felicidad… Pensá: una película puede tener un hermoso set de filmación, hermosos intérpretes, pero si bien al principio esas cosas bastan para generar interés, con el pasar de los minutos lo que determina si la película es buena o mala, es el guión; si el guión es malo, ninguna de esas cosas hermosas la salva. Con la vida pasa igual; el lugar en que vivas puede ser hermoso pero es solamente el "set de filmación" en que se desarrolla tu "película" (tu vida). El guión lo componen tus relaciones sentimentales, de amistad, laborales y la relación que tengas con tu propia persona; si ninguna de esas cosas es satisfactoria, tu “película” (tu vida) no puede ser buena por “set de filmación” hermoso en que se desarrolle, y también pasa al revés; si dichas relaciones son buenas, tu “película” va a ser buena aunque el “set de filmación” no sea muy lindo… Si sos buen guionista de tu vida, la misma va a ser buena independientemente de dónde sea que se desarrolle, y si no lo sos, va a ser mala se ambiente donde se ambiente... …La verdad es que se puede ser feliz o infeliz en cualquier parte.
   El aspirante a viajero lo miró con una sonrisa irónica expresando así que no estaba en absoluto convencido de los fundamentos que acababa de escuchar, por lo que dijo:
   -¡Dale, che!... Para mí que querés creer eso porque no tenés un mango para ir a ningún lado, ¡que si lo tuvieras, te rajarías de acá ahora mismo!
   Su familiar lo miró unos segundos en silencio, asintió, y lejos de discutirle, cedió.
  -Puede ser… no soy el dueño de la verdad; tal vez tu felicidad sí esté en un lugar lejano y al concretar tu viaje soñado por el mundo, la encuentres, y tal vez se aplique lo mismo a mí; tal vez nuestro malestar esté acá y al alejarnos el mismo quede atrás… …Ssseeee… por ahí se equivocó el escritor Antonio Porchia cuando sentenció: “El dolor no nos sigue: camina adelante”.
   El aspirante a viajero se sorprendió ya que se esperaba que su familiar le discutiera sus conceptos y no que le terminara dando la razón, sin embargo, esto último ocurrió.

   Pasaron los años y el aspirante a viajero juntó plata (laburando de cualquier cosa) y se fue lejos; dejó de ser un aspirante a viajero y se convirtió en un viajero consumado; tras pocos años su vida trashumante contaba con más viajes que la de un tenista.
   Un día llamó desde un país lejano al familiar con quien tuvo la conversación recién expuesta.
   -¡Hola! Habla “ “.
   -¡Uuhhh! ¿Qué hacé’? (más todo lo que se dice en estos casos) -y tras algunos minutos de conversación alegre en que el viajero parecía ser poseedor de un gran bienestar, su familiar le dijo:
   -¿Sabés qué? ¡Te re envidio, chabón! A mí me encantaría viajar a todas partes como vos; era verdad eso de que por no tener los medios para irme me quería convencer a mí mismo de que el bienestar es independiente del lugar en que se esté, vos con tu experiencia lo confirmás, por eso en cualquier momento agarro la mochila y me voy a buscar la felicidad, y la voy a encontrar como la encontraste vos.
   -¡Naaaa! ¿Me decís en serio?
   -Sí.
   Entonces el viajero se puso serio y tras unos segundos, denotando un gran dolor en su voz, se dispuso a revelar su verdadero estado de ánimo.
   -Si de verdad pensás irte, hay algo que tenés que saber.
   -¿Qué?
   -¿Te acordás de la frase del escritor que citaste ese día que hablamos sobre si el lugar determina tu felicidad o tu infelicidad?
   -Sí. Era una frase de Antonio Porchia. ¿Qué pasa con eso?
   -Y… pasa que;… tenía razón.

sábado, 14 de enero de 2017

Sentir sin tocar (cuento) - Martín Rabezzana

   
   El salir a vagar solo por las calles con la expectativa de que algo bueno ocurra, es generalmente decepcionante ya que ese “algo”, rara vez se presenta, no obstante, como ningún sentir es eterno, la decepción en algún momento se va y las ganas de volver a intentar encontrar algo bueno, regresan.

   La ropa un tanto desalineada contrastaba con la afeitada de publicidad que lucía y el físico (algo, al menos) atlético, lo cual llevaba a algunos a pensar automáticamente en alguien marginal o de clase media descuidado de su estética, pero mientras ella esperaba sentada en una calle peatonal a que su acompañante llegara, no pensó una cosa ni la otra, pero algo pensó de él, ya que al pasar a su lado lo miró con los ojos muy abiertos exponiendo así una clara sorpresa que él interpretaría como causada por la duda respecto a su edad; nada pasó esa vez, pero la semana siguiente él decidió hacer el mismo recorrido a la misma hora (no por verla, pero…) y ella estaba ahí de nuevo; una persona pedía limosna y él le dio un billete, tras lo cual fue agradecido; la chica estaba a metros delante de él; se le acercó y le dijo:
   -Vos me diste un panfleto hace mucho.
   Él sonrió, asintió y se pusieron a hablar mientras caminaban por las calles alejándose de la peatonal en que ella esperaba a alguien; hablaron de cosas elementales un rato y después ella le contó algo muy personal que ameritaba que él hiciera lo propio, por lo que al ella preguntarle:
   -¿Alguna vez te sentiste en serio cerca de alguien? -Él asintió y le contó lo siguiente:
   -Recién nos habíamos conocido, sin embargo ella me contó cosas muy personales, me habló de su hija, de lo de antes de su hija… me confió cosas muy importantes como si hubiéramos sido amigos íntimos o como si hubiera sido vieja, ya que es propio de los viejos el contarle a un recién conocido cosas muy personales, pero ella tenía veintitrés años, y cuando le hice notar lo importante de sus confidencias, no quiso volver a hablarme, tal vez por haberse dado cuenta de que con las mismas le había abierto imprudentemente la puerta de su intimidad a un extraño, o tal vez por sentir que había sido el dolor acumulado durante años lo que la llevó a necesitar compartirlo con alguien buscando así disminuirlo y no el gusto por mí… al pensar en la falta del mismo decidió alejarse… tal vez haya sido por una cosa, por la otra o por ninguna de ellas; sólo puedo suponer ya que no sé qué la llevó a intimar emocionalmente conmigo y poco después a alejarse de mí sin siquiera despedirse;… primero me enojé por su alejamiento pero después aprecié la atención que me dedicó y lo que conmigo compartió entendiendo ya que nada dura para siempre y que muchas de las mejores cosas de la vida, como el sentirse útil y cerca de alguien como me sentí en mis conversaciones con ella, generalmente duran breves momentos y lejos de ser positivo el resentirse por dichos momentos pasar rápido, hay que aprender a reconocerlos para así apreciarlos, por lo que terminé recordándola con aprecio y sintiéndola parte de mí porque lo que ella me dio no se perdió, ya que quedó guardado en mi corazón.
   Ella no entendió del todo y le preguntó:
   -Pero, ¿estuviste con ella en el sentido de...?
   -No. El no habernos siquiera tocado nos permitió acercarnos emocionalmente mucho más que si hubiéramos intimado físicamente… al pensar en ella y al ella coincidir en su pensamiento hacia mí, logramos estar uno dentro del otro sin necesidad de tocarnos… …Se puede tocar sin sentir y también se puede sentir sin tocar.
   Tras algunos segundos de silencio, él le preguntó:
   -¿Vos estuviste así de cerca de alguien alguna vez?
   -…No (tal vez al recordar la conversación acá expuesta, ella considere que la respuesta debió haber sido “sí”).
   Siguieron caminando y se aproximaron al lugar donde ella tenía que seguir esperando, entonces él se dispuso a irse y ella le dijo:
   -¿Ya te vas?
   -Y sí.
  -¿Por qué?
   -Porque allá viene tu novio… Chau.